Elementos para una posición electoral

Las máquinas de fabricar olvido

Lunes, 22/07/2024 12:49 PM

1.- Hay una extraña coincidencia entre el Gobierno del presidente Maduro/PSUV y el sector opositor representado por María Corina Machado. Ambos polos contrarios están de acuerdo en que el lapso entre diciembre de 1998 y julio de 2024 es un solo paquete. Son veinticinco años que se deben meter en un solo saco. Es un cuarto de siglo a ser interpretado como la Revolución Bolivariana o, como la Destrucción Bolivariana. Así de simple.

Tengo la convicción de que esto no solo es falso, sino que además es todo un operativo epistemológico destinado a que el pueblo venezolano haga una interpretación de la historia, de SU historia, a la medida de las respectivas conveniencias de los bandos opuestos arriba mencionados, esquilmándonos a todas y todos el irrenunciable derecho a saber qué fue lo que nos pasó, con todo el detalle que requeriría el análisis de un tiempo demasiado importante en nuestra vida colectiva, como nación, pero también, y muy dramáticamente, en nuestras vidas personales.

Para quienes nacieron de 1985 en adelante es, prácticamente, toda su vida, y para quienes nacimos antes y mucho antes de ese año, esos veinticinco años son un trecho demasiado importante como para despacharlo con una generalización engañosa.

Como es obvio, el próximo 28 de julio, frente a la máquina de votación, el pueblo venezolano hará un balance práctico de todo este período, votando de una forma o de otra.

2.- 1998 y 2024 se parecen mucho porque entonces era, y ahora es, evidente en el pueblo, la voluntad de cambio. Entonces y ahora estábamos insondablemente hartas y hartos. En 1998 se estaba harto del pacto que había permitido que, de 1974 en adelante, lo que se supiera de la democracia venezolana fuese el fulgurante ascenso al poder de Pedro Tinoco, Gustavo Cisneros, y cuente usted tres, cuatro, cinco hasta doce, los apóstoles que acompañaron a Carlos Andrés Pérez a chuparse la renta del brinco en los precios del petróleo de 1974.

Después, en 1979, vino Luis Herrera Campins a quien, para que sus amigos no quebraran cuando llegó el viernes más famoso de su gobierno, no le quedó otra que fundar el Régimen de Cambio Diferencial (RECADI) y la compra-venta de dólares preferenciales se convirtió en el negocio nacional hasta el sol de hoy.

En 1984 llegó Lusinchi, y con él la Secretaria Privada que ordenaba y mandaba sobre asignación de divisas preferenciales, ascensos militares y apartamentos de la Urb. Juan Pablo II en Montalbán, pero además se le adjudica el sospechoso honor de haber reconocido a la deuda privada de Fedecámaras, como deuda pública, en lo que fue "la transferencia de capital al sector privado de la economía más grande de la historia republicana", según el renunciante, por estar en desacuerdo con esa medida, Ministro de Cordiplan, Dr. Luis Raúl Matos Azócar

. Seguimos en 1989 con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien se inauguró con el estallido social conocido histórica e internacionalmente como El Caracazo. Siempre supimos que era sobre el Comandante en Jefe de las entonces FF.AA., el Presidente Pérez, sobre quien recaía la responsabilidad de haber ordenado la masacre contra el pueblo de Caracas. A lo largo de estos años nos ha sido dado conocer quiénes fueron los verdugos que ejecutaron la orden de ametrallar bloques y edificios atestados de familias, de gente. La generación militar que no exhibió ni una sola objeción de conciencia a disparar contra el pueblo. Quedó el reguero de muertos impunes y siguió la implantación del paquete neoliberal, impuesto por el FMI. Luego vino el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Fallido militarmente a las pocas horas de haberse iniciado, y victorioso políticamente, unas horas más tarde, en la sesión especial del Congreso de la República convocada para rechazar la asonada militar y aprobar la suspensión de garantías constitucionales, con los discursos del senador Rafael Caldera y del diputado Aristóbulo Istúriz.

Después la defenestración de CAP y el gobierno interino de Ramon J. Velázquez, para llegar al mega-fraude electoral de diciembre de 1993, en el que el Dr. Isidro Morales Paúl, presidente del entonces Consejo Supremo Electoral, pasó a Andrés Velásquez, de La Causa R, del primero al cuarto lugar, en las elecciones presidenciales de diciembre de ese año, por detrás de Claudio Fermín, de AD, y Oswaldo Álvarez Paz, de Copei. Todavía se podrá conseguir alguno que otro que piense que en verdad Rafael Caldera ganó esas elecciones. La mayoría todavía creemos que las ganó Andrés Velásquez y La Causa R. Lo que nadie conseguirá, pero ni para remedio, es a alguien que crea que Andrés Velásquez llegó en cuarto lugar. Pero como fraude es fraude, o es completo, o no es. Tan cierto es que algunos compraron como que algunos vendieron.

Y se llegó así al final del segundo gobierno de Rafael Caldera, desfalcados con los Auxilios Financieros a esa brillante generación bancaria que descubrió que no había mejor negocio que quebrar. Estamos en 1998. A cuarenta años del 23 de enero de 1958, cuando cae la dictadura pérez-jimenista. Nadie me negaría que había sobradas razones para estar muy pero que muy hartos, pero eso no me permite meter a esos cuarenta años en un solo saco y desecharlos como un todo. Pero no solo por Guri, ni por el Puente sobre el Lago de Maracaibo, ni por tantas obras icónicas que siguen posibilitando la vida del país, sino por hechos y procesos que no pueden ni deben desconocerse. Como las promociones de profesionales que, durante cuarenta años, egresaron de las universidades nacionales autónomas, cambiando el rostro del país. O que en el gobierno de Luis Herrera (1979-1984), la Ministra para el Desarrollo de la Mujer, Mercedes Pulido, convocó al movimiento de mujeres entres las que recuerdo a Argelia Laya, Isolda Salvatierra, Paulina Gamus, Magdalena Valdivieso, entre muchas otras, quienes se llevaron en los cachos al hediondo mamotreto colonial del Código Civil que, en el último cuarto del pasado siglo XX, hace cuarenta años de nada, discriminaba a los hijos en legítimos, naturales, adulterinos y sacrílegos. Toda una revolución que contó con el férreo enfrentamiento de RCTV, y un encarnizamiento particular de Marcel Granier. O que de 1993 a 1996 Caracas fue gobernada por la izquierda con el liderazgo del Alcalde Aristóbulo Istúriz. Más allá de las opiniones que se pudiera tener sobre su gobierno municipal, sostengo que, en los últimos veinticinco años, el pueblo caraqueño jamás tuvo el poder que las comunidades organizadas en las parroquias llegaron a tener en ese trienio. Su herencia político-jurídica: Las Mesas Técnicas de Agua y la Ordenanza Municipal de los Gobiernos Parroquiales, no solo siguen teniendo vigencia, sino que muy pronto tendrán que ser invocados nuevamente. Para la historia quedó la lección de que se podía gobernar sin robar. Con la consigna de "Por ahora, por ninguno" para las elecciones regionales y municipales de diciembre de 1995, Chávez incidió en la abstención del 85% del electorado capitalino, entregándole con un lazo de regalo la Alcaldía del Municipio Libertador a Antonio Ledezma.

En 1998 se estaba tan harto como era posible estarlo con lo que se dio en llamar "la sociedad de cómplices", pero no aceptaría que se despachara esa experiencia del pueblo venezolano, la experiencia de esos cuarenta años, como un paquete homogéneo.

