"Poderes facticos" que no son tal

Jueves, 25/07/2024 12:57 AM

La presunción de que los grupos de influencia o presión social son los poderes fácticos, es, totalmente, falsa, ingenua y pueril. Y estas mentiras enseñadas y aprendidas tienen su fuente de divulgación en las universidades, desde donde suponemos que se hace ciencia y búsqueda del saber.

Las universidades occidentales pensadas y creadas al servicio del Estado burgués, como expresión del reacomodo derivado de lo monárquico, tienden a repetir las nociones y visiones de mundo que se requieren en la plebe, entre los que hoy llaman clase media y clase obrera o trabajadora, en general.

Y desde esas universidades se aprende a ser ignorante a pesar del conocimiento, porque la esencia de la paradoja es su posibilidad real, con ese velo sutil que altera la realidad, incluso, enseñándonos la pose intelectual y los ademanes de quien cree saber lo que no sabe.

Por lo tanto, aprendemos a ser lo que no somos. Al menos, a vivir hasta morir, rodeados de mitos y fantasías, en medio de tantos conocimientos y con pose de sabiduría.

Esta ignorancia aprendida como postura ideológica con fraseología de "paradigmas" se esparce como esencia del saber ignorante a los colegios, liceos, escuelas, llegando al prescolar, jardín de infancia y guardería. No son pocos los niños, púberes (mal llamados "adolescentes") y jóvenes que se percatan de esta ignorancia aprendida y han sido acallados con el estigma y la sanción.

Entonces, hemos de saber, aunque sin resignación, que el modelo de "Estado" occidental y sus instituciones necesitan una poblacional ignorante, para poder ser domeñada, poder vivir suficientemente y en paz, en favor de la sobreexplotación, cómo expresión moderna de la esclavitud de los siglos XX y XXI, con buenos modales. Y detrás del Estado y sus instituciones (superestructura) está una individualidad, un dueño o poseedor del capital, como concreción de la riqueza acumulada.

Para ir más directo al tema, parte de la "ignorancia aprendida" (IA), que muchos ingenuos repiten, es señalar como "Poderes Facticos" (PF), a los medios, la iglesia, la banca, colectividades o grupos sociales y políticos organizados", por su capacidad de presión social.

Pero, guardamos silencio y no nos detenemos a pensar en quién financia dichos grupos de presión social o colectiva y a cuenta de qué; quién o quiénes son los dueños de dichos medios; cómo y de qué viven las jerarquías y miembros que sostienen la iglesia o las iglesias o profesiones religiosas, en qué se diferencia la fe de la religión, por qué en ciertas religiones, por encima de los revelado en sus libros sagrados, se enseña al pobre a resignarse y subordinarse ante los ricos, a cambio de una esperanza escatológica, después de muertos. La pregunta es siempre: ¿Quién paga o pone el dinero?. ¿Qué realización concreta se puede alcanzar sin dinero, para que no quede solo en una ideal?. Lo demás es grama.

Estos grupos de influencia o presión social, a los que pretenden adosarles ahora, también, los llamados "influencers", pero al detal, no son más que instrumentos volubles, de manipulación y de divulgación.

El único Poder Fáctico es el capital, que además está concentrado en muy pocas manos o grupos económicos, con nombres y apellidos, aunque busquen el mayor anonimato posible o no los veamos tomándose fotos en los grandes espejos de los baños, ni en Facebook, Instagram, X, Telegram o Whatsapp. También, de estas individualidades existen sus excepciones y no son tan anónimos y exhiben sus pompas hasta dónde pueden llegar, otros se convierten en actores políticos globales o, simplemente, necesitan reconocimiento social.

Esos grupos mal llamados Poderes Fácticos, simplemente, son instrumentos volubles, de manipulación y de divulgación. Yo me atrevería a señalarlos como "tontos útiles", aunque, individualmente, no escapamos de ser parte de dichos colectivos, voluntaria o involuntariamente.

