Ignorantes sin estado de derecho sin justicia ni defensa (II)

Lunes, 15/07/2024 12:29 PM

Desde que hay memoria y se ha refrendado a través de la historia y su historiografía, no queda nada oculto bajo el sol Invictus, dicho sin pelos en la lengua. Rechazar lo que hace el Estado a favor de individualidades y en contra de colectivos organizados, dice mucho de cómo están las cosas al día de hoy, preocupante cuando los rebullones anuncian en torbellino que la cosa está encaratada. Calificar de delitos lo que no lo es y hacer pasar por malo lo que es bueno y viceversa es lo que estamos presenciando al final de los tiempos de lo que está por morir y en consecuencia debe nacer, si es que sea posible antes de la hecatombe que anuncia y amenaza con el fin de la propia especie humana. Será que hay alguien que se beneficiará de todo esto, quienes son, de dónde vienen, dónde están. Alguien lo sabe, estamos conscientes de lo que está aconteciendo en la sociedad global de cara al 2030. Porque es lo que hay y la ausencia del supuesto del derecho, privando la del hecho, y con razón lo lógico y civilizado sería por sensatez, que el óbice se colocara en lo obvio y en Venezuela por lo menos en el mundo ponderado, se respetara el debido proceso y la tolerancia se manifestara en equilibrio y concordia, para vivir en armonía.

Muy bien dicho, es bueno y sensato aclararlo, pero sabemos que la realidad es otra cosa, pero siendo todo, en ella nos hallamos inmersos, flotando, sumergidos o nadando a contracorriente, cuando no, dejándonos arrastrar por lo material, priorizado frente a lo espiritual. La verdad es que más allá de las apariencias, las oportunidades las pintan calva y sin peluca. Y ya que nos dirigimos en dirección al futuro, pero mirando hacia el pasado, es decir dándole la espalda al porvenir, de este modo se pretende concebir el presente, preparando, organizando, disponiendo, combinando, lo que se expone en tanto y en cuanto nos encontramos contenidos en el capullo como la pupa. Acaso no somos quienes le otorgamos el poder y consentimos en la posibilidad de hacer y renovar toda metamorfosis, esa caprichosa naturaleza en la que medramos todos los seres vivos, pero somos espíritu, tierra viviente, creamos porque creemos y transformamos desde el azar, con desenfreno por la finitud otorgada, en esa simbiosis que compite por la existencia darwiniana del más apto, que se traduce en el más fuerte, para alcanzar el estadio en la supervivencia de la especie, simples avatares de la materia puesta en evidencia como cosificación, deshumanizando la esencia del ser de la persona, del yo soy, renovándose mientras perdura e interviene en el mundo, en el universo, en el cosmos.

Todo fluye porque todo vibra y se transforma, pero cada cabeza es un mundo que gira, rota y se traslada a conciencia o por simple conceptualización de presupuestos y sentidos, ciegos, sordos, mudos, insensibles, desconociéndose frente a los elementos que lo integran. En esa balumba de entretejidos pasado, presente y futuro que se manifiestan a la vez como todo lo que llena la nada y el vacío; lo que se oculta de aquél que mira el reflejo de quién está detrás del espejo. Es el sutil velo que se descubre cuando se dan los primeros pasos hacia el darse cuenta, el despertar, el saber que nada transcurre sin que lo quieras y dispongas declinar tu consentimiento, surgiendo de la loca de la casa, cuanto es tangible de lo abstracto hecho carne, sin censuras ni alienaciones. Es ese guion como ensayo con sus pautas, sus esquemas y concreciones, la inteligencia, del que no sabe y aprende, del que no atisba a ver más allá por los obstáculos frente a sus referentes. Acaso no es lo que crees lo que creas de tu propia realidad.

Somos los sujetos del verbo predicado en los niveles, planos y dimensiones deconstruidas luego que el tiempo, espacio y materia fueran, de lo que individual y masivamente hemos amasado desde el asombro, la duda, el desafío y la porfía, desde el pensamiento formal del logos, la gran explosión y primordial om, que todo lo envuelve en una aparente verdad revelada o develada, que para lo que sirve da igual en lo concreto o la ilusión, puesto que no ocurre sino lo que queremos mientras más pensemos en darle respuestas a cuanto nos empeñamos en resolver para contentar a propios y extraños, sin la capacidad ni la voluntad de elevar la conciencia y alcanzar en el tránsito del sendero particular, propio, íntimo, absoluto, para disolver más allá de los estancos que nos separan al entrar en la matrix. Pero partimos de la matriz, fuente primordial con profundas raíces sobre las que se eleva cada vez más el espíritu que nos anima, de nada serviría recorrer esta experiencia cuando apenas si no nos damos cuenta de que estamos, luego somos lo que es en este instante que transcurre presente. Lo que se presenta no es lo que se prevé que ocurra, a menos que estemos conscientes con plenitud de conciencia; y es que hay fuerzas, fenómenos, leyes, cosmos, universos, una entera cultura imbricada por las sociedades, la historia con sus narrativas, sus cuentos y sus cuentas en el pensamiento que se va amoldando a las circunstancias, para mantenernos ubicados en cada paradigma sin cesar en la existencia que se extiende en la espiral de la vida, del libre albedrío que no es libre, puesto que está sujetado a los presupuestos epistémicos, axiológicos, metódicos, lógicos, racionales, en las ideas tejidas de la trama del pensar que sea así y no asá.

