El sol con sus dardos de alta temperatura dispara al paisaje y de los árboles brotan lágrimas mustias. El alboroto de las guacharacas no es un canto alegre, sino un grito desesperado por no encontrar en dónde saciar su sed. Un colibrí trata de sacarle una última gota del néctar de una flor que ya tiene clavada la flecha de la marchitez.
El periodista Juancho Marcano y su perro Pipo, luego de hacer sus tareas en el conuco, están sentados bajo la sombra refrescante de su amiga la mata de mango, que ya les ha dicho que todo ese calor es culpa del ser humano, con lo cual hombre y perro están de acuerdo, aunque la conversa de ellos trata de otro asunto. Por eso el peludo manifestó: "Yo no entiendo, Juancho, porqué hay mucha gente mala educada que a veces pasa frente al portón y la señora María y yo estamos ahí parado, y no dicen los buenos días, cuando en realidad esa es una norma de urbanidad, según me ha manifestado tu esposa".
El periodista escuchó tranquilo a su perro y respondió pausadamente: "Ay, Pipo, tú no has visto nada. En estos días una persona por querer aclarar una duda, eso bastó y sobró que le respondieran con un lenguaje no tan propio de gente que supuestamente pasó por una universidad, aunque vamos a estar claro: la universidad enseña conocimientos, mas no educación; eso se aprende en la casa y la persona leyendo mucho sobre cómo debe ser su comportamiento ante la sociedad, con el fin de no caer en la ofensa y el irrespeto".
El perro oyó la exposición del periodista y luego, apuntó: "Los viejos decían, he escuchado yo, que la educación no se compra en las bodegas".
- Así es, Pipo, por eso la gente antes de hablar debe medir qué va a decir, cómo lo va a decir y a quién se lo va a decir; porque si no es mejor que se calle y entienda que cuando las palabras no son mejores que el silencio es preferible callar, dijo el periodista.
- Eso es parecido a algo que yo oí y que señaló Confucio: "El silencio es el único amigo que jamás traiciona". Así de simple y sencillo. ¿No te parece?, acotó el can.
- Claro, Pipo, dijo el periodista y luego ambos convinieron en regresar a casa antes que el astro rey apretara más el botón de su luz radiante.