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Con la certera decisión del Presidente Maduro de eliminar públicamente su cuenta de Whatsapp, han ocurrido cosas extrañas y algunas de ellas bien cómicas. Lo del Presidente fue una decisión personal, que algunos pueden o no emular, algunos por su condición de revolucionario, sin presión ni condicionamiento alguno han decidido salirse de esta plataforma. Pero, verdaderamente, como la ignorancia y la estupidez es la madre de todas nuestras desgracias y ridiculeces, la cosa tomó otros caminos. Vean a los niveles que lleva la idiotez generalizada que provocan las redes. Resulta que, por ahí, ha salido un personaje bien conocido en los medios de comunicación, quien aparece cursimente haciéndose el chorreado y diciendo que tiene miedo de salir a la calle con su celular no vaya a ser que la policía se lo investigue y vaya a descubrir que no ha desinstalado Whatsapp, y… entonces lo jodan, lo lleven preso y lo torturen. Pues, también, un montón de redomados escuálidos lo han llegado a desinstalar por esa razón y hasta para ver sus celulares lo hacen bien, escondidos en un closet, y con pánico. ¡Verídico, coño!
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Whatsapp entregó la data de millones de venezolanos a bandas criminales de Venezuela y a los paramilitares colombianos. Y millones de venezolanos fueron amenazados antes y después de las elecciones, entre ellos dirigentes del PSUV, miembros de las comunas, militares, y las amenazas se hicieron directamente no sólo a sus teléfonos sino también a sus casas. De modo que así como el 11-A de 2002, nosotros fuimos los primeros en padecer el primer golpe mediático mundial, ahora este 28-J, acabamos de recibir el primer golpe-cibernético mundial.
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En lo particular, tengo que decir, que llegaron a mi celular cientos de mensajes, sin parar sobre el fulano señor González Urrutia que nadie conocía. El bombardeo también fue inclemente por Whatsapp, con mensajes como los que referiré más adelante. Casi nadie, por no decir nadie, sabía de la existencia del fulano Edmundo González Urrutia, y Whatsapp tomó el mando para hacerlo conocer. Insistimos, el tal Edmundo era un ser profundamente desconocido en el mundo de los partidos políticos nuestros. En las décadas setenta y ochenta, lo conocían en el terreno diplomático de Venezuela los copeyanos y aquellos que investigaban sobre los crímenes en El Salvador. De pronto, una virgen María mulata pero engreída, lo saca del closet de los muertos, de los cadáveres insepultos y lo pone a andar gracias al poder de las redes, de los poderosos medios gringos. Los bots lo ponen en funcionamiento, lo retocan, hace que se mueva, que sonría, que coma empanadas y perros calientes en la calle. Lo cargan en un papa-móvil al lado de sus titeritera, la engreída virgen María.
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En aquellos millones de mensajes que se mandaban por Whatsapp, a una escuálida que le llegó por un video de Edmundo González Urrutia, y se enterneció hasta las lágrimas: "Es un pan", estalló llorando. Agregó: "Qué ser más deliciosamente dulce. Es para mí un padre. Es mi papá y lo puedo decir a los cuatro vientos". Nadie lo había visto, pero como fue el bacalao que la virgen María se echó al hombro, con ese sólo hecho quedó beatificado por los escuálidos. Para los opositores cuyos cerebros han quedado fundidos, producto del pensamiento dominante de los gringos a través de plataformas como Whatsapp, apenas apareció como el candidato de la virgen María de la high, tornó bello, lindo, exquisito, dulce, profundamente amable y encantador. Todo un pan.
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Muchos llegaron a decir, viéndole sus ojos saltones y perdidos en la vacuidad, tocándose sus exiguos aguacates, perdido en las tinieblas de sus desconciertos, que nunca habían visto un anciano más cuchi, al que daban ganas de comérselo a besos. REPITO: Muchos opositores exclamaban: "Ojalá fuera mi papá". Ésta última se hizo una de las expresiones más comunes, cada vez que se le nombraba.
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Al principio, en el año 2000, para ellos fue muy bello Francisco Arias Cárdenas. Luego comenzaron a endiosar a Pedro Carmona Estanga. Para poco después poner por las nubes a Henrique Capriles Radosky. Después fijaron su demencial atención y admiración en Leopoldo López, y la acabaron radicalizando brutalmente cuando se lanzó al ruedo electoral Manuel Rosales. Cuando apareció Juan Guaidó el grito de pánico emocional les produjo un repeluco febril, desquiciante, y por eso el pendejo Brat-Pitt-Guaidó se fue a México a tomarse miles de fotografías, posando, haciendo pasarelas. Ellos, los opositores radicales, han ido amando artistas criollos con toques que a ellos les parecen holliwoodenses, a la medida como los gringos saben venderlos a sus públicos de imbéciles. Cada vez que los gringos le sacan uno de una caja de ACE, ellos deliran cual perros de Pavlov.
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Nada le encanta más a un escuálido que un fatuo gringo, que esos que farolean en su andar como lo hace el cursi Obama o el patán George W. Bush. Que se contornee como Trump, y ande de saltitos de mono como Clinton. La vejetud de Biden también les ha parecido encantadora, él tan elegante y chuchumeco como Edmundo González. Todo esto tiene que ver con la manera como convirtieron en virgen a la Maricori, el modo como la atendían en las iglesias de todos los pueblos que visitaba. Bandadas de curas sueltos le hacían imposición de manos, sobre todo los jesuitas. Le organizaban caravanas y carrozas, le bañaban literalmente de agua bendita, las monjas se le arrodillaban y algunas entraban en histerias. La inundaban de camándulas y rosarios, y la llevaban en andas como si se tratara de la mismísima Virgen María. Mejor dicho, llegó a ser mil veces superior a la Virgen María para degenerada y pervertida cúpula eclesiástica que aquí tenemos en Venezuela. ¡Ave María, a qué grado de perdición se ha llegado en este mundo, y para que se sepa, ya a nadie lo va a sorprender confesado!
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Feos somos nosotros los chavistas… para ellos, esos sombríos estúpidos… nosotros no clasificamos como figurines de almanaque o para revistas de moda: somos negros o indios, mulatos o zambos, de rostros arrechos y bien plantados. Desdentados y sin clase. Cargamos dentro del alma unos cuantos salto-atrás que nos han hecho brutos, pero amados y amorosos...
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Pero cuando ella, la oligarquía quiere engañarnos, se echa aroma de jazmín, o de lechuguino, o elixir de rosas mustias. Empolva sus pechugas, aguacates y cachetes, y primero se muestra en portales finos para dorar la píldora, y en sus mentiras sale a relucir su redoblada dientera, ya sea trinchando empanadas o perros calientes, o triturando sin compasión tarros de caraotas negras. De mala gana, en campaña, se abalanzan estos oligarcas sobre negros y negras para apapucharlos y luego salir en carrera a bañarse, y más tarde… afilar sus armas para clavárselas… empollándoles el hambre, siempre en plan de burlas y desprecios. Esa fue la historia que recientemente vimos en la campaña electoral de doña María Corina de Machado Parisca, princesa gachupina de la Gran Artimaña.
Qué tremendo What-Sapeo: "¿Y el viejito bello y cuchi, parecido a un peluche?…" Véanlo….
Por: José Sant Roz
Domingo, 11/08/2024 11:58 AM