Con las promesas hueras, esperanza inútil, flor de desconsuelo, esclavos de lo que decimos, otorgándole poder a quien lo ejerce y se alimenta de mí, de ti, de nosotros y nosotras, de todos y todas, sometidos por los pocos que dominan a los muchos que lo consienten por su ignorancia tantas veces planteada, en Occidente hace poco más de 2500 años, en Oriente hace eones, eras, abismos de tiempos que se pierden en los intersticios de lo que no hay, sino de cuanto se funda y pasa a constituirse, a erigirse, a edificarse, hasta alcanzar el no va más, el cierre del ciclo, la renovación, del Génesis al Apocalipsis bíblicos, comentado para los creyentes abrahamicos, frente a los que no creen que creen en otras manifestaciones, que al final de cuentas es el mismo tema del mitema y mistificación como salvavidas y bálsamo de paz en aquello que yace porque está antes de ser idea, pensamiento, concreción, fundamento, hacedor, de las criaturas paridas sin pecado concebidas.

La democracia no existe son los sistemas de partidos los que la ejercen dependiendo de su ranquin, peso y poder dentro de la sociedad establecida de antemano donde se actúa para mantener retenida la libertad para actuar. Se trata de las superestructuras que buscan y se empeñan en la autoconservación del poder y se sirven de los más débiles y a su costa perdurar si es posible eternamente y hasta crear sus clones. Hoy se emplean máquinas que, por sofisticadas, no superan al cleroteión, aquel dispositivo mecánico que usaron en la Antigua Grecia para asignar cargos públicos de forma aleatoria entre los ciudadanos. Una sencilla máquina hecha de madera con ranuras y tubos, por donde pasaban bolas de bronce con los nombres de los candidatos. Tal artilugio garantizaba la igualdad e imparcialidad en el sistema democrático griego. Fue desarrollado por allá el siglo IV a.n.e. en las polis o ciudades-estado. Ejemplos de ellas fueron Atenas, Esparta, Corinto y Tebas, cada polis tuvo su propia forma de gobierno, cultura, religión y economía, pero compartían el idioma, las costumbres y los juegos olímpicos.

Hoy en Occidente desde las revoluciones desde inicios del siglo XX la realidad no muestra mayor avance en lo cuanto al significado del bienestar para el proletariado, los obreros y campesinos condenados por el capitalismo a vivir sometidos por el mundo de una cultura del consumismo, y las doctrinas y filosofías positivistas, que han cambiado el rol del hombre en la historia, la política y la ideología. Hemos atravesados por circunstancias especiales, pero sin balizar las conquistas más allá de las contradicciones y dogmatismos por corrientes mal digeridas entre indios, blancos y negros. No somos capaces de deslastrarnos de los restos del autoritarismo de los dictadores que se ponen y quitan los uniformes a discreción y conveniencia de renovadas oligarquías, caudillismos, burguesías y el funcionariado maula, rémoras de un Estado hipertrofiado, pesado, engorroso en su accionar, donde cada quien hace lo que cree a partir de las líneas que todos acatan, pero nadie cumple, si acaso en cuanto corresponde a los beneficios que le otorga tales cargos. Sus posturas altivas y gestiones dejan mucho que desear. Se insiste en mantener un burocratismo cuya práctica es de capitalismo para arriba, hacia las altas esferas del poder, donde el reparto es equitativo entre los convidados a prácticas discrecionales.

Falta mucha solvencia moral, y ética personal sin tachaduras que empañen el servicio al cual están llamados por la patria. Las acusaciones vienen y van, los insultos y epítetos entre caimanes del mismo pozo al cual le queda poca agua, dejando al descubierto sus cachos y bojotes, atragantados de peces y panes, no penes, por si acaso. La voracidad que hemos observado se ha ensañado contra el país por los gobernantes y los opositores, sustrayendo del mismo saco el erario público, esquilmando a la nación y a los ciudadanos, a quienes se les arrebatan sus sueldos y salarios, sus prestaciones, pensiones y jubilaciones. En suma, al pueblo, al soberano, se le ha conculcado su participación y protagonismo, además de la democracia, la burguesa, que favorece a los pocos que cada vez tienen más, gracias al Estado que los beneficia con remesas permanentes, de manera que no embochinchen al país, manteniéndose el viejo orden incólume, mientras el nuevo apenas si se asoma a la luz. No ocultamos el hecho de que en lo interno el tercer actor se erija frente a la hegemonía de un madurismo que controla desde el poder, desnaturalizando el proyecto originario que nos dimos todos a partir de 1999 de un proceso de cambios en revolución chavista. Nuestra práctica política y social hoy, golpeada por una grave recesión económica en yunta con los intereses de una élite global, trasciende el marco de discursos menguados. El capítulo que se abrió en 1989, que disolvió los dos bloques y apalancó el proyecto mundo neocapitalista, está en pleno desarrollo. Solo el Socialismo del Siglo XXI puede ser la alternativa antes del 2050.

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