3.- ¿De qué estamos hartos en 2024? Mientras nos vamos, cada quien, respondiendo a esta pregunta que, como es lógico, tendrá muchos elementos de coincidencia, pero también muchas particularidades, creo necesario regresar a 1998 para recordar el insólito espectáculo de ese año. A Irene Sáez la dejaron los copeyanos con los crespos de Presidenta hechos. Los adecos no solo le quitaron la candidatura a su antiguo jefe, Luis Alfaro Ucero, sino que lo dejaron hasta sin la llave de su oficina. Todo por el arremolinamiento en torno a la candidatura de Henrique Salas Römer para tratar de impedir que Hugo Chávez Frías ganara las elecciones. Mientras tanto, Chávez recorría el país proponiendo su refundación mediante una Asamblea Nacional Constituyente.

Las cifras de esas elecciones de diciembre de 1998, tienen todavía mucho estudio adeudado. La participación en las elecciones fue de 64% y la abstención de 36%. Del universo votante Chávez ganó con el 56,2% de los votos y Henrique Salas Römer obtuvo el 40%. Eran dos casi mitades, una de ellas 16, 2 %más grande que la otra.

El año 1999 tuvo tres procesos electorales: El Referendo Consultivo sobre si aprobábamos o no la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Se realizó el 25 de abril y aprobamos su convocatoria. La elección de dicha Asamblea Nacional se llevó a cabo el 25 de julio, y el proceso de elaboración colectiva del proyecto de Constitución Nacional a ser sometido a Referendo culminó con la realización de éste el 15 de diciembre, quedando aprobada por el voto popular la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Al año siguiente, 2000, se produjo el proceso de Elecciones Generales conocido como la Relegitimación de poderes ante la nueva Constitución Nacional. Se llevó a cabo el 30 de julio. Se elegía Presidencia de la República, Asamblea Nacional, Gobernadores de Estado, Asambleas Legislativas estadales, Alcaldes, Concejales y Juntas Parroquiales. El país se volvió a partir en las mismas dos mitades asimétricas una más grande que la otra, pero mitades al fin. Es un hecho destacable que, a solo ocho años del golpe de Estado, la presidencia de la República la disputaron las dos cabezas visibles del movimiento militar del 4 de febrero de 1992: Hugo Chávez Frías y Francisco Arias Cárdenas.

En 2001 vinieron las leyes de Hidrocarburos y Tierras. El presidente Chávez requería para su gobierno de un nuevo instrumental jurídico y lo debatió en el lugar indicado: la Asamblea Nacional. Pero eso no le gustó a la oposición que se había nucleado en la candidatura de Francisco Javier Arias Cárdenas, devenida en la autodenominada Coordinadora Democrática cuyos exponentes fundamentales pasaron a ser Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras, Carlos Ortega, presidente de la CTV y la Conferencia Episcopal Venezolana.

Esa fuerza política le permitió un año y siete meses al gobierno del presidente Chávez antes de darle el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Con algo más que la bendición del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el alto mando militar de la FANB urdió un plan para generar una situación de violencia en acuerdo con la Dirección Política de la Coordinadora Democrática, en la gran manifestación de protesta que ésta promovía y convocaba para el jueves 11 de abril de ese año. El documento que hace de esta historia un hecho macabro, es que la grabación del Alto Mando militar que después sería difundida por los medios de comunicación social, justificando el desconocimiento de quien era su Comandante en Jefe, el presidente Chávez, en atención a los muertos que se habían producido en la marcha de protesta del jueves 11 de abril, fue realizada el miércoles 10 de abril por Otto Neustadt, corresponsal de CNN. 24 horas antes de los acontecimientos que estaban fríamente planificados, Otto Neustadt declaró haber grabado la declaración de los militares golpistas, lo que añade premeditación y alevosía. No le quito importancia a la marcha de ese día, por el contrario, lo que creo es que esa grandísima manifestación de protesta contra el gobierno del presidente Chávez, fue manipulada para darle contexto a los muertos causados por los francotiradores apostados, por la conspiración, en el Hotel Ausonia, contiguo a Puente Llaguno. Francotiradores que inicialmente fueron detenidos por la Policia Metropolitana comandada por el Alcalde Alfredo Peña y posteriormente liberados bajo su responsabilidad.

Cayó el gobierno y el presidente Chávez fue secuestrado por el Alto Mando militar y llevado en primera instancia a Fuerte Tiuna, después a la Base Naval de Turiamo y, finalmente, a la Base Naval de La Orchila. El viernes 12 de abril fue, por la mañana, el día del Decreto Carmona, el día en que la Coordinadora Democrática demostró lo democrática que era. Y, por la tarde, el día del estruendo del pueblo. El cacerolazo de esa tarde, que ninguna parcialidad política, ni nadie en particular, puede atribuirse, fue el mayor estruendo colectivo jamás realizado. Fue la convocatoria para que el sábado 13 de abril de 2002, se saliera a las calles de todo el país a insurgir contra el golpe de Estado. La retoma del palacio de Miraflores el mismo día que estaba pautada la juramentación de Pedro Carmona, y el rescate del presidente Chávez de donde lo tenían secuestrado, fue el final de aquellos cuatro días que significaron una indeleble experiencia del pueblo venezolano. Se había aprendido más en cuatro días que en cuarenta años.

Para no perder el calor del brazo, en diciembre de ese año 2002, a escasos ocho meses del fallido golpe de Estado, la llamada Coordinadora Democrática, junto a la autodenominada Gente del Petróleo le "pichó" al gobierno del presidente Chávez el paro/sabotaje petrolero del 2 de diciembre de 2002. El término paro/sabotaje da cuenta de que lo que ocurrió no fue solo un abandono de los puestos de trabajo, sino que este abandono se hizo dejando el patuque dentro, para que los tubos, las refinerías, las instalaciones, no sirvieran más. A una industria petrolera totalmente informatizada, la dejaron ciega. Sin las claves de acceso para la realización de las diferentes operaciones. Se produjo así el atentado a la economía venezolana más grande de la historia…hasta ese entonces. Después de 62 días de paro/sabotaje petrolero, tras una epopéyica recuperación que contó con la participación espontánea de trabajadores petroleros jubilados que sustituyeron a los que abandonaron sus puestos de trabajo, quienes no eran particularmente chavistas, pero que no podían permitir que destrozaran a la empresa que había sido construida a lo largo de sus vidas; PDVSA renació el 2 de febrero de 2003 y, en relativamente poco tiempo en relación al daño sufrido, normalizó su producción en torno a los tres millones de barriles por día.

En el año 2003, el presidente Chávez inaugura las Misiones Sociales Barrio Adentro, para el área de Salud y Robinson y Ribas en el área de la Educación. En el 2004, incursionando por primera vez en el marco constitucional, la Coordinadora Democrática con el nombre de Súmate intentó y logró por medio de la recolección de firmas pautadas en la Constitución, la misma que quemaron a placer durante el golpe de Estado de 2002, la convocatoria a un Referendo Revocatorio. Este Referendo era el estreno en Venezuela del voto automatizado. Los resultados de éste fueron que, con una participación del 69,2%, casi 70% del padrón electoral, Chávez quedó ratificado como Presidente con el 59.1, casi 60% de los votos y quienes votaron por revocarlo el 40.64%. Otra vez las dos mitades asimétricas, esta vez casi 20 puntos una más grande que la otra. Al grito de ¡fraude¡, que profirió la Coordinadora Democrática en boca del diputado Henry Ramos Allup, y la promesa nunca cumplida de presentar pruebas, les contestó Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos, diciendo que ya quisiera él para su país un sistema automatizado como el de Venezuela, y Jennifer McCoy, del Centro Carter, quien declaró metafóricamente "haber dormido sobre las cajas", confirmó que todas las revisiones y todas las auditorías confirmaban los resultados anunciados por el CNE.

