Existen unas particulares actitudes políticas que caracterizan a los autollamados "países más poderosos del mundo" entre ellos el imperialismo estadounidense y la unión europea, que en estos comienzos del siglo XXI, han utilizado de manera compulsiva y descarada, el uso de medidas coercitivas unilaterales en contra de las naciones que no son servirles a sus caprichos políticos y económicos, la cual ya pasan de 20 Estados que en la actualidad sufren las sanciones ilegales, por parte de la prepotencia imperial.
Lo más extraño y paradójico de estos países injerencistas que además de creerse "los jueces y policías del universo", aseguran que son "las democracias más perfectas" del planeta tierra y que son los más respetuosos del ordenamiento jurídico de cada uno de los Estados que son libres e independientes.
Cuando analizamos el desprecio que han tenido los gobiernos estadounidenses y sus países satélites con respecto al derecho internacional público y como han violentado todo consagrado en La Carta de las Naciones Unidas, a pesar de ser "firmantes y defensores" de la libre autodeterminación de los pueblos, el respeto a la soberanía e independencia de los Estados, incluyendo la resolución de los conflictos por vías pacíficas.
Si a lo largo del siglo XX, tuvimos dos guerras mundiales, cualquier cantidad de intervenciones militares extranjeras, guerras locales y golpes de Estados, en éste siglo XXI, han profundizado en el uso de las mal llamadas sanciones, bloqueos, guerras mediáticas y cibernéticas, que ha contribuido a la construcción de una nueva "epistemología bélica" que tiene como epicentro el ilegal injerencismo en los asuntos internos de otros Estados.
Ahora están utilizando términos tales como: guerra de cuarta y quinta generación, guerras multidimensionales, incluyendo nuevas modalidades de intervencionismo como los sabotajes económicos, asfixias financieras, las amenazas a todo ente privado o público que quiera mantener algún vínculo comercial con el país sancionado.
Tenemos los llamados golpe de Estados "de afuera hacia adentro", cuando se convierten en árbitros electorales extraterritoriales al desconocer los resultados electorales y sólo reconocen al candidato de su simpatía ideológica.