Si Chávez volviera, Maduro lo mete preso por subversivo

Jueves, 15/08/2024 12:48 PM

La filosofía idealista como el poder, hacen daño. Decir que el pensar determina al ser, en un mundo en crisis es explicar erróneamente no solo el vínculo entre la realidad y las ideas, sino también, la relación entre el poder y los ciudadanos.

Veremos a continuación como, la aplicación del idealismo objetivo a Chávez y el idealismo subjetivo aplicado a Maduro, nos lleva a dejar intacta la realidad. y si pretendemos cambiar la situación usando esa filosofía, no salimos de nada. Solamente caemos, lógicamente, en la ratificación del poder de Maduro. Y así, consciente o inconscientemente confirmamos la tesis hegeliana de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.

Echemos una mirada a estas cuestiones metafísicas:

A Maduro se le cuestiona o se anuncia la traición a Chávez, se critica también, su triunfo electoral por el manejo fraudulento de los resultados de la elección. Se pone en duda su capacidad administrativa y política para gobernar y últimamente se le acusa de dictador con tendencia fascista. Se caracteriza moralmente como mentiroso y que el Estado y su gobierno están en crisis.

Todo eso queda reducido a ideas y deseos, cuando se pretende fundamentalmente hacer que la idea se introduzca a la realidad para que la misma idea actúe por sí misma y haga cambiar la situación cuestionada.

Ese camino lo definen así: unos esperan que los hackers realicen su labor subversiva, que Estados Unidos aplique sus mecanismos legales anti corrupción, otros, que se agrupen las fuerzas políticas extraterritoriales y apoyen al proyecto político de la derecha antigua; los más radicales hacen un llamado a la unión cívico-militar en contra del gobierno que está en crisis.

Al final, todos esperan que las cosas cambien, no a partir de razones técnicas y políticas; sino, por razones espirituales y éticas. De esa manera, el espíritu de Chávez se reposicionará de las conciencias, y ya cuando la conciencia sea movida por la idea socialista y chavista, mágicamente se transferirá a la realidad y la cambiará.

Esta idea no es antecedida por la práctica sino, por el deseo subjetivo que aspira que las cosas cambien sin una práctica política y una reeducación transformadora. Se da por sentado que la idea de Chávez y el socialismo, ya existe en la conciencia de la gente.

Eso no es verdad, chavismo y socialismo, ahora ya no son realidades dadas y consumadas sino, un fenómeno en extinción. Ahora, con el abandono del proyecto socialista y la reconversión y defensa radical del capitalista impulsado por Maduro y su grupo, hablar seriamente de Chávez y el socialismo, implica no solamente anunciarlo, sino, requiere de un nuevo y grandes esfuerzos teóricos y políticos prácticos, para recomenzar su reconstrucción.

Dicho en términos políticos, si se puede desplegar la soberanía ciudadana o la democracia participativa (derecho constitucional del pueblo venezolano) significa esto, que es posible volver hacer realidad la capacidad de auto gobierno ciudadano, expresión política social que le costó la vida a Chávez.

Entonces, las cosas se complican más, porque, más allá del sentimiento y amor por Chávez, la participación activa de los chavistas en la vida política venezolana se ha dividido en Chavistas con Maduro y Chavistas independientes o anti maduristas.

La manera idealista objetiva descrita anteriormente, ha influenciado el inactivismo político práctico de esta línea socialista chavista; pues se han quedado esperando míticamente, la resurrección de Chávez; pero si, son experimentados en las denuncias y críticas discursivas al gobierno.

Por su parte, el logro fundamental de Maduro, consistió en ganarse para su proyecto capitalista a una buena parte del chavismo. Ellos son ahora, los más aguerridos defensores del capitalismo. En consecuencia, esa participación política ciudadana a favor de Maduro retro alimenta el proyecto gubernamental y la condición de dependencia de los ciudadanos a los que tienen el control del aparato del poder.

El resultado oficial de las elecciones marcó ese cambio: pasar de la democracia participativa (con visos socialistas) a la democracia representativa (estrictamente capitalista).

De aquí resulta que, si el ciudadano no edifica un régimen democrático participativo y los que controlan el aparato del poder no lo promueven, entonces, el marco referencial para evaluar el tipo de gobierno y de ciudadanos resultantes del proceso electoral recién concluido, queda marcado por la tolerancia ciudadana a la marginación, consentir la desviación de los recursos del Estado, reconocer la consolidación de la exclusividad del poder en la toma de decisiones públicas y aceptar como socialista un ensayo de reconversión capitalista.

Dicho con más detalles, los ciudadanos quedan marginados de la participación en la toma de decisiones sobre las políticas públicas (acuerdos y negocios secretos gubernamentales), así también, por apoyar al gobierno, llegan incluso hasta tolerar la desviación de los activos circulantes del Estado, aunque sepan que esa desviación de recursos sirve para beneficiar principalmente a los del gobierno y a las clases dominantes, no para el bienestar general (privatización).

Al perder su influencia participativa, solo miran que el poder ejerce las decisiones públicas al margen de la voluntad popular, bajo el paraguas de un discurso demagógico participativo y socialista y de una validación propagandística pública de aceptación ciudadana de esas medidas.

Cada pueblo tiene el gobierno que se merece

Tanto los chavistas radicales necesitan de la existencia del gobierno, por su doble funcionalidad; pues, de una forma el gobierno de Maduro es el objeto al que dirigen sus descargas ideológicas emocionales opositoras; y a la vez, ese mismo gobierno, es el que pone los límites a sus aspiraciones políticas de retomar el poder. Como también, los chavistas pro Maduro necesitan al gobierno, porque ellos, para sobrevivir a la crítica de traición a Chávez, necesitan justificarse en el gobierno que apoyan, porque dicho gobierno, discursivamente se declara en público ser anti imperialista y pro socialista. Y ellos lo creen.

En palabras simples, unos necesitan al gobierno para joderlo y otros para defenderlo; y no pasa a más.

Digan, griten, denuncien, cuestionen al Estado y al gobierno está bien; pero, no intenten prácticamente cambiarlo; porque entonces tendrán problemas. Y con invocar el espíritu de Chávez, para que interceda espiritualmente en el cambio de gobierno, eso solo es posible en una concepción idealista hegeliana, porque en la realidad ese espíritu se desvanece en la aplicación de leyes fascistas.

En resumen la realidad, el ser social, los movimientos políticos socialmente organizados o semi organizados, a través del trabaja orgánico político o de manipulación ideológica con las redes sociales y los medios, son los que realmente determinan las maneras de pensar la realidad y condicionan el desenvolvimiento práctico de las reacciones políticas de los ciudadanos.

Entonces la concepción filosófica y la verdad dominantes en un país determinado, es la concepción de la historia y la verdad de los que ostentan los aparatos del poder. Y esto será así, hasta que otros con una visión diferente tomen el poder.

Incluso, en Venezuela, las cosas son de tal manera que, si Chávez volviera, Maduro lo mete preso por subversivo.

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