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La mejor manera de negar la realidad, es ¡odiando!, y he aquí, 24 horas de un crucificado en este Calvario de zombis. En esta otra etapa en la que vivo poniendo la otra mejilla. Ojalá tuviera mil mejillas para salir todos los días a la calle y satisfacerlos en sus odios y decirles, vengan castíguenme, cobren todo lo que quieran cobrarme por ser chavista y por ser mulato. Ah, pero si sólo se trata de las mejillas. Ellos quieren más bien extirpar o destripar otras partes del cuerpo e incluso del alma. Al mismo tiempo, ellos saben que nosotros, a pesar de todo lo que nos han hecho, de tratar de asesinarnos y odiarnos a mansalva, de quemar vivos a tipos parecidos a chavistas, ellos saben, insisto, que nosotros nunca les tocaríamos un pelo. Están convencidos de eso y en parte actúan con su odio desmedido contra nosotros porque siempre estamos en condiciones de aceptarles, comprenderles y perdonarles. Los hemos perdonado millones de veces. Y persisten y persistirán en lo que son hasta el fin de este mundo.
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Realmente somos diferentes y ellos y ellas lo saben. Ellos (ellas), los (las) que aparecen transfigurados en ocasiones como seres más dulces y amorosos, educados, tiernos, los más encantadores, en planes de ir al cielo con la camándula al cuello… beatos o beatas, pero eso sí, por todo el cañón, señoras y señores, que en todo momento están SOÑANDO CON ASESINARNOS, con estrujarnos con sus puñales, extraernos con sus dedos chorizudos y esponjosos nuestras entrañas, y hasta regodearse con sus JUSTOS crímenes. Esto no es elucubración ni suposición alguna: SON ASÍ, POR UN DISLOCAMIENTO O ESCISIÓN PROFUNDA DE SU PERSONALIDAD. En una palabra, son estremecedoramente SICÓPATAS, y van por el mundo como inocentes y cándidos seres humanos, sí, ellos todos los días sueñan con vernos calcinados en el fuego de sus espantosas fantasías y perversiones. Lo que dicen y repiten sin ambages es que "LOS DEBERÍAN MATAR A TODOS", y allí, ¡horror!, llegan a incluir a familiares y "entrañables amigos". "COÑO, DIOS MÍO POR QUÉ NO NOS DAS EL PODER DE ELIMARLOS A TODOS, TE LO IMPLORAMOS, DIOSITO, VIRGEN DE LA CARIDAD, virgen DIVINA… JÓDETE HIJO O HIJA, ESCUÉCETE EN EL INFIERNO, HERMANO O HERMANO, PADRE O MADRE, ABUELO O ABUELA, SOBRINA O SOBRINO, CUÑADA O CUÑADO, YERNO O YERNA, TÍA O TÍO… PERO TE MERECES LA PEOR DE LAS MUERTES POR APOYAR A ESOS MALDITOS CHAVISTAS… QUÉ ALEGRÍA TAN GRANDE SERÍA VERLOS A TODOS PAGAR CON SANGRE LO QUE NOS HAN HECHO…".
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A ESOS SERES, Ave María, te los encuentras todos los días, te besan y te abrazan, van a tu lado como seres angelicales pero en el fondo no se lo creen que vayan tan bien acompañados. Algo falta, es una carreta que le falta una rueda, algo no encaja, porque a la vez se van diciendo o sintiendo: "y así y todo no dejan de ser unos pérfidos que me causan daño, son chavista…".
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En 28 de julio, día de las elecciones, a las 3 de la mañana ya me era imposible conciliar el sueño, y me puse en pie de guerra para comenzar otra vez, como en tiempos de aquellas funestas guarimbas, a llenarme de infernales realidades. No se escuchan gritos ni cacerolas como aquellos infernales días, pero la procesión va por dentro, va encaletada, el puñal lo cargan en la diestra, yo se los veo a todos. Densa calma, pues, en los alrededores, reviso en el celular en ese infernal mar de mentiras, con anuncios repetitivos de que María Corina ganará con el 95% de los votos, y que al fin y para siempre saldrá a cobrar todo lo que le debemos, a cobrar y a eliminarnos. Me encuentro con un comentario a ese 95% de votos edmundistas, en el que alguien recalca: "Tú sí eres iluso o pendejo, ¿acaso puedes creer que exista un 5% de chavistas en este mundo? Por favor, esa MIERDA no existe". Parte de esa MIERDA, es decir yo, tomo asiento frente a la computadora, mientras me dispongo a poner el dedo en el gatillo del teclado, abrumado de un raro cansancio, sintiendo la inutilidad de las palabras, una impotencia universal que escuece y enerva… ¿sería preferible, de veras, anularse y darles el gusto de que NO EXISTISMO? ¿De que somos unos advenedizos, un objeto de presencia cruel y descarada que lo único que merece es la muerte, ser quemado, extinguido? Qué de locuras y contradicciones porque llegan a mi mente figuras de ese bando decidido a exterminarnos, y que se me aparecen de pronto con sus enternecedoras y bondadosas almas, sonrientes, amables, cordiales, benévolas, afectuosas…
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Ya a las 4 de la mañana, veo ríos de gente confluyendo hacia los centros de votación. En medio de la oscuridad logro distinguir el rostro alegre y quijotesco de otra MIERDA CHAVISTA, al jurisprudente Leo, quien vive en La Floresta. Escruto sus ojos, su color, su sonrisa ampulosa, su confianza y resignación dudosa a lo que venga y me digo, este tipo es una MIERDA como yo. No puede evitarlo, apesta, su fealdad es insoportable, no entiendo cómo es que los feos podamos andar sí como así por este río de seres tan impolutos.
