La empresa no tolera más, otro momento de locura

Miércoles, 07/08/2024 05:51 AM

"No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer". Johann Wolfgang Von Goethe

Dramaturgo, novelista, poeta, filósofo alemán

1749 /1832

Traer como referencia el título deformado de una película muy famosa a finales de la década del setenta en nuestro país, será un atrevimiento, pero no una casualidad.

Invocar solo el título de esta obra escrita por Roberto Santana y Mauricio Walerstein, quien además fue su director, es un llamado de atención a una generación que, como yo, hoy somos abuelos.

Es que cuando afirmamos que, para entender los procesos de la vida, es indispensable sentarse a conversar con los protagonistas del pasado, no solo nos estamos refiriendo a los prohombres de la historia, como los filósofos, héroes épicos o figuras religiosas, también me gusta pensar, que esta generación sesentona, hoy es un referente moral, en el sentido que representan valores considerados correctos, construidos por la información que se adquiere por aprendizaje social, por la cultura, y que además ocupamos un espacio importante tanto físico y emocional en lo que determinamos por conceptualizar como familia. Es innegable que lo telúrico emocional, producto de este proceso que acaba de concluir, llegó en esta oportunidad hasta los cimientos. Razón por la cual se implantó bajo el techo de nuestra casa, en las conversaciones cotidianas, un jolgorio de mutis prudente. Con aquello que, si no tienes algo que decir para construir, haz un elocuente silencio.

Sin embargo, debemos reconocer, que esta situación no es para siempre, ya que nada lo es. Nuestro país, solo para circunscribirse a nuestro ámbito más próximo, como en nuestro hogar, debemos comprometernos, para la resolución de esta situación, a caminar para el único lugar que tenemos como ciudadanos militantes de esta humanidad, como lo es los espacios de diálogo, para conversar de nuestras diferencias.

Este pesado, pero ineludible transitar, requiere de algunos elementos que encontrarán buena parte de sustentación en la literatura filosófica, ya que nos presenta la perenne contradicción y confrontación contra los absolutos, y nos hace reflexionar sobre la ambigüedad. No se puede llegar a esos espacios con posiciones inamovibles.

Pensar que nuestra la vida se va a desarrollar sin rupturas o incongruencias, es en sí una incoherencia, debemos aceptar que la vida perfecta, repleta de momentos donde todo acopla son fugaces. Eso en esencia es la vulnerabilidad de la existencia, y aunque sería muy útil la verdad es que la vida no tiene un manual de instrucciones.

Es por tanto que debemos abrazar con afecto la herencia del Quijote, que nos invita a beber de la copa de la sabiduría de lo incierto.

En mi artículo anterior decía que, a la pregunta, ¿porque ahora?, insisto en responder que siempre existe la sabiduría suficiente que nos hará entender que hay un tiempo para hacer las cosas bien, esto se combatirá con la presencia de las voluntades de buena fe y comprometidas, todo lo demás es inútil, nada obligado es productivo.

En mi febril imaginación, puedo ver como centros de mesa, dos esculturas de hielo, que representan los dos escollos más importantes a vencer, el dolor y la culpa. Cada uno tendrá como es normal, participantes que, en su incomprensión del objetivo superior, querrán insuflar a cada una, aliento gélido para que no se derritan, lo cual es en sí una pérdida de tiempo.

Es importante entender, que cada fracaso es un dolor que debe ser manejado desde el entendimiento, la comprensión, la solidaridad y la empatía, por parte de quien lo sufre como los de su entorno, para de esta manera procurar un proceso de mejoría saludable. Es la respuesta compasiva al sufrimiento.

Para lo segundo, es un poco más fácil, porque para ambos actores es una acción de desprendimiento sincero, el perdón.

El perdón es un don, si se puede dar sin pedir a cambio nada, mientras que quien ofendió debe pedirlo como muestra de su arrepentimiento. Lo grandioso del perdón es perdonar lo imperdonable.

Dice el excelente escritor español Joan-Carles Mélich, "La esperanza sin la memoria está vacía, la memoria sin la esperanza es ciega."

Estamos obligados a preponderar la justicia, la igualdad y la reconciliación en nuestro afán de construir un mundo más justo para todos nosotros.

Ojalá nos vaya bien.

Recuerden ser felices, es gratis.

Paz y bien.

Desde "La Gruta" en el día de Cayetano de Thiene, quien se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la caridad para con el prójimo, del dos mil veinticuatro.

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