El Centro Carter no tenía que jurar demasiado que no era chavista, pero en todo caso, la milimétrica fotografía que el sistema automatizado tomaba mesa por mesa, centro de votación por centro de votación, parroquia por parroquia, municipio por municipio, estado por estado, coincidía tanto con lo que en realidad había ocurrido, que la credibilidad en el sistema se afincó. No confundir, por favor, al sistema automatizado de votación, con unas elecciones mínimamente serias. Si no hay nada más que el sistema automatizado de votación, ésa es una condición que se tiene, no es lo que se considera justo. Si no hay nada más que eso, se lucha con eso, porque el voto es un instrumento de lucha. Pero las elecciones libres, confiables, transparentes, son otra cosa, que conste.

Para seguir en onda electoral, al año siguiente, 2005, cuando estaban pautadas, de acuerdo a la nueva Constitución, las segundas elecciones legislativas en el parlamento venezolano, la Coordinadora Democrática, algunos creemos que por influencia del Departamento de Estado de los Estados Unidos, ordena una política de desestabilización del gobierno del presidente Chávez utilizando para ello la táctica de la abstención, no solo de los ciudadanos, sino de los partidos políticos, a las elecciones parlamentarias de 2005. La historia sufre aquí la impronta provinciana, pues mientras los partidos de Caracas cuadran rápidamente, uno tras otro, con la política de abstención en las parlamentarias, a cuenta de la supuesta falta de confiabilidad del CNE, esa escisión zuliana de Acción Democrática que siempre significó Un Nuevo Tiempo, no por casualidad su líder histórico, Manuel Rosales, fue visto siempre como el posible heredero del liderazgo de Carlos Andrés Pérez, se resiste a esa política de abstención electoral porque ni pendejos que fueran. La cartografía a la que se llegaba como información pública, que proveía el CNE, les permitía saber cuántos diputados tenían, dónde estaban y todo lo demás. Y que ellos, Un Nuevo Tiempo, en el negocio de la abstención, tenían pura pérdida y en el de la participación electoral, la mínima ganancia de la preservación de lo que luego se daría en llamar "el territorio". ¿Quién hizo cambiar de opinión a Un Nuevo Tiempo y a su líder Manuel Rosales? El caso es que alguien lo hizo. Las elecciones parlamentarias no se suspendieron y pasó lo que tenía que pasar. Una Asamblea Nacional unicolor.

Y así se llegó al año 2006. Año de elecciones presidenciales. Año de evaluación práctica de una gestión de gobierno mediante el voto. ¿Fueron eso las elecciones de diciembre de 2006? No pareciera descabellada una lectura según la cual, el pueblo vio cómo, en seis años, la oposición representada en Machado le dio al presidente Chávez hasta con el tobo. Le lanzó un golpe de Estado, un paro sabotaje petrolero, un Referendo Revocatorio, un sabotaje desestabilizador de las elecciones parlamentarias y llega, como quien no ha roto un plato, a las elecciones presidenciales de 2006, con la candidatura de Manuel Rosales. Por otra parte, el pueblo también vio que el barril de petróleo que el presidente Chávez recibió en siete dólares, cuando producirlo costaba cinco, para el 2006 estaba alrededor de los 60$ por barril, a punta de políticas tan perezalfonsianas como reconstruir a la OPEP que estaba vuelta flecos. También vio que con la Misión Social Barrio Adentro la atención primaria en salud que el pueblo recibía dio un salto astronómico. Que con la Misión Social Robinson y Ribas el llamado a reincorporarse al proceso educativo en donde se hubiese dejado, entusiasmó a un pueblo que expresó su voluntad de incorporarse a la educación. El incremento del ingreso que reflejaron todas las mediciones de los organismos nacionales e internacionales, que pregonaban al mundo una significativa reducción de la desigualdad en Venezuela, fue reflejado por la Asociación Bancaria Nacional, la cual jamás había obtenido ganancias como las que realizó durante ese período.

¿Por qué será que quieren que nos olvidemos de todo esto? De aquél sentimiento que aunaba esa constatación de prosperidad con una percepción de cambio de rumbo hacia la soberanía. Será ese sentimiento el que se expresó en unas elecciones presidenciales con una participación del del 74, 69, casi 75%, del padrón electoral, en las que el presidente Chávez obtuvo el 62,84% de los votos, y Manuel Rosales el 36,90%. Que tras un sexenio como el que le había prodigado la llamada Coordinadora Democrática al presidente Chávez, éste hubiese aumentado su votación en términos absolutos y relativos, era todo un documento político. Ya no se podía hablar de mitades, el país se había decantado, después de siete años de experiencia, por ese rumbo político, pero había más de cuatro millones de personas que todavía se oponían.

Vino el 2007. En el aspecto político ocurre la pretensión fallida del presidente Chávez en el sentido de reformar la Constitución Nacional para que dijera la palabra socialismo. En el momento cumbre de su popularidad, recién electo presidente por abrumadora mayoría, Chávez pierde la votación del Referendo por la que defendió como su Reforma, y la Constitución Nacional de 1999 quedó intacta. Ese desplazamiento de electores que habían votado por Chávez para presidente y contra Chávez en su pretensión de reformar la Constitución, sigue siendo el momento más brillante del electorado venezolano en toda su historia.

Pero fue también en 2007 cuando, con la designación por parte del presidente Chávez del Teniente(r) Alejandro Andrade como presidente de la Oficina Nacional del Tesoro, Venezuela se puso en "modo robar". Es esencial comprender esto. No estoy diciendo que antes de 2007 no haya habido corrupción. Lo que trato de decir es que antes de esa fecha, el país en su conjunto, no estaba en "modo robar". A partir de enero de 2007, la cabeza de las finanzas nacionales, la presidencia de la Oficina Nacional del Tesoro es transformada en la oficina de negocios de la corrupción más metódica y organizada que se haya efectuado jamás en el país, en una cueva de ladrones de alto standing y era muy difícil que eso no drenara hacia el resto del aparato del Estado y hacia el resto de la sociedad en su conjunto, transformándose en la lógica con la cual, en cualquier alcabala de cualquier carretera de la nación, cualquier efectivo de la FANB se sintiera con derecho a extorsionar a cualquier ciudadano con no seguir la ruta y detener el vehículo, hasta que el antedicho ciudadano no se manifestara con "la colaboración para los frescos". Eso es "modo robar". Eso sí nos pasó a partir de esa fecha. Se pusieron de moda palabras como "robolución", "bolichico", "boligarca", por más que produzca mucha indignación el habernos enterado, a mi juicio culposamente, mucho tiempo después del que tenía que haber sido. Un punto más en este sentido es advertir que en este texto estoy siguiendo el orden cronológico en el que ocurrieron las cosas ahora que las sé, pues reconozco no haberlas sabido cuando ocurrieron, lo que me convierte en un "desinformado culposo".