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Ojo, me doy cuenta de pronto, que el río es turbio y arrastra mucha bilis, y busco a un chavista que me saque de él, y sí cuando veo a uno me entra un gran consuelo, me alegra mi vida de MIERDA. Una distinguida dama que va delante de mí en la cola, pela por el celular y me dice: "-Ganamos en Australia, 246 votos a favor de Edmundo, 4 por los chavistas". Le pregunto con toda la seriedad de mi espigada indolencia: "- ¿Ese lugar, señora, queda entre Santa María de Caparo y Socopó?". La mujer me grita: "-No, señor, Australia es el país más grande Oceanía, limita con el océano Austral e Índico, y su himno nacional es «God Save the King»", ¿no lo sabía?".
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Qué ignorancia… Tardé 2:45 minutos en llegar a la máquina de votación, porque entre todos los presentes yo era el más bruto para encontrarme en los listados que estaban pegados en las paredes. Me busqué en todo una y mil veces y no me encontré, hasta que llegó una miliciana y me dijo: "Déjeme ayudarlo, señor".
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Estoy esperando a una cuñada que nos quiere visitar. Me encuentro frente a la garita de mi residencia, cuando de pronto se aparecen dos señores, uno de unos veinticinco años y el otro de unos sesenta, en un carro, batiendo una bandera de Venezuela. Los tipos me están mirando fijamente y gritándome: "No se equivoque". Como me hago el loco me gritan entonces: "No te vuelvas a equivocar". Sigo sin mirarlos y dirigiendo mi vista para el lado opuesto de sus agites. Presiento que se pueden enervar, porque siguen en el carro y no avanzan hacia el estacionamiento de la urbanización. El mayor grita: ¡Ron para todo el mundo! Y el joven me espeta: "-Viejo de MIERDA, te equivocaste y la vuelves a cagar. La estás cagando, ¿no te das cuenta?". Por un momento pensé que se iban a bajar de carro y caerme a coñazos.
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Con esa terrible sensación en el pecho, en el corazón, en el hígado, en todo el cuerpo, una especie de cansancio repentino, por un instante sentí que debía devolverme a casa. Que no podía estar en la calle como mil veces me lo rogó mi esposa: "-No vayas a salir, por el amor a Dios, hazme caso". Pero son esas cosas que ya están en nuestras cabezas y tenemos que cumplirlas. Había comido quizá más de lo debido, y deseaba caminar, salir del apartamento, y a la vez escuchar algo que quería decirme Ángela quien estaba en el Punto Rojo de la Escuela "Luis Ignacio Guerra". Algo muy importante. Entonces desde La Linda fui subiendo hacia la Pedregosa Norte, con esa sensación horrible de condena, de dolor en el pecho, de fatiga inexplicable y penosa, también de desasosiego, de incomprensión y estupidez tan universal. Diciéndome: "Si a Jesús lo crucificaron, quién carajo puede ser uno para que no lo declaren una MIERDA y nos maten como a un perro". Subí al Punto Rojo y me contó el camarada Aarón que estaba alerta junto con otros compañeros porque en Valencia los opositores habían destruido un Punto Rojo, hiriendo a varios chavistas. En ese momento alguien gritó: "Sí, claro, ella es negra y fea", "¿-Quién?, ¿Quién?, ¿Quién?"- preguntaba un tipo desde un carro... "Quién carajo, va a ser sino la miliciana de MIERDA esa que está plantada en la entrada y que se cree Comandante en jefa de la propia hija de su puta madre. Pero vamos a ganar, y vamos a ganar,… Ron para todo el mundo…". El dolor en el pecho me arreciaba, me veía escupido y apaleado, ensangrentado o ardiendo en gasolina, y escuchando de parte de mis seres amados: "Quién carajo lo mandó a meterse a chavista, uno no puede hacer nada, solamente se lo han cobrado. Y ha pasado lo que tenía que pasar, listo…".
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Por todo eso, ellos no pueden volver, y por todo eso hemos VUELTO A GANAR… Y SIEMPRE VENCEREMOS!!!
24 horas en la vida de un crucificado, eterno resucitado por obra y gracia de la divina providencia…
Por: José Sant Roz
Lunes, 29/07/2024 09:03 PM