La toparquía de la esperanza chispa en un campo seco

Miércoles, 14/08/2024 12:49 PM

Hay palabras que no pueden encorsetarse porque son andantes, a través de ellas la humanidad se mueve hacia la verdad. Quien pretendiera inmovilizarlas de nada le serviría ya que sólo cadáveres gramaticales alojaría en su boca. Tal tipo de palabras nunca pueden ser jubiladas de la vida porque las mismas comparecen manteniendo una estrecha relación con ella dentro del maremágnum de las contradicciones sociales, asumiendo el rol de anunciantes de devenires, es decir, son ese tipo de palabras que trastornan el orden del mundo. Esta última característica les hace dar un significado tan peligroso para los grupos de poder, que estos reaccionan haciendo lo que sea por obliterar su funcionamiento para que no puedan actuar libremente en el imaginario colectivo. Es que su capacidad de despertar en los sujetos sociales empobrecidos la realización de los deseos de justicia y libertas es tal, que terminan originando la necesidad de autoconciencia en el pueblo, y en consecuencia provocarían periodos de revolución social permanentes que culminarían en el derrocamiento político de una clase por otra. Ahí está la razón, del por qué, este tipo de palabras son al mismo tiempo sometidas a persecución y vilipendiadas, asimiladas e institucionalizadas por las clases dominantes para vaciarlas de su contenido y someterlas al desprestigio y al desprecio público y así convertirlas en un harapo ideológico al ser despojadas de toda su fuerza y magia.

Fue así cómo en Venezuela, por ejemplo, a la palabra socialismo se le desvirtuó rebajándola a sinónimo de corrupción, empobrecimiento y autoritarismo, ya que de esa manera se le muestra como una cosa inútil e inservible. Despojándosele de su energía transformadora se le inhabilita, para finalmente convertirla en un Termidor de la esperanza popular deformada a través de la capistalización del socialismo.

Pero, si sabemos que es así ¿por qué entonces seguimos empeñados en continuar usándola colocando en riesgo de invalidación el presente ensayo, a sabiendas que dificulta la clara formulación del problema? Lo que ocurre, es que aquí trabajamos con la hipótesis que se desprende de la alianza entre la esperanza y el valor de uso, y ello nos hace reconocer que ambas categorías, como otras muchas, llevan implícitas sus propias coordenadas etimológicas-utopísticas que las hace inmune a ser deformadas y desgastadas por el pragmatismo ideológico dominante, lo cual nos lleva a sospechar que existe la probabilidad que se dé el caso, como en el ejemplo de Venezuela, que aunque se pretenda desviar su azimut, que sea frustrado su propósito, no obstante el mismo electromagnetismo de la práctica de la realidad social hará que su "aguja" tarde o temprano reclame su imperativo ontológico, y así recobrar su autentico sentido utopístico, que en Venezuela debe identificarse y ubicarse en el sur epistemológico transmoderno. Además, estamos de acuerdo con Oscar Wilde en que: "A map the world that doesn 't include Utopia is not even worth glancing at"

Es en esta línea de pensamiento posabisal que se desarrolla nuestra concepción de la comunalización de la educación (CE), apoyada en un cuerpo de argumentaciones y presupuestos propios desde acá, y que definimos como toparquía de la esperanza, ese proyecto-lugar libre y liberador, que sólo puede existir, potencialmente, en la imaginación y el deseo de las victimas, los condenados y empobrecidos del capitalismo, donde se desenvuelven nuestras tradiciones de luchas vernáculas contra la opresión, asistida también con la experiencia y el conocimiento universal. Es que la CE no puede ser domesticada para fines contrarios a la utopística de construir un mundo mejor y posible donde desaparezcan las relaciones de explotación y desigualdad.

Hay quienes afirman, con argumentos sólidos, que la educación por si sola no puede cambiar el mundo. Sin embargo, en este trabajo sostenemos que sin ella tampoco es posible, porque en el marco de la neofeudalización que está en proceso y marcha a convertir el mundo en algo peor de lo que ha sido con el clásico capitalismo caótico, que usa la alta tecnología, la financiarización de la economía y la globalización creando "un nuevo orden social" con rasgos parecidos al feudalismo. En la actualidad, las grandes corporaciones capitalistas recurren a los descubrimientos obtenidos en el campo de las ciencias neurocognitivas, para conseguir tales aviesos fines.

Aquí apostamos, que lo que puede lograr frenar estos programas de recolonización mental mundial que forman parte de los planes de la fracción globalista neoliberal, es el fortalecimiento de sistemas públicos educativos de vocación nacionalista, intercultural, de una visión planetaria y todo ello contenido en la utopística de conseguir un mundo mejor. Que cuente con un aparato conceptual científico-tecnológico/liberado-liberador con el cual se vea en condiciones de impedir las lógicas perversas del capital. Cualquier otro intento de dirección contraria a esta, termina siempre resultando en falsas transformaciones educativas, que no pasan de ser edulcoradas reformas liberales de la fachada del problema y mantienen a nuestros jóvenes en particular y al pueblo venezolano en general, atrapados en los poderes impersonales que subyacen en las lógicas del dinero que aparecen desde el nacimiento mismo del capitalismo en América. Citemos, como prueba, lo escrito por Cristóbal Colón en 1503:

"¡Cosa maravillosa es el oro! Quien tiene oro es dueño y señor de cuanto apetece. Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el Paraíso".

