A fin de cuentas, ¿es posible que el excandidato opositor Edmundo González pueda derribar al actual presidente? Pues, está contribuyendo activamente con ello. Pero no hablamos del gobierno de Venezuela, sino del gobierno de España.
El ejecutivo español quiso llevarse el premio, en esta especie de concurso internacional de quién acaba primero con el presidente Maduro. Para ello, asumió el asilo diplomático del señor González, como recurso de lujo. Se suponía que ello exaltaría su imagen ante el mundo, anotándose unos buenos puntos ante la comunidad internacional…
Sólo que este acto agitó los demonios, es decir, las contradicciones políticas al interior del estado español. Así, el Partido Popular, en el Congreso, dio una jugada maestra al decidir y exigir al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el reconocimiento del futuro asilado como presidente de Venezuela. Pues, colocan a Sánchez en una situación precaria: si no acepta el mandato del Congreso, se convierte en dictador (¡palabra terrorífica!); si lo acepta, se expone a que el gobierno venezolano rompa relaciones con España, privándola de algunos productos donde descuella el envío de petróleo, lo que sin duda traerá sufrimiento y malestar para toda la población española, que redundará en rechazo al gobierno…
Por otra parte, la conducta de Edmundo, durante el proceso de solicitud de asilo, también se vuelve contra el gobierno de Pedro Sánchez. El excandidato venezolano, para justificar su salida del país, abandonando la causa donde decía militar, alega coacción del gobierno venezolano para obligarlo a firmar la famosa carta donde, bajo protesta, termina reconociendo el triunfo electoral del presidente Maduro. Sólo que, al ocurrir esta firma en la Embajada de España en Venezuela, la declaración de González Urrutia compromete directamente al actual embajador español, colocándole en el dilema de haber sido responsable de coacción contra Edmundo, o en el mejor de los casos, cómplice silencioso.
Así, tratando de enmendar la plana, Edmundo emite una nueva declaración señalando la inocencia del embajador; sólo que el agua derramada es difícil de recuperar. El embajador de España en Venezuela es colocado ante un nuevo dilema: o es cómplice de coacción, o es negligente, puesto que no tiene idea de lo que ocurre en su embajada… O sea, el excandidato venezolano, al intentar atacar al gobierno venezolano, le dispara al gobierno español, y luego trata de lamer la herida… De aquí que el Partido Popular español pide la cabeza del Canciller, pero en realidad, va por la de Pedro Sánchez, quien parece estar perdiendo por puntos este combate. Así, tal parece que Edmundo González, paradójicamente, está contribuyendo con la caída del presidente del gobierno español, en una especie de karma político.