A pocos días de las Elecciones Presidenciales prevalecen las dudas y reservas sobre los resultados finales. Nada está decidido. La incertidumbre se matiza con la tensión política y social. El disminuido debate electoral se ha centrado en la confianza en el proceso y los resultados definitivos dejando a un lado los grandes temas del país y las expectativas de la gente. Las encuestas perdieron credibilidad como instrumento de medición. En este incierto escenario, se impone un pueblo que quiere votar y espera cambios sociales, políticos y económicos; gane quien gane.
Mientras se acerca el 28 de julio crece la tensión política y se afianza la polarización. Las amenazas, acusaciones y agresiones de ambos lados provocan escaramuzas callejeras y ponen a prueba la solidez de un sistema político que ha sido duramente atacado con y sin argumentos válidos. El discurso desafiante de dirigentes de la oposición y el PSUV deja entrever las grietas de un déficit democrático que solo se puede superar con el diálogo, la libre confrontación de las ideas y propuestas para superar la profunda crisis que vive el país.
En este escenario de tensión social, incertidumbre política y limitaciones impuestas, el pueblo está demostrando su disposición a votar. Es su compromiso con la democracia y el país. Estas Elecciones Presidenciales deben convertirse en una fiesta democrática que alimenta las expectativas y la esperanza de un pueblo noble y trabajador que ha sabido resistir las consecuencias de una crisis provocada tanto por las sanciones impuestas contra el país como por la ineficiencia institucional, la perversión política y la corrupción administrativa.
Todo indica que prevalecerá el "voto castigo" contra ambos sectores. Por un lado, el pueblo castigará a quienes deambularon por el mundo pidiendo sanciones económicas contra la Patria y propiciando la injerencia extranjera sin considerar la Soberanía Nacional y el daño (material y humano) que causaron al pueblo trabajador, pero también se impondrá el castigo popular a quienes destruyeron las instituciones con derroche y corrupción. Este 28 de julio el venezolano sancionará la ostentación y el dispendio que se exhibe en medio de la drástica caída del ingreso familiar.
Unas Elecciones Presidenciales polarizadas darán como resultado una sociedad fragmentada con un profundo descontento popular que plantea la necesidad urgente de convocar a un "Nuevo Consenso Social" sin exclusión de ningún tipo. Un Consenso Social que unifique todos los sectores de la sociedad venezolana en torno a un Programa de Recuperación Económica y Social.
Aquí no hay decisión definitiva, el 28 de julio es solo una referencia para el comienzo de una nueva etapa que exige repensar el país. Gane quien gane, necesitará abrir espacio al Dialogo Nacional para abordar con urgencia el tema migratorio, la cuestión petrolera, el Estado de Bienestar Social y una nueva política salarial como antesala a un "Nuevo Consenso Social". El país no aguanta más victorias arrogantes y excluyentes. No es tiempo de revanchismo, persecución política ni exclusión social.
Esta hora aciaga exige que los dirigentes políticos se coloquen a la altura del compromiso histórico…es tiempo de celebrar la Patria.