Como resumen de lo antes dicho, puede decirse, que es inviable una práctica educativa transformadora si está no va acompañada en las actuales circunstancias de un ejercicio de reinterpretación epistemológica y bioética permanente de la realidad y del quehacer educativo mismo.

La educación moderna en América, concebida como fue, de acuerdo al nivel de desarrollo de las relaciones capitalistas de producción y sobre sus mitos occidentalocéntricos, como una tecnología para garantizar el proceso de acumulación de capital, siguió dos caminos, una metropolitana y otra neocolonial, lo que le otorgará básicamente una definición de profecía, ya que la colocó , y aún permanece, en el centro de la contradicción principal del mundo de la modernidad occidental, o sea, decidirse entre la muerte y la vida, o lo que es igual, entre el capital y el trabajo. Todo lo cual, la hace susceptible a ser utilizada catastróficamente por fuerzas burguesas que políticamente dominan en un momento histórico concreto de una sociedad concreta, o como una herramienta de proyectos emancipatorios de los oprimidos pero que tampoco no rompen el molde colonial de la modernidad. A este respecto cabe tomar en cuenta lo señalado por Juan José Bautista:

"Así como hay mitos de dominación, también los hay de liberación. Los mitos de la modernidad están conduciendo a la humanidad al suicidio, pero de ello los modernos no se dan cuenta, porque son ingenuos e inconscientes de sus propios mitos que están presupuestos en toda su argumentación y forma de racionalidad. Creen que están en el logos, por ello no se dan cuenta que están atrapados al interior de otro mito; irracional por cierto, porque no todo mito es racional en sí mismo. ¿Cómo podemos entender este problema? Tiene que ver con el surgimiento de la racionalidad y la ciencia moderna, los cuales empiezan con la producción explícita de modelos ideales imposibles de verificación empírica como la idea de "res extensa", "perpetuum mobile", "mano invisible del mercado", etc."

Si nos limitamos a la reflexión de Bautista sobre la modernidad, entonces la conclusión es que dentro de esta civilización la vida no tiene futuro porque la centralidad de la dialéctica de la esperanza como motor utópico es sustituida por la veneración del mercado y del crecimiento infinito entre otros mitos crucificadores propios de la modernidad. De allí que insistimos en la tesis, que dentro de esta totalidad profética de la modernidad la cual abarca no solo al capitalismo sino también toda la experiencia del socialismo del siglo XX, la comunalización de la educación (CE) la distinguimos como parte de un discurso filosófico transmoderno que se traza como misión primordial la de enseñar la esperanza y el valor de uso como conceptos base de una condición de posibilidad, a partir de la cual ha de proponerse la edificación de una nueva manera de vivir, no puede sino ocupar un lugar manifiestamente antagónico al conjunto de la otras profecías educativas imaginadas en el seno de la modernidad que no hacen sino reproducir la ideología de las relaciones de dominación inauguradas por el capital/modernidad.

Una educación que promueva la esperanza y la vida como un valor de uso, que se sitúe contraria a la pedagogía del miedo estructural y de la esclavitud del trabajo vivo por la civilización del capital, no puede sino ser la encarnación de un proyecto de liberación política anunciado desde la educación vinculada claramente al servicio del bienestar común, de la liberación y de la democracia directa real y no de los intereses del mercado sino para la gloria del vivens pauper.

En tal sentido, La esperanza y el valor de uso categorías que la comunalización de la educación quiere enseñar, hacen parte fundamental de una ética para formar un ciudadano de pensamiento crítico pero de una criticidad no eurocéntrica, sino de uno nacido en las incertidumbres y las certezas de las luchas liberadlras del sur, que vaya contra un mundo donde la humanidad ha sido despojada por las lógicas del capital de los instrumentos necesarios para la autoreproducción de sus condiciones de vida. En resumen, y parafraseando a Ciro Alegría y a José María Arguédas, se requiere una educación que supere un "mundo ancho y ajeno y que fluya a través de los raudales de ríos profundos de la esperanza".

En ese sentido, la CE no solo se propone interpretar el mundo con una nueva (inter)subjetividad para superar la linealidad del pensamiento occidental, sino, al mismo tiempo transformarlo todo lo distinto que fuese posible, convirtiéndose así en una pedagogía de la subversión en tanto su meta es ayudar a la humanidad a escapar epistemológicamente del res cogitans y res extensa cartesiano sobre el cual aún se sostiene el orden social opresivo y alienante establecido y construir uno distinto, más individualmente comunitario, más interlineal, más justo, más variado y más libre, transmoderno.