En todo caso, es un dato de la realidad que desde enero de 2007 hasta el 30 de septiembre de 2013, con el intervalo de pocos meses (7-1-11 al 17-5-11) en el que, el también militar Rodolfo Marco Torres, detentó la presidencia de la Oficina Nacional del Tesoro, ésta fue presidida por el Teniente Alejandro Andrade y la Sargento Técnico Claudia Díaz, dos personas juzgadas y condenadas a prisión por la justicia estadounidense, que no por la venezolana, el primero ya libre tras pagar la parte de la condena que le quedó, luego de sus arreglos con el gobierno de los Estados Unidos, la segunda pagando condena todavía a pesar de haber hecho también sus arreglos con el gobierno estadounidense. El Teniente Alejandro Andrade confesó ante el tribunal de Florida que le seguía juicio que, con las comisiones que cobraba a cambio del otorgamiento de divisas preferenciales de CADIVI, levantó su fortuna personal de mil doscientos millones de dólares. Fortuna que estaba intentando "lavar" cuando fue detectado y sometido a la justicia estadounidense. Nuestra tragedia cotidiana está hecha de esa humillación que permanece. Al funcionario corrupto de máxima responsabilidad en el mega desfalco de CADIVI lo inculpa y lo detiene la justicia estadounidense, que lo atrapa por un movimiento en falso en el territorio de los Estados Unidos, no hubo contraloría venezolana que le mirase el lujoso haras y los purasangre que se compró en el condado de Wellington, Florida, con su sueldo ministerial durante tres años en el gobierno del presidente Chávez. Entonces, más allá de cualquier otra consideración, ¿cómo se dice de otro modo que, durante todo el tercer gobierno constitucional del presidente Chávez (2007-2013), en la Oficina Nacional del Tesoro, un par de corruptos transformaron a la llamada Revolución Bolivariana en una robadera? Y lo más oprobioso, lo más vergonzoso. Está bien, Teniente Alejandro Andrade, levantaste mil doscientos millones de dólares a punta de comisiones por otorgamiento de divisas preferenciales …¿a quienes? Estoy harto de vivir con la humillación cotidiana de que no podamos saber la lista de las personas naturales o jurídicas que se llevaron los dólares preferenciales de CADIVI pagándole su comisión al Teniente Alejandro Andrade. Estoy harto de que el llamado socialismo del siglo XXI sea el sistema en el que el pueblo no tiene el derecho de saber lo que hacen con su dinero, con sus divisas, con sus recursos. Pero estoy todavía más harto de que me digan que no podemos saber esa lista porque esa lista contiene "secretos de la patria", como respondió un alto funcionario del gobierno cuando negaba la difusión pública de esa lista en los momentos en que se desarrollaba el juicio contra el Teniente Andrade en Estados Unidos. ¿Secretos de la patria? ¿Cuáles podrían ser esos secretos de la patria? A ver, pensemos: ¿de quién era muy amigo, pero que muy amigo, el teniente Alejandro Andrade? ¿Acaso allegados a, o la misma familia presidencial, nos pudo cobrar la Revolución Bolivariana en millones de dólares? ¿Es eso lo que quieren que pensemos al no darnos lo que debería ser una información pública? ¿A quiénes le dieron el que era nuestro dinero? ¿Quiénes son los cómplices del Teniente Alejandro Andrade y la Sargento Técnico Claudia Díaz? Sí, ¡cómo no¡, se repartieron a la población escolar unos millones de las computadoras llamadas Canaimitas. Se fundaron UNASUR y CELAC, que no es poca cosa, pero en la médula, en lo esencial, al país lo habían vuelto una robadera y muchos no lo sabíamos y otros muchos no lo queríamos saber. Es bueno recordar que desde el 2006 al 2011, o sea cuatro años de ese tercer gobierno constitucional, el presidente Chávez gobierna sin oposición parlamentaria. El barril de petróleo pasó de 60 a 120$ por barril, esta vez no debido a políticas y prácticas perezalfonsianas, sino a veleidades del mercado. En promedio, durante ese sexenio 2007-20013, el barril se mantuvo alrededor de los 100 $. Aquello era todo el dinero del mundo. Se tenía todo el poder del Estado y todos los recursos financieros que proveía una increíble bonanza petrolera y ¿qué se hizo con todo eso? Permitan que me cite "Con todo ese poder se construyó el oficialismo, se profundizó el rentismo, el clientelismo y la corrupción, se incrementó a la enésima potencia la producción de "raspacupos", se potenció la importación de productos extranjeros sobre la producción nacional, se reanimó la actitud, la conducta y el espíritu del "Tabaratodamedos", de tan triste recuerdo en la idiosincrasia nacional, en fin, el socialismo inconstitucional del que hacía propaganda el gobierno bolivariano, era un corazoncito cursi, en las carteleras del Metro, en el que se leía: "hecho en socialismo", cuando lo que se hacía en Venezuela era importar." (1)

La situación de salud del presidente Chávez fue motivo de preocupación desde el 2011, año de la información pública sobre la afectación que sufría, pasando por la etapa de su curación: "Yo tuve cáncer", y la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2012, con el mítico mitin de cierre bajo la lluvia en la Av. Bolívar, cuya foto todavía está en muchas estaciones del Metro. La victoria electoral sobre un Henrique Capriles, que le habían puesto por delante, y que le había ocasionado la pérdida neta de millón y medio de votos de diferencia con la oposición respecto del 2006. De acuerdo a su propio discurso, Chávez no perdió esos votos frente a ese candidato. Los perdió frente a sí mismo. Aún con el componente emocional de la situación de salud del presidente Chávez, el 2012 no tenía, para nada, el sentimiento del 2006, porque ya lo que tenía que heder, hedía.

Después la alocución del presidente Chávez, el 8 de diciembre de 2012, diciendo que salía para Cuba, a operarse, y que si no regresaba, que votáramos por Maduro. Fue a Cuba se operó y regresó a Caracas. Cuando su muerte fue oficialmente anunciada, el 5 de marzo de 2013, el comunicador en la red social X conocido como "El Plebeyo", vivió una experiencia que en su momento compartió y que resume al presidente Chávez. Ese día, trabajando como chef en un restaurante de Los Palos Grandes, a él le fue dado asomarse al área de comedor, donde están las mesas, y ver y escuchar a los diferentes grupos de personas que brindaban alegremente por la muerte del presidente Chávez, y regresar al área de cocina, donde todo el personal estaba llorando a lágrima viva.

Vinieron las elecciones que pauta la Constitución en 30 días, se realizaron el 14 de abril de 2013. Contaron con una participación del 79,65 % del REP. Nicolás Maduro obtuvo 7.587.579 votos y se impuso a Henrique Capriles quien obtuvo 7.363.980 votos. La diferencia fue de 223.599 votos. Quien sienta o exprese la duda sobre esos resultados, que en su momento expresó Capriles con un saldo de muertos muy lamentable, piense que siete meses más tarde, en diciembre de 2013, se llevan a cabo las elecciones Municipales. Estas fueron planteadas por la terna que conformaban María Corina Machado, Henrique Capriles y Leopoldo López, como un plebiscito de validez sobre los resultados de las presidenciales que perdieron el 14 de abril. Si la oposición ganaba las municipales, el triunfo de Maduro en las presidenciales quedaría evidenciado como fraude. El presidente Maduro y el PSUV ganaron las municipales de diciembre de 2013, con un margen más holgado que en las presidenciales, 48,69% a 39,34%, pero que no impidió que la oposición pasara de 56 a 81 alcaldías entre las que estaban Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y San Cristóbal.

Regresemos a los primeros días del primer gobierno del presidente Maduro pues ocurre algo que lo marca en forma determinante. A fines del mismo mes en que fue elegido presidente de la República, Maduro nombra a la Ing. Edmée Betancourt como presidenta del Banco Central de Venezuela. En agosto de 2013, a cuatro meses de haber sido nombrada, Edmée Betancourt fue removida de su cargo como presidenta del BCV por denunciar que, solo en ese año 2013, fueron entregados por la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), 22.000 millones de dólares masivamente subsidiados, a "empresas de maletín". La terna oficialista conformada por el presidente Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello denostó de aquella mujer, referente de los gobiernos de Chávez. Le dijeron de todo menos mentirosa. En cuanto a la denuncia formulada en su carácter de presidenta del BCV, callaron y otorgaron. En términos de lo que significó aquel conflicto, en el inicio del primer gobierno del presidente Maduro, se puede decir que el "modo robar" continuaba gozando de excelente salud.

