"Cumbele", "El Cumanés o Félix Vargas Chacón, jugador de barajas que algo de Robín Hood tuvo

Miércoles, 17/07/2024 12:00 AM

 

-¡Allá!, ¡Allá viene "Cumbele"!

De esa manera gritábamos allá en el barrio "Río Viejo", en el camino hacia "Las Palomas", cuando alguno de los nuestros, a lo lejos, veía una agrupación de cuatro o cinco hombres que semejaban una pequeña banda de zamuros, por lo vestido, aún en días y horas que la canícula apretaba, de flux de casimir oscuro, corbata negra, sombrero de igual color y ala ancha, tal como personajes de las películas mexicanas que exhibían en los cines La Glaciere y el Paramount. Más nos parecía aquella una especie de comparsa funeraria. Pero aun así, para nosotros era un momento de alegría ver a un personaje del cual teníamos la imagen de un vencedor y hasta intrépido individuo que desde la pobreza, se había abierto paso en la vida, tanto como vestir así y vivir viajando a sitios lejanos que ni siquiera podíamos imaginar.

Fue habitual, en mi época de niño, en determinadas épocas del año, que ahora, cuando escribo esto, no sé precisar, "Cumbele" se presentase a Cumaná, vestido como he descrito y acompañado de un pequeño grupo que parecía cuidarle de cualquier dificultad.

Aquel, para nosotros "extraño" personaje, por su manera muy elegante de vestir y aparecerse en público, dentro de un grupo, pasear por los barrios de la ciudad, tanto que al mío llegaba, siempre desde Cochabamba, en camino a las Palomas, generaba alegría y siempre conseguía que muchos de nosotros le siguiéramos, como si aquello fuese una comparsa, hasta donde como con premeditado cálculo, llegaban nuestros pasos. Todos los cumaneses de mi época le conocíamos como "Cumbele". Los muchachos, desconocíamos exactamente quién era, de qué se ocupaba y menos que, en Caracas, en el área del Caribe y hasta en México, era un personaje muy conocido, por no decir famoso, a quien llamaban "el cumanés". Teníamos, no obstante, la,vaga idea que era alguien "importante" en función de los valores de la escuela y la familia. Nació en el barrio o aldea de pescadores del Barbudo, en la vía que sale de Cumaná al pueblo más próximo dentro del Estado Sucre.

Fue ya cuando rondaba los 15 años que supe de qué cosa se ocupaba. Era todo un experto jugador de barajas, de habilidades hasta inexplicables. Lo que, en nuestra cultura, de la familia y el barrio, era algo por demás censurable. Pero también tenía una fama de Robín Hood, lo que hacía que le mirásemos de manera peculiar.

-"Coño Germancito, me acabas de echar una vaina enorme".

Así habló "Cumbele" mi amigo y compañero Dr. Germán Guaimare Rojas, abogado cumanés quien no hacía mucho había regresado al país del exilio, desde México, adonde fue a parar por su militancia revolucionaria dentro de AD contra la dictadura perezjimenista.

-"Vamos hasta el Bar Sport a echarnos un palo y te explicaré qué vaina me echaste". Así le habló "Cumbele" a Germán Guaimare, mientras salía con parsimonia del local donde se encontraba.

Germán me había invitado al Club de Leones de Cumana, entonces ubicado en una casa quinta frente a la Plaza Pichincha, que hacía esquina con el colegio de los padres Paúles, en el punto de arranque de la subida hacia el cementerio. Diagonal con aquella bodega que llamaban "el descanso", por ser el sitio donde quienes habían subido a acompañar un entierro, de regreso o al bajar, se llegaban allí a buscar la forma de espantar el calor multiplicado por el esfuerzo.

"¡Cumbele", hermano mío, tú por aquí! ¡Qué alegría verte! ¿Cuándo llegaste?"

Todo eso en retahíla, lo dijo y hasta gritó Germán al entrar al Club y ver en el centro del salón principal de aquella casa a "Cumbele", sentado en uno de los lados de una mesa, donde él y tres hombres más, conocidos personajes adinerados de la ciudad, parecían jugar o iniciar una partida de barajas, mientras dos o tres más observaban o hacían de mirones.

"Cumbele", al escuchar el saludo dado en voz alta y cargado de emoción, dirigido a él, dijo al grupo donde estaba unas palabras que a nosotros, Germán y a mí, no llegaron; recogió lo que tenía puesto sobre la mesa y, con cómo estudiada lentitud, vino hacia donde nosotros estábamos; le echó el brazo con afecto Germán sobre los hombros, con discreción le hizo se voltease en la dirección por donde habíamos entrado y de inmediato nos condujo a la salida.

