Son dos décadas y media de linchamiento contra la Revolución Bolivariana. Para hacernos esa guerra sentipensante crearon una transnacional antibolivariana con la cartelización de los medios informativos tradicionales y las "redes sociales", letales armas tecnológicas al servicio del sistema del capital monopolista.
No es nada novedoso que impongan una falacia como verdad mediática y creen un liderazgo de proyección internacional, basándose en el control imperialista de las comunicaciones globales, desde los titulares de periódicos carentes de la más mínima ética periodística, hasta los fugaces rumores que contagian a millones de personas de odio al otro, sin saber siquiera de quién se trata.
En el caso de las elecciones presidenciales de Venezuela el 28 de julio, las más observadas y tergiversadas de la historia, instalaron en el inconsciente colectivo al fantasma de unas "actas" nunca antes tan requeridas, como si se tratase de la fuente de la eterna juventud, secuestrada por un gobernante autócrata al que hay que derrocar.
Como escenario de fondo está el imperceptible espectro geopolítico, todo deformado y manipulado por los experimentos psicológicos imperialistas. Un exterminio racista y supremacista está ocurriendo ante la inútil institucionalidad multilateral; crímenes atroces se ejecutan a diario contra Palestina por un régimen sostenido por Estados Unidos, Inglaterra y la Europa segundona.
Uno de los operadores antibolivarianos con más poder, el tal Elon Musk, aplaude con entusiasmo al genocida Netanyahu en el Congreso gringo; mientras la mercenaria Machado, se reconoce adicta al sionismo al que pide intervenir militarmente Venezuela.
Paréntesis 1: a propósito de la avidez con que algunos insisten ver "actas", nadie le pidió a la agente gringa María Machado las "actas" de unas supuestas primarias que ella habría ganado, y que la consagraron como caudillo eterno de la ultraderecha venezolana.
Las elites que desde el exterior manejan los hilos de la conspiración antibolivariana, saben de qué vive la señora Machado, quién financia su despliegue mundial; pero los políticos "progres" de otros países que apoyan su plan neocolonial, no se hacen las preguntas claves, sólo actúan por no incomodar al "gran hermano": ese que les hace soñar con ser secretarios de la OEA, directores de alguna agencia de la ONU, u ONG apadrinada por la USAID o la NED. Son los egos y el apoltronamiento de espíritus romos.
Paréntesis 2: modelos de "democracia" certificados por Estados Unidos cometieron genocidios ante las narices de los "demócratas" de este continente; sólo revisen el discurso del senador colombiano Iván Cepeda a treinta años del martirio de su padre, Manuel Cepeda. Uno de los cómplices del exterminio de la Unión Patriótica y el Partido Comunista fue César Gaviria, "premiado" con la Secretaría General de la OEA.
También de impunidades está repleto el repertorio de la democracia representativa tutelada por el Comando Sur.
Las batallas tremendas libradas por el pueblo de Venezuela estas dos décadas, son por el derecho a no ser sumisos: la soberanía, la autodeterminación, son la base de existencia del Estado Nación, que es lo que quieren destruir nuestros enemigos. El plan recolonizador neoliberal chocó en Venezuela contra una herencia de dignidad maciza: el bolivarianismo.
Lo dijo El Libertador: "Las enemistades entre naciones nacen del deseo de preponderancia y no del sistema de gobierno" (Quito, 6 de diciembre de 1822)
Ese "deseo de preponderancia" es una condición clásica del imperialismo, pero se contagia a algunos de sus acólitos que asumen poses subidas de tono para congraciarse con el patrón. Ya hemos visto caer varias de estas frutas podridas. Aunque confesamos sentir vergüenza ajena por algunos "amigos" que, manoseados en su ego, se prestan como alfiles del fascismo.
No son unas "actas" electorales -ni siquiera el petróleo y el oro- lo que explica el afán injerencista, es obligarnos a doblar la cerviz. El plan siempre ha sido destruir el bolivarianismo venezolano: reserva moral y frente de resistencia de la dignidad colectiva de Nuestra América.