La oposición pudo plantearse todo tipo de coordinaciones para la realización de gobiernos alternativos a los del oficialismo en términos de eficacia, transparencia, participación ciudadana, etc., en las 81 alcaldías ganadas. Pero Machado y López le encasquetaron a Capriles toda la derrota de la coartada según la cual, las elecciones Municipales de diciembre de 2013 iban a desmentir los resultados de las presidenciales de abril del mismo año, y se lanzaron a la primera operación de guerra de baja intensidad, o guarimba, que bautizaron "La Salida". La pataleta anticonstitucional y violenta costó 43 muertos y 486 heridos.

Los precios del petróleo empezaron a caer abruptamente durante todo el 2014. En junio de ese año, el hasta entonces ministro de Planificación, Jorge Giordani, presentó su famoso "Testimonio y responsabilidad ante la historia" estremecedor documento que profundizaba lo denunciado por la Ing. Edmée Betancourt. Expulsado en términos degradantes del gobierno, sobre él se cebó la terna oficialista que operó con la ex presidenta del Banco Central de Venezuela. Dijeron cosas sobre sus "..reconcomios trasnochados…" pero mentiroso no le dijeron, ni desmintieron lo que denunció. El ministro Héctor Navarro, en su carácter de miembro de la dirección del PSUV, se solidarizó con su denuncia e inmediatamente corrió con la misma suerte. En menos de un año, por denunciar la corrupción, se había salido de tres reconocidísimas figuras de los gobiernos del presidente Chávez. Edmée Betancourt, Jorge Giordani y Héctor Navarro.

Con el 2015 hizo su aparición la escasez, el acaparamiento, el desabastecimiento, la especulación, el desempleo, las colas, la palabra bachaquerismo y el verbo bachaquear. No es cierto que todos hayamos bachaqueado, pero sí es cierto que todos fuimos bachaqueados. Era el "modo robar" masificado, llevado al extremo. Se bachaqueaban productos, básicamente alimentos. Se compraban a dólar subsidiado y se vendían a dólar de mercado. El bachaqueo que abastecía a todo el Norte de Santander, en la hermana República de Colombia, se hacía en gandolas, con colusión de las autoridades en ambos lados de la frontera. El bachaqueo de mantel en la acera de cualquier avenida o calle de la nación, era el mismo principio a diferente escala. Después de tan abrupta caída en el "salvesequienpuedismo", después de haberse tocado la guitarra en las costillas, después de haber masivamente enflaquecido, nada de extraño tenía que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ganara contundentemente las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015. 112 diputados a 55. Esto es, que la MUD había obtenido 2/3 de la Asamblea Nacional.

Ni cortos ni perezosos, eso sí, mandando la Constitución al mismísimo carajo, entre el 7 de diciembre de 2015 y el 5 de enero de 2016, la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional, que estaba a menos de un mes de fenecer antes de ser sustituida por la que había sido recién electa, de abrumadora mayoría opositora, se confeccionó un TSJ a la medida de sus dificultades inmediatas y de mediano plazo. Era aquel un TSJ "pa’ lo que salga". Y lo primero que salió fue quitarle a la oposición la mayoría calificada en la Asamblea Nacional mediante la anulación arbitraria e ilegal de las elecciones en el Edo. Amazonas, después de la proclamación de los diputados electos hecha por el CNE, lo que le quitaba a la MUD tres diputados y al PSUV uno. Con esos tres diputados que le quitaban del Edo. Amazonas, la MUD dejaba de tener la mayoría calificada. Es muy importante entender esta jugada pues de ella derivó un proceso acelerado de descomposición y desintegración institucional que hoy llega a registros de absoluta gravedad. Se llama ausencia del Estado de Derecho. El TSJ, sin la menor justificación legal que se corresponda con la magnitud y trascendencia de su decisión, invalida la manifestación de la voluntad del pueblo del Edo. Amazonas expresada en las elecciones parlamentarias, a cuenta de la supuesta comisión de un delito electoral que jamás se investigó y mucho menos se encontró al culpable de la comisión de tal presunto delito electoral, que funcionó exclusivamente como coartada para que el CNE desproclamara a los diputados que había proclamado, quitándole a la MUD la mayoría calificada de 2/3.

El gobierno del presidente Maduro se sale con la suya al quitarse de encima la amenaza de la mayoría calificada en manos de la oposición, pero no puede hacerlo sin transformar al Tribunal Supremo de Justicia en el bufete de Miraflores, y al Poder Electoral, al Consejo Nacional Electoral, en el Ministerio de Elecciones del Gobierno. A eso llamamos degradación institucional. El TSJ "pa’ lo que salga" declara en desacato a la Asamblea Nacional hasta que no se produzca le desincorporación de los diputados de Amazonas ordenada por el TSJ.

El petróleo hacia abajo en el precio, y la industria hacia abajo en capacidad operativa, la carencia de petrodólares asfixiaba al gobierno y si lo que había que vender era el aire, el agua y la Biodiversidad de la Orinoquia, eso era dándole. No había ningún otro tipo de consideración. El decreto del siempre mal llamado Arco Minero del Orinoco, anunciado al país el 24 de febrero de 2016, era toda una declaración política: Ni Derechos de los Pueblos Indígenas, ni derechos ambientales del pueblo venezolano en su conjunto. Se violó todo lo que se podía violar y se restregó bien fuerte para que quedara bien claro quiénes mandaban en este país devenido en hacienda. El auditorio que se buscó para anunciar el decreto no podía ser más apropiado. Las transnacionales mineras del planeta que hacen vida en la Bolsa de Toronto. Se estaba entregando el 12% del territorio nacional, que es a su vez el territorio de al menos doce pueblos indígenas entre los que destacan el Guarao, el Pemón, el E’ñepa, el Yek’wana, el Sanema, el Jibi entre otros. Se estaban desconociendo todas las protecciones legales y constitucionales al agua y al ambiente. No podía concebirse un comportamiento más extractivista y más entreguista a un mismo tiempo. El modo en el que la Constitución Nacional era transgredida, era la mejor evidencia de la deriva del gobierno hacia un autoritarismo cada vez más feroz, cuyas consecuencias no se hacían esperar. Menciono un caso que, por su gravedad, resulta paradigmático. Es un resumen de la investigación llevada a cabo por la Bióloga y Epidemióloga María Eugenia Grillet del Instituto de Zoología Tropical de la UCV. Cuando el gobierno del presidente Maduro decreta el mal llamado Arco Minero del Orinoco, en febrero de 2016, violando para ello todos los preceptos constitucionales, la crisis económica y el desempleo hacían estragos y, desde muchas y diferentes partes del país, mucha gente se lanzó a tratar de enfrentar la crisis con la minería, y se fueron al sur del Orinoco. Allí, al sur de nuestro padre río, desde hacía años se encontraban los núcleos más activos de paludismo. La gente que se fue a las minas se contaminó con la enfermedad y, cuando regresó a sus lugares de origen, se la llevó consigo, y ésta se diseminó por todo el país, transformándonos en una nación palúdica. Eso también se lo debemos al Arco Minero del Orinoco y al autoritarismo.