Que Germán, por emoción, al encontrarse con el paisano, viejo amigo de la infancia, de sus duros días de estudiante en Caracas y luego en el exilio en México, ciudad donde le vio por última vez, hacía casi un año, hubiese gritado casi a pulmón pleno aquel nombre, fue motivo más que suficiente para que quienes con "Cumbele" jugaban, observaban y allí nos hallábamos, como yo, quien llevaba años sin verle, pero su apelativo recordaba y ya sabía de sus andanzas por el Caribe y México, nos sorprendiéramos. Los jugadores cayeron en la cuenta con quién jugaban y, lo que esa noche estaba previsto allí sucediese en asuntos de cartas y apuestas, se vino al suelo, para fortuna de ellos, por el aspaviento emocional y espontáneo propio de los cumaneses, como Germán Guaimare

Para los cumaneses, aun sin conocerle, haberle visto nunca, el nombre "Cumbele" significaba demasiado y más todavía para quien con él se sentase alrededor de una mesa a entablar una partida. Era para casi todo el pueblo, pese las actividades a las que se dedicaba, calificadas luego por él mismo como delictuales, una figura casi legendaria, admirada y hasta algunos de sus paisanos, de sus andanzas, se sentían orgullosos.

Al escuchar los gritos de Germán, los jugadores se miraron unos a otros, a Germán y a "Cumbele" mismo con asombro, pese todo, no hubo ningún síntoma de disgusto, más de sorpresa y como una grata circunstancia. Consciente del efecto que habían producidos los gritos y, de estos, lo afectuoso de Germán, "Cumbele" se vio obligado a proceder como lo hizo. Era necesario retirarse y suspender sus planes, ya no había forma de llevarlos adelante. En todo caso, quienes jugaban o se aprestaban a jugar con él esa noche, pudieron hasta sentirse satisfechos de lo sucedido, hasta de haberle conocido y ser partes de aquella "feliz" circunstancia. Lo habían oído nombrar por años y hasta con cierta admiración. Y algunos hasta pudieran contar más tarde que, durante dos o tres noches, le ganaron a "Cumbele" jugando a las cartas.

-"Oye Germancito, llegué hace cuatro días a Cumaná. Llevo tres noches jugando con esos carajos y dejándoles me ganen cantidades discretas. Esta noche, me proponía el gran golpe, sacarles el futre, todo lo que pudiera aprovechando su codicia y creencia que tenían ante sí una papita".

Eso lo comentó "Cumbele" a Germán, mientras pausadamente nos dirigíamos al Bar Sport, aquel bar y al mismo tiempo heladería inolvidable por sus maravillosos helados, famosos en Venezuela toda, propiedad de del señor Francisco Pérez, el padre de un compañero mío, estudiante como yo, primero en el colegio de los curas y luego en el Liceo Sucre, a quien nunca he olvidado, por los bellos recuerdos que de él guardo, llamado Frank Pérez. Pese los avatares de la vida, los quizás diferentes rumbos que tomamos, nos separamos prontamente. Frank y aquella bella muchacha, también compañera de estudios que fue Iraida Sánchez Bustamante, forman parte de mis bellos recuerdos juveniles.

Por supuesto, Germán se deshizo en disculpas y sobre todo puso énfasis en la emoción de volver a ver de repente al viejo amigo, mecenas en los malos momentos y en la ciudad de ambos.

Me contó Germán al día siguiente que, cuando estudiaba en Caracas, "Cumbele" solía visitar la pensión donde se hospedaban él y otros cumaneses, entre ellos José Antonio Mayobre, un cumanés quien fue Ministro de hacienda de Betancourt, al comienzo de la década del sesenta y, en gran medida, autor de la aplicación de las políticas económicas de éste; "Cumbele" les pedía algo de las pocas monedas que pudiesen disponer, sabiendo que al día siguiente, el hábil jugador de barajas del Barbudo, les devolvería a cada uno, una buena cantidad de dinero, tanto como para soportar los gastos de la semana.

De esa manera, Germán y el propio José Antonio Mayobre, entonces militante del Partido Comunista y otros más, todos cumaneses, pudieron costear sus estudios sin mayores apremios.

Cuando Pérez Jiménez llegó al poder, habiendo derrocado al gobierno de Rómulo Gallegos, entre los muchos venezolanos que fueron aventados al exilio estuvieron Mayobre y Germán Guaimare. En México, Centro América, muchos estudiantes, entre ellos Germán y políticos, fueron favorecidos por "Cumbele", de la misma manera que lo hizo antes en Caracas. Por esa razón, más que la de ser paisanos y conocerle desde niño, Germán Guaimare, reaccionó de aquella tan emocionada manera al jalar, inesperadamente en Cumaná, a su gran amigo, en cierta medida protector y famoso jugador de cartas.

Atravesamos la plaza Pichincha, pasamos por el frente de lo que en Cumaná entonces llamábamos el "Salón de lectura" y llegamos al Bar Sport, que quedaba al pasar la calle que viene desde los lados de la antes llamada plaza "19 de Abril" y ahora Andrés Eloy Blanco".

-""Buenas noches Germán, ¿cómo estás?"

Sin esperar respuesta de quien se hallaba al otro lado de la barra, también llamado Germán, como el Dr. Guaimare, "Cumbele" volvió a hablar para ordenar.

