El diario de Oscar Heck – el 20 de julio del 2024

Sábado, 20/07/2024 12:51 PM

Nota: Disculpen los errores, la pantalla de mi computadora está jodida, casi no veo lo que escribo, gracias.

Yo no sé si soy demasiado sensible, o qué. Es que, me afecta muchísimo el sufrimiento de los demás, no sé porque, pero pareciera que a mucha gente no le afecta mucho el sufrimiento, a menos que sea el de ellos.

Por ejemplo, cuando ustedes ven en televisión a niños palestinos ensangrentados llorando desesperadamente después de un bombardeo, ¿ustedes lo sienten, o no? O cuando ven aquí en Venezuela la gente comiendo de los basureros, ¿lo sienten?

¿No les da tremenda tristeza por dentro?

A mí sí.

Bueno …

Ayer --- otra vez --- fui testigo de la tremenda tristeza que debe estar azotando a millones de venezolanos y venezolanas todos los días; la tristeza de ver a su propia familia caerse a pedazos.

Una señora de 53 años de edad estaba hablando por video vía WhatsApp con su hijo de 33 años que vive en Chile desde hace 5 años (hace 5 años que no se ven), y durante unos 20 minutos, los dos estaban llorando y llorando y llorando esperando que algún día se verán otra vez, y que no se mueran antes.

De eso precisamente estaban hablando, y yo allí, con las lágrimas que intentaban escaparse de mis ojos.

Pocos minutos después, la misma señora estaba hablando con la esposa de su hijo, quien se encuentra actualmente en Cúcuta, donde fue a llevar a sus tres hijos desde Chile a la casa de sus padres allí en Cúcuta para que ellos los cuiden mientras ella se regresa a Chile para trabajar allá con su esposo con el fin de generar suficientes ingresos para eventualmente montar un pequeño negocio, sea en Chile, en Colombia, o tal vez en Venezuela si la situación del país se mejora, lo cual ellos ven como muy dudoso. Y bueno, las dos mujeres estaban allí llorando y llorando y llorando vía WhatsApp durante unos 10 minutos, especialmente debido al hecho de que la esposa se regresará a Chile sin sus tres hijos de 6 años, 2 años, y el otro de nueve meses de edad, ella consciente de que tal vez ni ella ni su esposo iban a ver a sus propios hijos crecer.

Lloraban y lloraban.

Pocos minutos después, la misma señora de 53 años de edad, se enteró de que otra prima de ella se fue del país y que se está yendo a Chile para trabajar con su hermana quien se fue para allá hace unos 5 años atrás donde montó una óptica y donde le va muy bien y necesita ayuda para agrandar el negocio, por eso la hermana se va para allá también. La señora se puso aún más triste todavía; otro familiar más que se fue y que probablemente no volverá, es que, otra prima está por fuera también y quiere regresarse para estar cerca de la familia, pero no puede volver debido a las deudas que acumuló allá.

Creo que, hasta ahora, más de la mitad de su familia se ha ido de Venezuela. Hoy están trabajando en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, México, y EEUU.

Bueno …

Después, la señora habló con su hija que vive en el Táchira, y la hija le pidió ayuda financiera para pagar un examen médico para su hija de 5 años de edad (nieta de la señora) porque deben acudir a una clínica privada para hacer el examen porque el hospital central de San Cristóbal no tiene los equipos necesarios, además me dicen que el hospital está plagado de una bacteria muy peligrosa entonces están pidiéndole a la gente de acudir a clínicas privadas para estar más seguro.

Pero, el problema es que, la señora solo gana $120 al mes, y ella misma debe mendigar para sobrevivir, entonces, las dos se pusieron a llorar.

¿Qué pueden hacer?

Nada.

Tienen que pedir dinero, tienen que mendigar, si no, la pequeña niña podría morir.

Ay, ay, ay.

Mendigar para medio vivir, sí señor, y yo hago igual, porque la plata que produzco, simplemente no alcanza.

Para darles una idea de los precios aquí por estos lados de La Guaira donde vivo, una bolsita de 100 gramos de leche en polvo cuesta $3, una botella de dos litros de refresco cuesta $3, un medio cartón de huevos cuesta $3, un kilo de salchichas cuesta $7, una pequeña canilla de pan cuesta $1, el agua para bañarse y lavar platos y ropa durante un mes cuesta $40, la bolsa de 1 kilo de detergente cuesta $3,50, el cloro cuesta $2,50 el litro, el tinte para el cabello cuesta $5, etc., o sea, el costo de la vida aquí en Venezuela hoy, es a precios internacionales, mientras, 1) los salarios son generalmente por debajo de $120 al mes (en lo privado), 2) las pensiones (con los bonos) son generalmente menos de $10 al mes, y 3) los salarios de los empleados del Estado (sin los bonos) son, si no me equivoco, de entre $3,50 al mes y unos $25 o $30 al mes.

¿Ven a qué me refiero?

¿Entienden el desespero que eso causa?

¿Ahora ven por qué la señora llora tanto todo el tiempo?

No solo ella no ve a sus hijos y nietos, y no solo ella está quedando sola sin familia, sino que ni puede mandarles dinero cuando necesitan, aun para ayudar a su nieta de 5 años de edad que está bastante enferma desde hace tiempo ya, vomitándose todo el tiempo y con fiebre e infecciones de todo tipo, y también parece que sufre de los riñones. La señora ahora llora porque no sabe si su nieta de 5 años de edad sobrevivirá, y no hay nada que ella pueda hacer excepto de rogarle a Dios.

¿Esa es manera de vivir?

No.

Yo digo que …

Si esto está pasando aquí en mi entorno, también debe estar pasando a nivel nacional.

¿Verdad?

Ven, la destrucción de la familia y la inminente muerte forman hoy parte integral de la vida cotidiana de millones de venezolanos y venezolanas, es como una plaga, está por todos lados, todos los días.

La tristeza nos está matando.

Quiero llorar.

oscar@oscarheck.com



 

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