No es la Lele, Nicolás, los golpistas se llaman: Luiz Inácio da Silva y Gustavo Petro

Domingo, 18/08/2024 02:25 PM

El tema de las elecciones en Venezuela, realizadas el pasado 28 de julio ha trascendido los resultados ya dados por el órgano oficial, el CNE, que dieron una victoria contundente al candidato de la Patria: Nicolás Maduro Moros con 6.408.844 votos (51,95 %) contra su más cercano oponente, el candidato de Washington, Edmundo González, con 5.326.104 votos (43,18%); mientras el restante de votos (08,77%), lo obtenían los restantes 08 candidatos del oposicionismo. El CNE, como árbitro electoral pudo cumplir la misión al emitir un primer boletín el mismo 28 de julio, con el 80% de transmisión de los datos, el Consejo Nacional Electoral informó sobre el triunfo del presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, quien obtenía: 5.150.092 votos, para un 51,20%, contra el candidato oposicionista, Edmundo González, quien obtenía: 4.445.978 votos, para un 44,2%. Otros candidatos, obtuvieron 462.704 votos, para un 4,6%. Este primer boletín, con «tendencia contundente e irreversible», así declarada por el presidente del CNE, Elvis Amoroso. Y lo decía, en medio de la más feroz guerra cibernética a que era sometida la sala de escrutinios del CNE para impedir que la misma, pudiera emitir resultado alguno. No obstante, los técnicos de dicho ente comicial, pudieron sortear el fuego enemigo y emitir luego, un segundo boletín -ya definitivo- mediante el cual, se verificaba el triunfo definitivo del candidato: Nicolás Maduro Moros, con 6.408.844 votos (51,95%) y su más cercano oponente, Edmundo González: 5.326.104 de votos (43,18%), siendo la participación del 59,97%. El 29 de julio, proclamaba el CNE a Nicolás Maduro Moros, como Presidente de la República de Venezuela. «Recibo esta credencial constitucional, legal, del poder encargado de llevar los temas electorales de Venezuela, que emitió un dictamen que recibo con humildad, porque soy un obrero, lo que no me perdonan los apellidos ni el imperialismo», expresaba Nicolás.

Todavía hoy, se puede constatar la agresiva violencia cibernética contra entes del Estado Bolivariano, dirigida por Elon Musk que, sin dudas, buscaba «manipular los datos que se estaban recibiendo» y «adulterar las actas», durante el conteo de los votos, intento fallido. Ya, a partir del segundo día de realizado el proceso electoral presidencial, se dio inicio a una arremetida violenta contra el pueblo venezolano, entran en acción los comanditos, dirigidos por María Corina Machado y Edmundo González. Valga decir, entró el fascismo, como expresión de la violencia organizada contra el pueblo; mientras, la violencia cibernética continuaba, como lo informaba la ministra, Gabriela Jiménez, quien anunció que se han registrado en el país más de 30 millones de ciberataques por minuto, que han afectado a 25 instituciones del Estado. Pero, la trama golpista no terminaría allí. Iniciada ésta por María Corina Machado y Edmundo González, rebrotaría con Washington, reconociendo el supuesto triunfo de E. González, triunfo que se fue esfumando hasta la aparición en escena de Gustavo Petro y Luiz Inácio da Silva, momento en que la artimaña golpista adquiere nuevos bríos.

A esta altura, es preciso detallar la naturaleza del golpe de Estado que está desarticulando la nación Bolivariana para tener una certeza de la gran victoria que alcanzará la Patria Bolivariana como integrante de la Patria Grande Latinoamericana. Este intento de golpe de Estado, lo inician María Corina Machado (MCM) y Edmundo González Urrutia (EGU), con características netamente electorales, luego se incorpora el terrorista cibernético: Elon Musk. Entran en escena los comanditos del terror y con ellos, un nuevo actor: Joseph Biden y el poder imperial de los Estados Unidos, reconociendo el fraudulento triunfo del candidato de Washington: EGU. Pero, una vez despejada la victoria del candidato Nicolás Maduro Moros, nuevos actores de la mima trama golpista son convocados a entrar en escena: Gustavo Petro y Luiz Inácio da Silva, en especial éste último actor que ya tuvo una experiencia previa en esta modalidad de golpes de estados contra Evo Morales, en 2019. Recuérdese, como el Brasil de Bolsonaro se involucró en esa aventura y derrocaron a Evo, quien había resultado ganador en votos a renunciar para darle esa victoria a la autoproclamada Jeanine Añez, entonces congresista boliviana quien con una biblia en la mano se proclamó presidenta y como tal fue reconocida por el Occidente golpista. Ese modelo golpista, perfeccionado ahora por Luiz Inácio da Silva, es el que intentan implementar contra Venezuela Lula da Silva, quien sugirió la repetición de las elecciones en Venezuela o, en caso contrario, la creación de un gobierno de coalición que integre a miembros del chavismo y de la oposición. Propuesta acompañada por Gustavo Petro y Joseph Biden, autoproclamados como presuntos mediadores de una presunta crisis, que solo existe en la mente de estos connotados golpistas, enemigos de Venezuela.

