Antes de las elecciones presidenciales del domingo 28/07/2024 dije que votaría por Maduro. Veía sólo dos opciones con posibilidades: Nicolás Maduro, Edmundo González Urrutia. Y por supuesto, el objetivo principal era derrotar la opción de la derecha apátrida.
Pero mi voto fue crítico: Afirmé que votaría por Maduro, pero no en la tarjeta del PSUV (y así lo hice), como mensaje de que hay que introducir cambios. Señalé cuatro áreas de cambios.
El pueblo salió a votar por su revolución, aunque no masivamente. Un 41% de abstención, que para la polarización del país y lo que estaba en juego, es alto. Ya allí hay un primer indicador a evaluar autocríticamente.
El pueblo salió a votar por su revolución, para evitar que la derecha rencorosa ganase. Aún teniendo descontento, salió por Chávez. Cumplió su deber. Pero el pueblo quiere cambios, rectificaciones. El pueblo está consciente de las presiones a que estamos sometidos por agentes externos. Pero el pueblo sabe que hay muchos errores internos de los que no podemos culpar al imperio.
Ahora que veo lo irresponsable de esa dirigencia de la ultraderecha, certifico que hice bien. Maduro era la opción contra la derecha.
En mi publicación anterior señalé cuatro áreas en las que el gobierno de Maduro debe rectificar y ahondar. Ahora quiero explicar.
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Tal vez el aspecto que más afecta al pueblo es la capacidad adquisitiva de los trabajadores y pensionados. La economía ha mejorado, pero las clases populares han sido desmejoradas sensiblemente por este gobierno, mantienen un poder adquisitivo bajísimo. El pueblo ha tenido que idear muchas formas de "rebusque" para sobrevivir.
El pueblo quiere la INDEXACIÓN de los sueldos, salarios, pensiones. Los bonos se justificaron en una primera etapa, y seguirán siendo necesarios como complemento para sectores vulnerable, pero llegó el momento de premiar la productividad del pueblo, que los ingresos por trabajo sean reconocidos dignamente, en función del trabajo. El pueblo quiere que la política salarial se base en la ley.
Y para quienes son emprendedores, empresarios, también es necesario revisar lo que se ha hecho hasta ahora.
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El segundo aspecto, es cesar la intolerancia y la persecución política contra sindicalistas y organizaciones políticas, incluso de izquierda, que no comulgan 100% con el gobierno.
No es un secreto a cantidad de argucias que se han hecho para aislar a los competidores del PSUV, no sólo de la derecha, sino en las filas de la revolución. Dije que votaría por una tarjeta diferente a la del PSUV (y así lo hice), pero me costó encontrar una opción realmente diferente al PSUV, pues éste hizo todo lo posible para dividir a las organizaciones de izquierda que no seguían fielmente sus directrices. Sólo lograron inscribir tarjetas para las elecciones las organizaciones divididas que son amigas del PSUV. Y algunos de los movimientos nuevos creados, son en realidad una argucia para captar a electores descontentos con el PSUV.
El abrazo con Elías Jaua es un indicador de lo que creo debe hacerse. Debemos dialogar con todos, con los que piensan diferente, pero también, con los que piensan similarmente, aún con críticas dignas de ser tomadas en cuenta.
Llegó el momento de jugar limpio.
Nunca he compartido esas tácticas políticas reñidas con la ética, como modificar los circuitos electorales, o mudar electores, crear centros electorales, de tal manera de buscar favorecer electoralmente a las fuerzas de la revolución. O cerrar todas las puertas democráticas de participación a los disidentes, lo que los lleva a buscar vías inconstitucionales.
El PSUV ha actuado con arrogancia. Una élite impone "líneas" (concepto que es cosa del pasado, del "centralismo democrático", propio de la muriente modernidad). No hay discusión, siempre se espera la "línea" para actuar. El pueblo y los dirigentes medios se paralizan a la espera de los lineamientos.
Se requiere un diálogo, no sólo con la oposición, sino con el país.
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Combatir a la corrupción, que ha penetrado al PSUV y al gobierno (y por supuesto a la empresa privada y a todos los partidos políticos de oposición). En el PSUV hay muchos militantes que no son chavistas, no tienen los valores. Por supuesto, hay muchos que son virtuosos, sobre todo en las bases.
Reconocemos que ha habido combate con la corrupción, pero se mantiene la cultura de las "comisiones", justificándola a veces con el hecho de que parte de ese dinero sucio se dedicará a las acciones políticas. Debe haber un sincero viraje en este sentido.
El pueblo está cansado de la corrupción, de ver como los recursos que son de todos se desvían hacia unos pocos.
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Es imprescindible revisar la política macroeconómica, que ha adoptado algunas manifestaciones neoliberales, teniendo en cuenta, claro, las limitantes que nos imponen las medidas coercitivas unilaterales de EEUU.
Entendemos que algunas de estas medidas se han justificado por el acoso del imperio, y se ha dado mucha discrecionalidad al Ejecutivo para tomar decisiones. Llegó el momento de retomar el cauce de la institucionalidad.
Hoy en día la relación de fuerzas internacionales ayuda a la definición de una política nacional soberana. Contamos con poderosos amigos en países que comienzan a definir una nueva fuerza mundial (China, Rusia, BRICS en general, etc.).
Es necesario revisar las medidas macroeconómicas tomadas, para dar un golpe de timón, volver a Chávez.
Confío en que Nicolás Maduro, en su nuevo período, tendrá que cambiar. Las siete transformaciones (nuevo modelo exportador productivo, convivencia, paz, recuperar el estado de bienestar, democracia directa con ética republicana, sustentabilidad ambiental, inserción en la nueva configuración mundial) son importantes, y los cuatro elementos señalados arriba (y otros no menos importantes que no he abarcado) son parte importante del nuevo rumbo.
Creo que todo el pueblo, incluso quienes no votaron por Maduro, debe ser incluido en esta nueva dirección. Y todos, con sentir nacionalista, debemos impulsar el diálogo.
Voté por la paz, por la estabilidad, por las mejoras sociales. Voté por VOLVER A CHÁVEZ.