-"¡Por favor! Sírvenos tres cervezas".

German y yo nos sentamos de manera que el jugador de cartas quedó en medio de los dos. Este continuó hablando de cómo se había dejado ganar para que aquellos tipos, quienes jugaban con un desconocido, tomasen confianza y hasta se volvieran atrevidos.

-¡Caramba! ¿Tú eres "Cumbele"?

Así habló un borrachito que recién entraba al Bar Sport, el mismo negocio donde se hacían y vendían helados los famosos helados de Francisco Pérez, el dueño del negocio, quien años más tarde, crease en Caracas una heladería llamada "Frapé", que llegó exitosa por un largo tiempo, pese competir con marcas ya consagradas y de gran capital.

"Cumbele", como quienes le acompañábamos, miro sonriente a quien aquello dijo, y además alargó la mano para estrechar la de aquél desconocido e imprudente que le saludo con desbordado asombro y muestra afecto.

-"Mira Cumbele", volvió a hablar el imprudente personaje. "Apuesto a que no me adivinas una carta".

Aquella solicitud la hizo tres veces, mientras en cada caso tomaba por el brazo izquierdo a quien se dirigía y agitaba.

."Germán, hazme el favor; dame un paquete de cartas "sin encetar", en su envoltura original", dijo "Cumbele" a quien nos atendía.

Cumplida la petición, "Cumbele", sin sacar las cartas de la envoltura habitual, alargó el brazo derecho en cuya mano sostenía las cartas, hacia el imprudente personaje y sin mirarle le dijo:

"Toma las cartas. Desempácalas, barájalas y escoge una. Eso sí, que quede claro, si pierdes te vas de aquí inmediatamente, para que me dejes tranquilo".

"Cumbele" terminó de contarnos los detalles, que no eran muchos, de cómo había preparado a aquellos tres señores, durante tres noches consecutivas, ganando su confianza, dejándoles ganar cifras módicas, mostrándoles su disponibilidad económica, la oportunidad que le ganasen mucho "si la suerte a él, le resultaba menos "provechosa" y repitió a Germán Guaimare:

"Esta noche, iba por el desquite y estaba dispuesto a desplumarlos. Ahorita deben estar agradeciendo tu imprevista llegada y sobre todo, la emoción que te embargó al verme".

Luego, Germán y él conversaron recordando sus encuentros en Caracas y México. Intercambiaron preguntas y respuestas sobre amigos comunes y el "Cumanés", contó algunas historias que luego pude leer en el libro que publicó antes de morir, titulado "Cuarenta años en el delito. Memorias del cumanés".

-"¿Bueno, "Cumbele", no me vas a adivinar la carta?"

El borrachito, quien siguió tomando de una botella que ya portaba cuando entró al Bar Sport, reclamó con cierta manifestación de disgusto. Había transcurrido más o menos media hora, tiempo durante el cual el "Cumanés", fingió o simuló hacerlo, haber desestimado al imprudente. Este también se mantuvo callado y pareció, por ese tiempo, haber desistido de su petición.

-"¡Ah caramba! ¿Todavía estás aquí? Pensé te habías ido", dijo sonriente "Cumbele", ante el reclamo.

-"¿Ya escogiste la carta? Preguntó.

-"Sí", respondió el aludido.

-"Bien. Vete allá a la esquina. Le entregas a Germán la carta que escogiste. No dejes que él la vea."

Luego se dirigió a Germán Fariñas, el encargado de atender el negocio o barman y le recomendó:

-"Toma la carta que él te entregará, no la mires y guárdala para cuando te la solicitemos".

Cumplido el ritual, el borrachito volvió a acercarse a "Cumbele", quien le solicitó:

-"Baraja bien las cartas y cuando creas que lo has hecho bien, me entregas el mazo".

El borrachito cumplió a cabalidad lo que el experimentado jugador de cartas le solicitó y sintiéndose satisfecho de lo hecho, procedió a entregarle el mazo de cartas a su contrincante.

"Cumbele", tomó las cartas. En ningún momento miró hacia ellas con particular atención. Las mantuvo siempre "boca abajo" y comenzó a barajarlas con relativa lentitud. Tanta que pasaba los dedos por la cara de cada carta. Una vez repetida la operación de barajar con las cartas siempre "boca abajo", sin mirarlas, mientras tanto siguió conversando con sus acompañantes, miró hacia el borrachito y le dijo:

-"¡Vete! La carta que escogiste es el As de oro.

Se dirigió a Germán, e encargado del bar y custodio de la carta y le solicitó:

-"Busca la carta guardada. Mírala, muéstrasela a él y luego a nosotros".

Germán Fariñas, el encargado del Bar Sport de Francisco Pérez, ubicado al lado del Cine Pichicha, el negocio de los más deliciosos helados que se hacían en Cumaná, tomó la carta y cumplió lo solicitado por "Cumbele".

En efecto, la carta exhibida por Germán era el "As de Oro".

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