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Esa nave condensada, de apretadas conexiones nerviosas con lo patológico o sicótico, que en activándose, provocan abruptas simplezas tan maravillosas como bufas o frívolas, que no dan tiempo a ser asimiladas o procesadas pero que acaban doblegando voluntades. Que inutiliza el tiempo sagrado de niños y jóvenes, en el que casi nunca recabamos por ser su dimensión espantosamente asfixiante, envolvente sobre todos nosotros en la espesura de una hipnosis que nos deja absortos, sin encontrar cómo liberarnos de su vértigo de imágenes que nos emboban…, sometidos a ellas por sugestión absorbente del cerebro, y siendo uno, una especie de receptor que siempre está persistiendo en alcanzar algún desenlace que nunca ocurre.
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Abrupta inutilización esa de la vida en interminables sucesiones de hechos intrascendentes. Bajo esa metralla de fragmentados videos, sin tiempo, que corren al boleo y que a la postre son sólo parte de un divertimento voraz en el que la risa diabólica termina en mueca. A diferencia de la televisión, las redes son núcleos dispersos no del todo creíbles, vacuos, vagos y fatuos. Realmente no están hechas las redes para educar, para formar, para disciplinar la mente, sino para divagar.
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Estamos en otra etapa más de esa aburrida y elemental existencia, ceñida únicamente a lo fatuo, ya sin valores, un holocausto de la imaginación. La otra "vida", paralela, muerta, sin sueños ni ideas.
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Esas redes, que impiden leer un libro, que impiden resolver problemas cotidianos: estudiar o investigar un hecho. Que nos consumen la vida en un desperdicio de necios destellos. Hasta que se pierde el rumbo de la esencia de nuestro ser y quedamos en un limbo extenuante, sin norte, sin coherencia ni disciplina para aplicarnos a nada seriamente: EL ASCO ABSOLUTO, y miramos a todos lados sin saber si vivimos o dónde nos encontramos. La peor de las drogas.
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Y detrás de nosotros viene ese mar de niños cuyos únicos ductores y padres son las basuras que reciben por las redes, sin poder procesarlas en absoluto. Niños que acabarán bipolares o multipolares, sin alma ni sensibilidad, otros simples bots que no hacen sino ser repetidores de bazofias, consumidores pasivos de los peores desechos de la mente humana.
Ya no es arrechera sino asco… lo que siento cada vez que tomo el celular…
Por: José Sant Roz
Miércoles, 28/08/2024 01:09 PM