Brasil, ante el declive de la hegemonía imperialista estadounidense, pretende erigirse ante el resto de países latinoamericanos, como el sucesor hegemónico o la nueva potencia sub hegemónica latinoamericana. No es Bolsonaro pero es Lula, el mismo rostro del fascismo, que expresa las ambiciones de la burguesía brasileña. Dicho fenómeno, fue estudiado por Rui Mauro Marini en la década del 70, el subimperialismo. El subimperialismo, retrataba la conversión de una economía latinoamericana dependiente en exportadora de mercancías y capitales. Las transnacionales, contrarrestaban la estrechez del mercado local con ventas en el radio circundante. Marini, reformuló una tesis expuesta por Rosa Luxemburgo a principios del siglo XX. Ese enfoque, ilustraba cómo las principales economías europeas afrontaban la adversidad de sus estrechos mercados internos. Señalaba, que las potencias contrarrestaban esa limitación con políticas imperialistas de expansión hacia las colonias (R. Luxemburgo, 1968). Marini, vinculó el segundo sentido del subimperialismo al protagonismo geopolítico de Brasil. Señaló, que el principal país de Sudamérica actuaba fuera de sus fronteras con métodos prusianos, para cumplir con un doble papel de gendarme anticomunista y potencia regional autónoma. Presentó, ese rol como un rasgo complementario y funcional de la expansión económica. Destacó que los gobiernos brasileños actuaban en sintonía con el Pentágono siguiendo las reglas de la guerra fría. Marini, situó en el status subimperial a las economías dependientes intermedias, que mantenían relaciones singulares con el imperialismo central. Resumiendo todo esto, Galeano escribió: "Paraguay tiene la doble carga del imperialismo y el subimperialismo". «El subimperialismo», decía Eduardo Galeano, «se expresa de mil maneras». Soldados paraguayos, se unieron a la intervención de la República Dominicana en 1965, bajo el mando de Panasco Alvim, un general brasileño. Paraguay, le «otorgó a Brasil una concesión petrolera en su territorio, pero el negocio de la distribución de combustibles y la petroquímica están en Brasil, en manos norteamericanas». Galeano, escribió: «Por la vía abierta del contrabando, los productos industriales de Brasil invaden el mercado paraguayo, pero muchas de las fábricas que los producen en São Paulo son, desde la avalancha desnacionalizadora de estos últimos años, propiedad de las corporaciones multinacionales». Desarrollando la idea de la función subimperial de Brasil desde 1964, escribió Galeano: «Un elenco militar de muy importante gravitación postula a su país como el gran administrador de los intereses norteamericanos en la región y llama a Brasil a ejercer, en el sur, una hegemonía semejante a la que, frente a los Estados Unidos, el propio Brasil padece». El propio V. I. Lenin, en su definición de imperialismo advertía de la presión sobre los países ricos para que «se hagan imperialistas». Es, lo que refiere Evo de su experiencia boliviana: «El día 11, cuando yo intentaba salir del trópico hacia el exterior, no había presidenta todavía (…) Entonces, cómo fue que la embajada de Brasil participó en la reunión a una hora de mi renuncia, donde dijeron que Áñez iba a ser la presidenta». Según Evo Morales, además del embajador brasileño, en la cita definitoria del golpe en Bolivia, participaron el representante de la Unión Europea (UE), el activista de la derecha Waldo Albarracín, el líder cívico derechista, Fernando Camacho y los expresidentes bolivianos Carlos Mesa (2003-2005) y Jorge Quiroga (2001-2002). Asimismo, aseveró Evo, que el Gobierno de Brasil participó de manera efectiva en el golpe de Estado. Para el líder del Movimiento al Socialismo (MAS), la actitud del actual Gobierno brasileño, presidido por Jair Bolsonaro, está en línea con lo que pretende EEUU para América Latina, al explicar que la derecha americana, obedece a los mandatos del país norteamericano y fue la que reactivó las políticas del consenso de Washington y el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Tras la renuncia de Evo Morales, la senadora opositora Jeanine Áñez, se autoproclamó presidenta interina de Bolivia, pese a no cumplir con los requisitos constitucionales para ello, lo que provocó protestas masivas de los partidarios de Evo Morales y una brutal represión policial y militar. Esto, es fundamental tenerlo bien claro porque es el modelo golpista, que intenta aplicar los gobiernos de Luiz Inácio da Silva y Gustavo Petro a la Venezuela Bolivariana.