En el plano estrictamente político, el 2016 nos depara todavía el secuestro del derecho a Referendo Revocatorio, pieza esencial de la Constitución Bolivariana. En efecto, el 1 de agosto de 2016, Tibisay Lucena, Rectora del CNE reconoce que se cumplió con el requisito de recolección de manifestación de voluntad del 1% del padrón electoral. El 30 de agosto de ese año, la Ing. Socorro Hernández, Rectora del CNE, anuncia que la segunda fase del proceso, la recolección de huellas dactilares para la manifestación de voluntad del 20% del REP, se efectuaría del 24 al 30 de octubre de ese 2016. Y a pesar de que hasta donde llegó, aquella había sido una manifestación tan grande de ciudadanía, el terror de que esos seis días, del 24 al 30 de octubre, se transformaran de una vez en el Referendo Revocatorio ante los ojos del mundo, llevó al gobierno/PSUV a recurrir a unos tribunales sin jurisdicción en materia electoral que, al igual que en el caso de Amazonas, se prestaron para darle al CNE la coartada jurídica con la que anular la decisión que había anunciado. El gobierno/PSUV se quitó de encima un Referendo Revocatorio que habría perdido aparatosamente, todos lo sabíamos, pero ya la Constitución Nacional era cada vez más un fetiche que, en su formato de librito azul, todo el mundo agarra y todo el mundo maraquea, pero que no se cumple.

El 2017 es, antes que ninguna otra cosa, un grito de protesta ahogado en sangre. Son más de ciento sesenta personas que se quedaron regadas en la calle exigiendo libertad y una persona quemada viva por parecer chavista. El primero de mayo de ese año, el presidente Maduro contesta a un mes de grandes marchas de protesta por parte de la oposición, con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente sin pasar por el Referendo Popular, la obligatoria consulta al pueblo, que lo autorizara a convocarla. Ciertamente, el primer adversario político del gobierno del presidente Maduro siempre fue la Constitución Nacional de 1999, la Constitución Bolivariana, pero eso no lo autorizaba a pretender cambiarla a juro y porque sí. El patuque de aquellas elecciones, en las que unos ciudadanos tendrían dos votos, mientras que otros ciudadanos tendrían solo uno, fue de tal magnitud, que las resumen e identifican dos hechos: por un lado jamás se conocieron los resultados definitivos, lo que habla pésimo de cualquier elección y, cuando dieron la primera cifra de participación en las elecciones de ese 30 de julio, Smartmatic, poseedora del software del sistema electoral venezolano, denunció una manipulación en las cifras de participación electoral de por lo menos un millón de votos.

Aún cuando burda, le sacaron jugo a la maniobra. La "supraconstitucional" y "plenipotenciaria" Asamblea Nacional Constituyente se instaló el 4 de agosto de 2017 y se disolvió el 18 de diciembre de 2020, con la entrega de su parto jurídico La Ley Antibloqueo. Durante su existencia sirvió para bloquear a la Asamblea Nacional opositora, para darle permiso al gobierno a hacer lo que le diera la gana y para resolver el asunto económico más acuciante: ¿Cómo seguir entregando el país legalmente si hay una Constitución que lo impide? La Ley Antibloqueo les resolvió el problema de una legislación con la que se hace lo que al gobierno le da la gana y no se le rinde cuentas a nadie.

La sensación de asfixia que se generó fue tan grande que, como manifestación de algo muy profundo, la gente se empezó a ir del país a torrentes. Los jóvenes por jóvenes, los viejos por viejos, pero entre el año 2017 cuando comenzó, y el presente, ya se coloca alrededor de los 8.000.000 de personas, casi un tercio de la población de un país que, de por sí, estaba bastante vacío. El año 2017 terminó con las Elecciones Regionales. De este a oeste la oposición ganó en Nueva Esparta, Anzoátegui, Mérida, Táchira y Zulia. El gobierno /PSUV en el resto.

Las noticias de sucesos en los periódicos, también dan cuenta de lo que está ocurriendo en el país. El diario Ultimas Noticias del 2 de diciembre de 2017 informa que, tras vertiginosa persecución por parte de vehículos de la GNB, a la altura del Km. 25 de la carretera Machiques-Colón en el Edo. Zulia, fueron detenidos tres vehículos identificados con el logotipo del SEBIN conducidos por funcionarios activos del SEBIN en los que se transportaban 588 Kg. de cocaína. Hasta aquí la información del periódico. El entonces ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Gral. Néstor Reverol, a pesar de que a personal de una institución bajo su mando y responsabilidad, utilizando vehículos de la referida institución, tras ser detenidos por la GNB con saldo de una persona fallecida en la persecución, se les incautó más de media tonelada de cocaína, no creyó necesario dar declaración alguna.

En el 2017 empezaron a operar prácticamente las medidas coercitivas unilaterales, mal llamadas sanciones económicas, por parte del gobierno de Estados Unidos, infligiendo un grave daño a la economía del país, dándole excusa al gobierno para incrementar la opacidad de las transacciones y la corrupción, y agravando criminalmente las condiciones de vida de la población venezolana. Dicho esto, es obligatorio advertir que los daños estructurales a la economía nacional los ocasionó la corrupción, no las sanciones. Las medidas coercitivas unilaterales sólo los agravaron.

El 2018 mira al 2024 y le pregunta: ¿qué tienes tú que no tuve yo? Y el 2024 le responde: Unas ganas de votar que no las brinca un venado. Las elecciones presidenciales de 2018 fueron víctimas de una campaña abstencionista que estaba jugando abiertamente, como lo demostrará claramente este sexenio, a pretender resolver el problema venezolano por vías no electorales, no constitucionales, no pacíficas. Pero en todo caso, como el fantasma abstencionista es muy caprichoso, es bueno recordarle que le debemos exclusivamente a él estos últimos seis años del gobierno del presidente Maduro. "Si votamos ganamos", era la consigna de Henry Falcón, y era verdad. Pero no votamos, y perdimos. No dicho en términos personales, yo sí voté, sino en términos generales, como nación. No votamos y perdimos. Esto es bueno recordarlo porque el fantasma del abstencionismo anda por ahí, buscando las excusas que, pródigo, el gobierno/PSUV le tira a cada rato.

El 2019 fue cuando la guerra civil, como posibilidad efectiva y real, estuvo más cerca. El 23 de enero de ese año, en una jugada concertada con quien entonces era el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el diputado Juan Guaidó, presidente recién electo de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional, se autojuramentó ante un presunto cabildo abierto, como presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela. El presidente Trump hizo público su reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino a los cinco minutos de la autojuramentación. A esa señal política, dócilmente, se plegaron casi sesenta países que también reconocieron al diputado Guaidó como presidente interino entre los que destaco a España, Francia, Reino Unido, Brasil y Colombia entre otros, en la que fue la más grande y desvergonzada intervención extranjera en los asuntos internos de un país. Una intervención envenenada que no vacilaba en arrojarnos a una guerra civil. Comprensiblemente, China, Irán, Rusia y Turquía mantienen y refuerzan su reconocimiento al presidente Maduro, y así Venezuela entra en las mejores condiciones externas e internas para una guerra civil. Un presunto gobierno paralelo decidido por Washington, y un gobierno constitucional que no respeta la Constitución.

Siguiendo con las prácticas de provocación bélica, el 23 de febrero de 2019 la oposición llevó a cabo la provocación del puente internacional de Tienditas, aledaño a la ciudad de Cúcuta. Con la participación de tres presidentes latinoamericanos, no escatimaron recursos en el montaje, Piñera de Chile, Benítez de Paraguay y Duque de Colombia, se plantearon sí o sí, para ese día, la entrada de la supuesta ayuda humanitaria lo que equivalía a una invasión. Lo que quedó fue el show.

Chimbo y todo, el del 30 de abril de 2019 fue un golpe de Estado fallido, y la parte de la operación destinada a sacar a Leopoldo López de la prisión de su casa y llevarlo a la embajada de España, fue cumplida cabalmente. Eso de ponerse a esperar en el distribuidor Altamira de la autopista, a ver si Elliot Abrahams convencía por teléfono al Ministro de la Defensa para que se incorporara al golpe, no pareció muy profesional, por decir lo menos. Pero en todo caso allí llegó mucha gente a conciencia de que Guaidó había estado "trepidante" en sus repetidos llamados a los militares, para que se incorporaran a la rebelión. No por chimbo dejaba de ser golpe de Estado y gente muy señalada fue allí a retratarse.