Por otra parte, quien tiene el capital, la acumulación de riqueza, sí sabe qué o quién es el verdadero Poder Fáctico. Y, entre otras razones, además de su inteligencia individual, de la protección de sus capitales y de la corrupción, es quien manipula y orienta hacia dónde debe ir la presión social, a quién se debe escoger entre las únicas opciones que se le presenten a los electores (no elegir) para gobernar, desde un país, hasta una junta de condominio; qué se debe saber y enseñar colectivamente; qué se debe consumir, cómo y hasta cuándo.

Es sencillo. Quien tiene el dinero decide cómo deben manejarse las cosas, porque quien es dueño del capital, es también el dueño de la medios de producción y de sus modos de producción.

Entre otras razones, sólo los dueños de los medios y de los modos de producción, saben y determinan el curso de la historia movido por el gran capital. A la plebe se le dan consignas, euforia, falsas epopeyas y mitagogia: pan y circo, dosificados.

Los dueños de los grandes capitales son muy pocos y pueden voltear el curso de la historia de la humanidad a su antojo o hasta que otro dueño de más capital le ponga freno o contrapeso. Es una pugna de capitales y hegemonías. Son personas, como Mark Zuckerberg, George Soros, Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Bernard Arnault, Jensen Huang, entre una veintena más, alrededor del mundo.

Tipos como éstos, pueden definir la guerra y la paz y son quienes deciden hacia qué dirección deben moverse y cuál debe ser su mensaje de presión social de los grupos volubles (por tanto, maleables) como la iglesia, los grupos políticos y sociales, sobre todo, los medios de comunicación tradicionales y los novísimos electrónicos.

Estos dueños del gran capital, deciden, por ejemplo, cuándo pasará de moda el uso del petróleo como principal recurso energético masivo. Ellos decidieron cuándo poner de modelo moda las utilidades prácticas y desarrollo de los productos de la "Ingeniería del Conocimiento" o de la Información y fueron ellos, dueños de los saberes de la ciencia y de la tecnología, quienes decidieron que a esto se le llamara "Inteligencia Artificial" (IA), en ese velo misterioso que no es más que Ignorancia Aprendida (valgan las mismas siglas: IA), para impresionar a una masa boba poblacional y sacarle el mayor provecho posible al consumo masivo.

A ellos, los dueños del gran capital, no les interesa que desde el prescolar y primaria se enseñe a nuestros niños a programar. Lo triste es que no hay maestros que sepan programar, por ignorantes y por pobres. Para los dueños del gran capital, la programación es sólo para una élite esclarecida y controlada por ellos y el consumo de aplicaciones es para la masa boba consumidora y desechable.

Todos los argumentos previos podrían resumirse en un ejemplo doméstico y sutil, que los que somos pueblerinos hemos conocido y los que no, tal vez, lo han visto en el cine, como realismo social. En cada pequeño pueblo del globo terráqueo, siempre hay uno o dos personajes, máximo, que monopolizan el comercio y la usura, al que, además de deberles con intereses, la mayoría de los habitantes del pueblo recurren a ellos para cualquier favor pagado o por cualquier decisión. El caso es que por muy despreciables que sean estos usureros de pueblo, ellos terminan siendo los más ricos de su comarca, y, por mucho que ellos se limpien el culo con las instituciones y valores de su entorno, cuando estos usureros de esa pequeña localidad mueren, sus honras fúnebres son majestuosas, son adulados y santificados por cuanto pendejo e intelectual haya en dicho pueblo. Sus delitos, abusos y crueldades son olvidadas, mientras su nombre es venerado. Fin del relato.

Ahora, amable lectora y amable lector, imagínese el poderío de los muy pocos dueños del gran capital en el mundo. ¿Quiénes son los poderes fácticos y quiénes sus instrumentos?.

Dr. Luis Pino

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