El periodista Juancho Marcano salió hacer ciertas diligencias al pueblo heroico de Santa Ana y de ahí pasó a investigar un asunto en el poblado de El Cercado, uno de los lugares donde aún se practica un arte de tiempo remoto, como lo es la cerámica, la cual viene de nuestros ancestros: los Guaiqueríes.
Después de haber cumplido con su misión, el reportero agarró camino a la casa en su viejo malibú y al llegar a ésta, lo esperaba su perro Pipo, como siempre, con una alegría que parecía que se le salía la cola de la emoción. Por eso al periodista al bajarse y estacionar el carro en el garaje y se sentó cómodamente en una silla del lugar, el can lo saludó y luego de saber cómo le había ido, le preguntó:
- ¿Por qué no me hablas de las elecciones, Juancho?
- El periodista observó a su perro y pensó: a quién le oiría ese tema, luego contestó: "Esta semana, Pipo, se elige el Presidente de Venezuela en unas elecciones que se hacen cada seis años para tal fin. Ahí hay un organismo que se encarga de organizarlas y que sirve como árbitro de esa contienda y al cual, los aspirantes a dirigir los destinos del País, deben respetar, porque como vivimos en democracia, tenemos que entender que lo que expresa la mayoría, eso es lo correcto y como tal debemos de aceptarlo.
- ¿Y puede haber gente que no acepta los resultados en esos comicios?
- De repente si, pero no creo, pues quien lo haga, está demostrando que está en contra de la democracia y en contra de la mayoría, y eso es ir a favor de una anarquía que se pueda presentar y traer terribles consecuencias para un país que actualmente como tú ves, vive en armonía y en paz.
El peludo escuchaba con las orejas paradas y, como si hubiese entendido la explicación de Juancho, comentó: "De acuerdo, señor periodista, así deben ser las cosas. Pero cambiando de tema tú me podrás decir, ¿Cuál es la mayor gloria del ser humano?"
El periodista sonrió y manifestó: "Se ve que escuchaste por ahí la frase de Nelson Mandela: "La mayor gloria no es caer nunca, si no levantarse siempre".
Pipo paró la oreja y exclamó: "Así es mi estudiado periodista. Usted es un sabio". Ambos se rieron y Juancho luego pasó hacia la casa.