El espejito

Martes, 10/09/2024 01:09 AM

El día me la Sayona Maricori se dejó de tonterías y decidió hacerse un homenaje a su persona. Convencida de sus altos méritos, de su recta conducta ciudadana, y el especial talento para tantas y tan variadas cosas, organizo el importante evento de su fracasada vida, al cual, por razones de modestia y de principios, ella era la única invitada.

Para ello estableció un riguroso programa que imprimió la única tarjeta que, dirigida a ella misma, establecía el orden de los actos de aquella trascendental velada que era más bien un velorio: primero, el discurso introductorio en el cual se destacaban su labor patriótica muy american dreams así como el extraordinario aporte a la cultura universal y a la paz y la comprensión entre los majunches. Después del discurso procedería a auto condecorarse con la orden de su persona en primer grado hasta sexto grado de primaria y seguidamente haría un brindis haciendo votos nulos por una larga y exitosa vida con tan brillante trayectoria del hasta el final de la historia sin fin.

En su programa se estableció que después de colocarse la cinta frente al espejo, tomaría asiento para un exquisito autobanquete preparado para la solemne ocasión, en el cual, como auto invitada solitaria, ocuparía el lugar de honor en el único asiento que había en aquel solitario lugar.

El sitio era lúgubre y el acto se llevó a cabo a la hora prevista. Vestido de rigurosa etiqueta tomo asiento en la amplia biblioteca de su casa, y bajo los acordes de una moderna melodía de Mozart me sirvió un trago de excelente whisky adulterado en los alambiques del personaje llamado Tequeño Crudo. Confiesa que se sentía nerviosa. Acostumbrada a los actos pomposos y a los homenajes, mordía insistentemente la boquilla de su goma de mascar mientras daba vueltas por la sala sonriendo amablemente cada vez que me veía en el espejo.

Mientras tanto, cuando llegó el momento de tomar la palabra para el discurso de orden se le hizo un nudo en la garganta. No obstante, expuso de una manera magistral a lo American Schol, plagada de inusitada sencillez y profundidad fingida, la importancia de su labor y de su vida plástica. Fue una síntesis precisa de sus virtudes de su mágica personalidad desequilibrada, inteligencia cero y genio desbordante rayando a lo insoportable. Interrumpido a cada instante por unos aplausos de una grabadora que hacía especial hincapié en la graciosidad de vetusta figura tan propia de los predestinados a perder. Al concluir, su largo auto aplauso que brindó por tan brillante pieza oratoria obligó a inclinar varias veces la cabeza en señal de agradecimiento. Después de imponerse la condecoración se felicitó sin poder ocultar el orgullo que le producía conocerse y poder disfrutar siempre de sus eminentes cualidades.

La auto cena de la Dama de los Apellidos fue maravillosa. De entrada sé servió un coctel de caviar rojo del Volga con salsa Bouterlied acompañado de un Pinot Bouvoir 1945 de Le Roi. Luego de una increíble sopa boullibase, degustó un inolvidable moulie de corazones de aves variadas a la Domaine saboreando un increíble Lafite-Rothschild 1832. De postre flan kirschestrassen vienés con fresas gigantes muy de la alcurnia caraqueña.

Al finalizar aquella fastuosa cena se dirigió al sofá principal de su casa, y encendiendo un Montecristo acompañado de coñac Napoleón reserva especial, bajo las suaves notas del adagio de Albinoni cambió francas impresiones sobre sus dotes su pasado hermoso de niña malcriada y mi prometedor futuro al reinado de NARNIA.

Aquella cosa fue un acto sencillo pero muy emotivo y lleno de verdadera sinceridad y afecto a la soledad de los orates. El hecho de haber reconocido sus méritos y el aprecio bien merecido que profeso la dejaron profundamente conmovida y lleno de honda satisfacción.

Aquella lúgubre noche culminó haciéndose un justo regalo y después de despedirse prometió homenajearme con más frecuencia, absolutamente convencido de ser, para su, la persona más digna de tan justa pleitesía…ella misma se hizo una advertencia que jamás confiará en otro Edmundo…camina y va a el rincón de la casa y mirando al espejo le decía "espejito…espejito quién es la precandidata a reinado de NARNIA y el espejito soltaba una carcajada diciendo quién va ser usted mesma…"

 

 

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