Casi un mes después, en mayo de 2019, el denominado por Donald Trump gobierno interino de Juan Guaidó, recibe la administración de CITGO en los Estados Unidos y Monómeros en Colombia. Era una profundización del despojo de bienes nacionales a favor de un gobierno ilegítimo realizado por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia.

Llegamos al 2020 que tiene a tres protagonistas: La operación Gedeón en mayo, de la que Juan Guaidó nunca logró desligarse, fue la caricaturización de la violencia como concepto, como vía. La ley Antibloqueo en octubre, la constitucioncita express del PSUV, no votada en referendo consultivo, que al gobierno le permite todo sin tener que dar cuenta a nadie, y las elecciones parlamentarias del 2020, a las que los partidos principales de la oposición les vuelven a aplicar la política de abstención, la cual se ubicó en el 70% del electorado, mucho del cual ya era migrante. Es la primera elección después de la diáspora que empezó en 2017. Del 30% que participó, el PSUV y satélites se llevaron el 70% de los diputados y el 30% fue para los partidos y segmentos de partidos de oposición que no están en el llamado G4, los cuales sí participaron. Esa es la Asamblea Nacional que tenemos hoy. La que vamos a tener hasta diciembre de 2025.

Para las elecciones regionales y municipales del 21 de noviembre de 2021 se van a producir cambios importantes en la conducta política de la oposición, pero cuyas manifestaciones concretas todavía expresan la prevalencia de los odios sobre la necesidad de los acuerdos. Después de haber llamado en un inicio a abstenerse también en estas elecciones regionales y municipales de noviembre de 2021, el 31 de agosto la Plataforma Unitaria Democrática resuelve participar y llamar a participar en las elecciones de gobernadores y alcaldes. Esta participación electoral pone de manifiesto la inexistencia de valores distintos a los del poder. El caso de Lara es el más emblemático. Henry Falcón con la Alianza Democrática, tenía ganada la gobernación de Lara sobre el gobernador encargado y candidato del gobierno/PSUV, Adolfo Pereira. Entonces vino la participación electoral de la PUD y lanzó a Luis Florido de candidato por esa entidad. Esa candidatura le quitó a Henry Falcón algo más de cuarenta mil votos, lo que le dio la victoria al candidato del gobierno/PSUV Pereira. Así pasó en quince estados. En términos generales, la sumatoria de votos contra el gobierno fue mayor que la sumatoria de votos a favor. Quedó esa importantísima información en ganancia. Y quedó, para arrancar el 2022, el caso de las muy conflictuadas elecciones de Barinas.

Desde el 21 de noviembre, apartando al CNE como si estuviera pintado en la pared, la Sala Electoral del TSJ revoca las elecciones para gobernador en el Edo Barinas. Inhabilita al candidato de la PUD, ganador ese día 21 de noviembre, Freddy Superlano, y ordena al CNE convocar unas nuevas elecciones para el 9 de enero. Antes de las mismas es también inhabilitada Aurora Silva, esposa de Superlano y, finalmente la PUD postula como candidato a Sergio Garrido, quien había sido recién electo como diputado a la Asamblea Legislativa del estado. Tras un espectáculo aparatoso y atrabiliario dado por el gobierno/PSUV, llevando a Barinas caravanas de camiones cargados de electrodomésticos marca "Haier" para comprar votos, resolviendo de la noche a la mañana los problemas de agua, electricidad y combustible; el 9 de enero de 2022 la oposición le ganó al gobierno por un margen mucho mayor que la primera vez, en noviembre del 2021. Mucho más importante que la elección de un gobernador en un estado, fue la experiencia política para todo el país. La unidad de la oposición determina la derrota del gobierno.

Se iniciaron por aquellos días las diligencias para el Referendo Revocatorio al mandato del presidente Maduro, que había entrado en los lapsos en que era posible hacerlo. El CNE, adelantándose a partidos y organizaciones, determinó para el 26 de enero la recolección de firmas para dicho Referendo. Se recogerían durante doce horas en 1200 centros de votación. Para poder llegar a los 4,2 millones de firmas necesarias se tendrían que procesar 4,6 firmas por minuto. Aquello fue una burla que nos permitió a algunos considerar el tamaño sideral de nuestra inocencia. ¡Habíamos creído que sería posible!

En la calle, luchando y manifestándose, maestros y maestras, trabajadores de la salud, pensionados y jubiladas. Se hizo muy popular el Art. 91 de la Constitución que dice que el salario debe cubrir la canasta básica. Fue recurrente y constante la protesta de los sectores sociales más golpeados, pero fueron los gremios y sindicatos docentes los que el 23 de enero de 2023, rompiendo con la norma de concentrarse para ser bastantes, decidieron que había que manifestarse en cada ciudad, en cada pueblo, en cada aldea donde se viviera y se trabajara. En la conmemoración de la caída de la dictadura perezjimenista, marchamos a lo largo y ancho de Venezuela, en solidaridad con maestras y maestros, en un país que ese día tuvo la sensación de sacudirse con miles de pequeñas manifestaciones que sonaron como una gigantesca manifestación multitudinaria.

A partir del 5 de enero, los partidos políticos y poderes fácticos que intentaron, con Juan Guaidó como presidente, un régimen de interinato, dejaron oficialmente de hacerlo. Atrás quedaba una gestión inauditable. Las declaraciones reiteradas y extendidas en el tiempo del Dr. Humberto Calderón Berti, desde su despido como embajador del interinato de Guaidó en Colombia, a finales del 2019, pasando por todos los esfuerzos realizados para impedir que desguazaran a Monómeros como si se tratara de una piñata, se configuran como el más potente alegato que, desde adentro, se le haya podido hacer a ese tiempo y a esa intentona. Alegato que se resume en lo que tantas veces repitió el Dr. Calderón Berti: el presunto gobierno interino de Juan Guaidó no era diferente, ni tenía criterios distintos a los del gobierno que decía combatir.

Pero los elementos esenciales que conforman aún hoy, a una semana de las elecciones presidenciales del 28 de julio, la coyuntura nacional, se desataron a partir del 20 de marzo de 2023 con el anuncio por parte del presidente Maduro del inicio de la Operación "Caiga quien caiga". Desde un primer momento hay claridad en que, a pesar de que cayeron jueces, empresarios, un diputado y un alcalde por acusaciones diversas, aun cuando eventualmente relacionadas, lo central era lo que se dio en llamar el asunto Pdvsa-Cripto, con la detención del vicepresidente de Comercio y Suministro de PDVSA, Coronel Antonio Pérez Suárez, y el presidente de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos, Joselit Ramírez. El jefe de ambos, el ex vicepresidente para el Área Económica y ministro de Energía y Petróleo, Tareck El Aissami, en un principio no fue imputado y su paradero fue desconocido durante un año hasta que el 9 de abril de 2024 fue imputado por cinco delitos y privado de libertad junto a Simón Zerpa, ex ministro de Economía y Finanzas y ex presidente del FONDEN, y Samark López. En los días subsiguientes al 20 de marzo se produjeron más de cincuenta detenciones que no dejaban lugar a la duda. El "modo robar" estaba metastásicamente extendido en toda la administración pública, CVG, empresas básicas de Guayana y este país sentía las consecuencias de la robadera en los ámbitos más sensibles. Por falta de recursos se estaban cerrando salas de hemodiálisis de la que dependían las vidas de los pacientes renales, por poner solo un ejemplo.