De allí, la importancia de recordar las palabras del Presidente Reelecto Nicolás Maduro Moros, con relación a esa experiencia golpista del 2019 con plena vigencia para este 2024. Maduro, en su cuenta Twitter manifestó: «Los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo». Recordemos, que en paralelo aquí en Venezuela, se juramentaba el fantoche de Juan Gerardo Guaidó Márquez por órdenes de Donald Trump. La profecía autocumplida, exigía no reconocer el resultado electoral, en cuanto empezaron a salir datos que apuntaban a que Evo Morales, podría haber ganado la reelección en la primera vuelta. Y, a partir de allí, unas protestas, que derivaron en la quema de casas de dirigentes políticos, el amotinamiento policial, el golpe militar del 10 de noviembre 2019, el derrocamiento de Morales y la investidura de una senadora, Jeanine Áñez, como presidenta del país a manos de un mando del Ejército. Cualquier parecido con la Venezuela de 2024, es parte de un guión ya estudiado por la derecha fascista internacional. La matriz mediática, puesta en marcha por los golpistas bolivianos y la prensa dominante, en cuanto a que, Evo Morales, renunció a la presidencia tiene el mismo corte embustero y repulsivo de la teoría puesta en circulación por la Junta Militar golpista encabezada por Augusto Pinochet, en Chile, hace muchos años atrás, que afirmaba que Salvador Allende, se había suicidado. En el tiempo actual, dice el golpista-fascista: Luiz Inácio da Silva: Nicolás Maduro, sabe que: «debe una explicación al mundo entero», y que, «hasta el momento, no se sabe quién ha sido el vencedor de las elecciones, al no haberse publicado las actas». Lo secunda, el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien dice que debe formarse un «Gobierno de cohabitación transitorio» y la celebración de «nuevas elecciones libres». Y, cómo instalar un supuesto gobierno, si los venezolanos y las venezolanas, no votaron ni aprobaron dicho gobierno? Así, funciona la democracia para estafadores como Gustavo Petro y Luiz Inácio da Silva, los neo golpistas de Washington, subimperialistas…

«El fascismo, aunque muchos creían en él, no tiene ni contenido espiritual ni programa. El propio Mussolini, el líder de los matones, admitió en un artículo del «Popolo d’Italia» del 23 de marzo de 1921, que el fascismo «no es un partido, es un movimiento». Su único objetivo es, por tanto, defender los intereses materiales: Buenos estómagos alimentados por los burgueses, sus bolsas llenas con todo lo que robaron de los trabajadores, los pobres. Pero, tiene un método: la violencia ciega, feroz y bárbara. Que usa contra las organizaciones proletarias, contra los partidos subversivos con el único objetivo de someter a los trabajadores a la voluntad de los patrones, de aumentar la jornada laboral y bajar los salarios, de destruir los contratos colectivos y volver al sistema medieval de oferta y demanda y convertir al campesino en un ser bruto y al trabajador a un esclavo». Guido Picelli: ¡El hombre que derrotaba a los fascistas!

Posfacio: Sub: Significa, 'bajo' o 'debajo de'. Subsuelo, subacuático. Indica inferioridad, subordinación, acción secundaria. Real Academia Española. Es, cuando los gobernantes de países como Brasil y Colombia, se arrastran para lamer las botas de su amo el norte imperialista y le cumplen sus órdenes a cabalidad, en competencia por ser el más rastrero de sus vasallos…

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