El perro Pipo luego de saludar a su amigo Yey, desde las rejas del portón, se volvió hacia el jardín y observó como dos periquitos se enamoraban en la palma de un datilero. Mientras tanto un colibrí se embriagaba con el néctar de una trinitaria blanca que hacía juego con otra de un rojo intenso que colgaba en la cerca de la casa.
El can se notaba como preocupado, por eso iba al portón y regresaba hasta el sitio de los helechos y después volvía a la entrada de la vivienda, hasta que empezó a mover con alegría su cola y eso era muestra que alguien querido se acercaba y en efecto: era el periodista Juancho Marcano y su esposa que estaban llegando de cumplir con una misión.
El reportero bajó del carro y su esposa estacionó el carro en el garaje y pasó hacia la casa, mientras que él se quedó saludando a Pipo, quien le dijo que no había novedad, pero no dejó su curiosidad y preguntó: ¿Dónde andaban Juancho?
El periodista que observaba como se introducían las abejas en las flores de las ixoras, respondió: "Estábamos en una funeraria cumpliendo con una amiga, a quien se le murió su esposo y eso es plausible porque tú acompañas a esa persona que tú estimas en ese dolor que siente por la pérdida de un ser querido que en este caso fue su compañero de vida por mucho tiempo".
- ¿Y ahí a esos velatorios va mucha gente, Juancho?
- Ahorita no tanto, Pipo, pues los tiempos son otros; pero antes acudían muchas personas a despedir al difunto y acompañar a los familiares en sus sentimientos. En esos velorios uno se consigue a amigos que tiene tiempo que no ve y dentro de la tristeza que pueda ver en el sitio, uno siente la alegría de ver aquella persona que hacía años que no miraba. Eso es lo que llama el poeta Jesús Malaver, la alegría de la muerte, dijo el periodista.
- Bien bueno, Juancho, dijo el perro, y agregó: "Te estaba esperando para comentarte que estando parado en el portón pasaron dos personas conversando y uno le dijo a otro: "Como dijo Oscar Wilde: "Perdona siempre a tus enemigos: nada les molesta más". ¿Qué opinión te merece?".
- Me parece bien, Pipo, yo creo que el perdón debe estar siempre por encima de todas las cosas, dijo el periodista y luego siguió hacia el interior de la vivienda.