El llamado asunto PDVSA-Cripto rondaba los 23.000 millones de dólares que era más del doble de las reservas internacionales. Está preso el que ordenaba llenar los tanqueros, está preso el que cobraba en criptomonedas. Está preso el jefe de ambos…pero los 23.000 millones de dólares no aparecen. A una semana de las elecciones presidenciales, el gobierno del presidente Maduro no logra recuperar un centavo del botín que se llevaron. Es como si ese botín fuese una especie de seguro, una especie de carta de negociación. Y en la búsqueda de ese botín nos agarran las elecciones presidenciales.

4.- ¿De qué estamos hartas y hartos en 2024? Cada quien debería tener su propio memorial de agravios. No dudo que el que acabo de presentar esté incompleto, y muchas personas tendrían elementos que aquí no aparecen. Cuánto me gustaría que otras voces completaran el cuadro de destrucción, desmembramiento y degradación que he tratado de describir en este texto, pero en todo caso aclaro que para mí es un asunto que va mucho más allá de estar hartos. Creo que se trata de un asunto de sobrevivencia. De sobrevivencia individual, esto es, que vivir deje de ser la angustia cotidiana de preguntarse permanentemente si la siguiente comida está garantizada o hay que salir a buscarla; y de sobrevivencia colectiva, como nación, de tener de nuevo un país de ciudadanos, y no una hacienda de peones. Creo que salir pacifica, electoral y constitucionalmente del gobierno del presidente Maduro/PSUV es un asunto de sobrevivencia individual y colectiva, y cuando digo colectiva es incluyéndolos a ellos, los del gobierno/PSUV. Ellos tampoco tendrían vida en su propia continuidad. Porque vivir oprimiendo, reprimiendo y trampeando al pueblo, tampoco es vida para nadie. Creo además que no hay argumento que prive sobre éste, precisamente porque nada es más importante que la vida, y es la vida la que está amenazada por la eventual continuidad del gobierno de Maduro/PSUV.

Esto que creo, me mete en el conjunto del pueblo venezolano que está en contra de que Maduro y el PSUV continúen en el poder y ¿con quiénes me encuentro yo en ese conjunto del país que no quiere que Maduro siga? Haré una pequeña lista al azar: Con Pedro Eusse, de mi bien amada CUTV y del PCV histórico, que ha sido asaltado en su tarjeta, pero no en su alma, y con María Corina Machado, el símbolo de la sumisión a Washington y, paradójicamente a la vez, la más representativa expresión popular del sentimiento contra la continuidad del gobierno de Maduro/PSUV, gústeme a mí o no me guste. Con el Dr. José León Uzcátegui, nuestro entrañable Chiquito León, compañero de lucha desde las remotas brumas de "Proceso Político" y con Henry Ramos Allup, con quien habría jurado que era imposible coincidir. Con Luis Fuenmayor, bastión histórico de lo que podría llamarse Izquierda, con todas las de la ley, y con Gerardo Blyde que es la Derecha con paltó, corbata y buena educación. Por supuesto, con mis compañeras y compañeros de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, que ya no hallamos cómo decirlo, y con el Foro Cívico, a quienes parece pasarle lo mismo. Con el compañero amigo, Enrique Ochoa Antich, a quien se le pegó la maña de escribir novelas y con Claudio Fermín, quien, una vez más, es candidato presidencial porque no quiere que gane Maduro. Podría continuar por más tiempo haciendo pareados de ese tipo, pero ya se sabe lo que quiero decir. En el conjunto de los que no queremos que el gobierno de Maduro/PSUV continúe, sabemos lo que NO queremos, y en eso hay total acuerdo, pero tenemos dificultad en concordar, en unificarnos alrededor de lo que queremos, y aquí es donde nos llega la ayuda del diputado Diosdado Cabello quien, generosamente, nos facilita el asunto diciéndonos muy sutilmente, en un video aparecido en la red social tik-tok, que para votar contra Maduro tenemos como once posibilidades, desplegando ante nosotros el abanico de la democracia. Tenemos a Márquez, al Conde, a Ecarri, a Martínez, hasta a Bertucci, advirtiendo sibilinamente que sólo Edmundo González, el que tiene los números para ganar, es el candidato del imperialismo norteamericano. Y que votar por él, a diferencia de votar por cualquiera de los otros, nos haría irremediablemente cómplices. Le agradezco al vicepresidente del PSUV que nos haya facilitado, tan elocuentemente, la comprensión de nuestro momento político. Si dispersamos el voto que no quiere que Maduro continúe en el poder, se logra exactamente lo contrario. Esto es, que Maduro siga. Para que toda la voluntad que está puesta en que el gobierno de Maduro/PSUV salga del poder logre su objetivo, es absolutamente necesaria la concentración del voto opositor en la candidatura que tenga más capacidad real de derrotar a Maduro, independientemente de cuál sea ésta, pues previamente se ha asumido, como prioridad de sobrevivencia, el salir del gobierno de Maduro/PSUV.

En Venezuela, el 21 de julio de 2024, a una semana del día de las elecciones, esa es la candidatura de Edmundo González Urrutia. Por eso es necesario desmontar el chantaje que se nos hace desde el oficialismo con relación al problema candidatural exponiéndolo, por un lado, de esta forma: Yo no paso a ser edmundista porque vote por Edmundo, pero sí sería, en la práctica, madurista, si no votara por él.

Por otro lado lo expresaría así: Es recurrente la opinión de acuerdo a la cual, para los Estados Unidos, la permanencia de Nicolás Maduro Moros significa estabilidad. Que las cosas continúen como están, que para ellos están mejor de lo que nunca estuvieron. Ni cuando Gómez, pues. En cambio, con Edmundo González Urrutia es lícito esperar la turbulencia que es propia de toda democracia. Máxime de todo retorno a la democracia. Si EGU convoca al gobierno de Unidad Nacional que se corresponde con la que ha sido su oferta y con la crisis humanitaria compleja que confronta el país, allí estaremos prestando todo nuestro apoyo, pero si se plantea privatizar a PDVSA, o conferirle a Benjamín Netanyahu la Orden del Libertador por haber transformado a Gaza en Gazauschwitz, el campo de concentración en el que se realiza el nuevo holocausto de la humanidad en la sangre bombardeada del pueblo palestino, entonces, aprovechando que será posible volver a manifestar públicamente sin que le apliquen a cualquiera dieciséis años de cárcel por incitación al odio, como ha venido siendo la costumbre con el gobierno del presidente Maduro, saldremos a las calles a protestar con la vida que no tendríamos si ganara Maduro.

Y por otro lado lo explicaría como sigue: Hemos sabido de muchos hermanos argentinos que nos advierten: ¡Mírense en nuestro espejo! ¡No vayan a votar por Milei! Entiendo que no les resulte fácil entenderlo, que las cosas tienen formatos muy extraños, pero en Venezuela estamos votando por quien sea con tal de salir de nuestro Milei. ¿Pulverización del salario? ¿Precarización del trabajo? ¿Eliminación de las contrataciones colectivas? ¿Destrucción de las pensiones? Ya nos pasó. ¿Judicialización de las luchas obreras y gremiales? ¿Prisión para dirigentes sindicales que están al frente de las luchas de los trabajadores que representan? Ya nos pasó. ¿Entrega del territorio a la voracidad del capital? Ahí tienen al mal llamado Arco Minero del Orinoco, y a Chevron haciendo y deshaciendo. Ya nos pasó. ¿Robo descarado y perverso del Tesoro Nacional? Hablen con el Teniente Andrade o con Tareck El Aissami. Ya nos pasó. En Venezuela estamos votando para salir del Milei que tenemos. Aunque sea un Milei que goce de la bendición del Foro de Sao Paulo.

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