En España localizo, observo, dos movimientos sociales desbocados. Y digo desbocados, porque de hecho han existido siempre con toda la justificación del pensamiento humanista, por un lado, y de la lógica natural y formal, en contraste con la irracional desprovista de todo sentido cultural para los tiempos vividos al menos en España. Uno de esos movimientos es el feminismo que puede estar justificado su extremismo, como otros fenómenos sociológicos en España, por las condiciones psico morales de la sociedad española por una dictadura política asociada a una religión no sólo dogmática sino también autoritaria, durante cuarenta años. El otro movimiento es el animalismo, a mi juicio, consecuencia de la inercia evolutiva de la mentalidad de una población que, también durante esas cuatro décadas de dictadura, fue preceptivo creerlo así. Me refieroa los términos bíblicos del Génesis, parágrafo 28,que dice así: …"Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y mutiplicad la tierra, y henchid la tierra, y sojuzgarla; y enseñoread en los peces de la mar; y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra". Así, según la interpretación de los cristianos milenarios, Dios dispuso el absoluto dominio y prioridad del "hombre" sobre el animal, al que no reconoce ni un mínima consideración ni respeto por parte del "hombre" recién creado por Él. Así es cómo, desde la invención del judaísmo y del cristianismo quedó instituido que no había vínculo alguno entre el hombre y el animal. El animal no tenía alma y quedaba cosificado desde el primer momento.
Así es cómo, tras milenios de cosificar al animal el Génesis, quienes profesan el animalismo llevan tan lejos la "filosofía" del amor al animal, que sitúa su práctica religiosa la atención y preocupación del individuo o individua, casi por encima de la que merece el ser humano…
Somos quienes pertenecemos a unas generaciones educadas primero y formadas después en la moderación y en principios intemporales, eternos, del no digas ni hagas a otro lo que no quieras que te digan y hagan a ti, y del "nada en exceso" que sigue figurando en el pronaos de las ruinas que quedan en el Templo de Delfos en Atenas, y tantas otras ideas grecolatinas de las grandes figuras del pensamiento clásico, quienes no podemos aprobar la desmesura. Pero, si por un lado el ser humano es omnívoro ¿por naturaleza? o ¿culturalmente?, lo que significa que la carne forma parte de su alimentación y nutrición, por otro, ¿hemos de respetar la vida de cualquier animal? ¿También la rata de alcantarilla que entra en nuestra casa? ¿también la chinche, el mosquito o el microbio que nos hacen enfermar o nos matan? ¿también ese animal que forma parte de la superpoblación de una especie que destruye cosechas y alimentos que a su vez provoca la depauperación y muerte de poblaciones humanas enteras? Éstas son las preguntas a las que responsablemente deben respetar los animalistas extremos a que me refiero, para resolver una paradoja o un dilema que, como una aporía filosófica, no tiene solución.
Porque desmesura hay a raudales, tanto en el feminismo desbocado como en el animalismo desorbitado. Por lo que se refiere al feminismo español es preciso advertir a sus abanderados y seguidores que, puesto que ya está reconocida la igualdad de géneros en las leyes, hay que tener paciencia, pues es preciso un largo proceso evolutivo de la mentalidad general para que el cambio de paradigma que ahora fuerzan, se produzca. Y en cuanto al animalismo extremo, a menos que respondan con la solución que yo no atisbo, no está lejos de ser una aberración. Las categorías de los seres vivientes de Aristóteles seguirán vigentes por los siglos de los siglos. Ahora en Namibia, una nación africana, se van a sacrificar 523 animales de su fauna, por una sequía que amenaza la vida de millones de personas. En otros tiempos la superpoblación de conejos en Australia destrozaba cosechas amenazando asimismo la vida de muchos seres humanos, y hubo de ser controlada, y por tanto muchos matados…Las plagas de toda clase, empezando por la de las ratas, han exigido medidas de control inevitables que implicaba la muerte sistemática de gran número de ellas. A efectos cualitativos, según la categorización de Aristóteles y la clasificación de Mosterín, el elefante, el felino, el simio o el perro y el gato están por encima del infusorio y del mosquito. Por otro lado, hay contrastes históricos, como el del Hitler vegetariano o el del Gobbels que entraba por la puerta de atrás para no despertar al canario, y tantas otras.
Son tantas las contradicciones casi irreconciliables entre los argumentos del feminismo y el animalismo desbocados y los del feminismo y el animalismo razonables, que no hay más remedio, para llegar a un acuerdo entre ambas actitudes, que aceptar por parte de ambos movimientos, posiciones mentales y discursivas con arreglo al siguiente pacto: hacer lo correcto que cada caso y situación demanden la razón y el sentido común (tan difícil a menudo de precisar); partir de la idea de que, faltaría más, la mujer y el hombre y todos los géneros son socialmente iguales, que la vida del ser humano está por encima de la vida del animal, y que el animal superior merece un trato deferente abandonando el desprecio implícito que milenariamente ha recibido por parte del ser humano, pero incluyendo el sacrificio indoloro que debe soportar cuando la superpoblación de una especie y los efectos patológicos o mortales de una especie inferior, causen los estragos que no tiene sentido que el humano deba soportar. Y, sobre todo, que el ser humano es omnívoro por su naturaleza. Pues si llevamos tan lejos las cosas de esta clase, también el mundo vegetal, los árboles y todas las plantas tienen un sistema nervioso que, al ser usadas, cortadas y manipuladas sería preciso reconocer su sufrimiento. Todo lo que, si no pautamos y ordenamos las ideas expuestas, nos conduce inevitablemente al mayor de los absurdos.
De modo que fuera de estas consideraciones, reflexiones y dudas, salvo otras formulaciones de orden superior, a mi juicio son excentricidades, extravagancias y variantes de la locura; de las muchas locuras que están irrumpiendo a diario en la post modernidad, al menos en la sociedad española…