En suma, queda muy claro, que la educación es uno de los campos civilizatorios de guerra cultural que trasciende la planta física de un plantel educativo y se posiciona en toda la sociedad donde se confrontan fuerzas cada una con sus correspondientes proyectos políticos y civilizatorios contradictorios que luchan por controlar el sentido común del pueblo. En ese territorio es donde la CE está destinada a actuar, reivindicando la libertad y la igualdad como valores supremos de la vida.

Por consiguiente, conceptos como la esperanza y el valor de uso resignifican el mapa educativo a partir del cual va encaminándose la CE hacia el objetivo estratégico de construir una nueva (inter)subjetividad colectiva que cuestione el carácter uniforme-lineal-colonial de la concepción moderna de la educación que ha servido, hasta ahora, como instrumento para legitimar un mundo donde reinan las relaciones sociales de dominación de clase modernocapitalista.

En este sentido, plantearse la necesidad de articular epistemológicamente dentro del discurso de la CE, los conceptos de esperanza y valor de uso no como un horizonte abstracto sino como un proceso de vida real aplicable a individuos reales, resultaría en suma adecuado porque de esta fusión se gestaría un nuevo concepto nuevo sobre el cual se desarrollaría en la práctica una escuela indisciplinada, anticolonial, anticapitalista, democrática y con base de complejidad, que es la educación que corresponde a una transición que nos lleve a un mundo menos injusto y menos desigual. Por cierto, estos dos conceptos, con solo colocar su foco en el sistema educativo venezolano dejan al desnudo la precaria calidad de este, ya que el mismo permanece atrapado bajo la dominación de la racionalidad colonialidad de las relaciones de dominación capitalista, o sea una educación generadora de empobrecimiento, desigualdad y opresión. Lamentablemente, al sistema educativo público venezolano puede compararsele en la actualidad a un campo seco. Aplíquesele la CE y se le salvará.

La CE es un lugar habitado por la esperanza. Donde el conocimiento y los saberes universales son un recurso para la reproducción de la vida, es un experimentar nuevas y distintas maneras de comunidad, desde donde se ve el futuro sin a priori, se trata de ir construyendo un camino hacia un mundo cada vez menos injusto pero sin los moldes endurecidos y oxidados de las formas preliminares del conocimiento y del conocer, es ir andando para que el camino vaya emergiendo. Y no debe importar que mientras se ande aparezcan momentos de desconsuelo porque con seguridad se harán presentes otros donde se vislumbre el alba, porque nada más con poner en práctica la CE el orden social comenzaría a saltar hecho añicos. .

Por tanto, el educador no es, no puede ser un técnico desconectado de la realidad - ya que de la realidad se deriva su condición de educador - Porque el mundo que trata de explicar a sus estudiantes en el aula es el mismo que viven ellos fuera de la escuela y todos los días cuando despiertan en medio del rúnrún de su hogar. Esto parece una perogrullada decirlo, pero no, porque hay muchos educadores que al parecer ignoran y terminan disociando la pedagogía que comienza en el vientre de la madre, y que progresivamente va prolongándose luego en los brazos de la madre y del padre, para luego seguir creciendo en el seno de la familia y posteriormente desarrollarse en la escuela y la comunidad. La realidad concreta es que todos estos espacios conforman un continuum en el proceso de la enseñanza aprendizaje, es un bien individual que se va adquiriendo con sentido comunitario.

¿La comunalización de la educación en el Plan de la Patria 2013-2019

Chávez en la presentación de su programa de gobierno en el 2012, conocido como el Plan de la Patria 2013-2019 llamaba la atención con respecto a que:

"No hay que llamarnos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Este es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo.

Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz se de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma del Estado burgués que heredamos (subrayado nuestro), la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de las nuevas formas de gestión políticas."

Desgraciadamente doce años después que el presidente Chávez hiciera tales advertencias, seguimos bajo el yugo del Estado burgués en su versión tiránica, y por consiguiente el sistema educativo venezolano, ha empeorado en la medida en que vamos retrocediendo hacia estadios desastrosos. La calidad que se logró desarrollar en pocos años de revolución bolivariana se esfumó. Hay quienes señalan que este desastre educativo es producto de la desinversión que han ocasionado las agresiones de las sanciones norteamericanas a Venezuela, sin embargo, hay que decir que otra fuente de culpa también emana de de la enorme corrupción, burocracia y mediocridad del gobierno nacional y los gobiernos locales que abandonaron su responsabilidad constitucional de Estado Docente.

La CE como utopística transversaliza todo el Plan de la Patria original 2013-2019, porque todo proyecto educativo no puede estar separado del proyecto de nación.

En los cinco objetivos históricos que estructuran el Plan de la Patria original 2013-2019 está presente la TOPARQUÍA DE LA ESPERANZA, porque este es un programa de transición para que la sociedad venezolana se libre de la esclavitud moderna de las relaciones sociales y de producción capitalista y como colectivo nacional y sintiéndose una Patria Planetaria que ayuda al equilibrio del mundo, se dedique a construir un mundo de mayor justicia social y libertad, entonces, aquí tiene mucho que aportar la comunalización de la educación.

 

 

 

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