Chaguaramas

Jueves, 03/10/2024 12:49 PM

Los Hernandez vivieron prácticamente toda la vida como vecinos nuestros por allá en San Juan de los Morros, tiempo ha. Juvencio el mayor, en esos avatares que trae la vida instalo en San Juan un billar con su mesa de pool. Es de señalar que en esa época y creo que también en esta, era sumamente difícil establecerse económicamente en cualquier pueblo, de una forma que diera estabilidad, progreso personal y permitiera hacer prosperar una familia, por lo que era frecuente que se hicieran varios intentos comerciales o agrícolas hasta conseguir lo que se quería. Es así que instalo un billar en un local al inicio de la avenida Cedeño confluencia con la avenida Bolívar, que tenía un tránsito peatonal bastante regular y era de fácil acceso.

Coincidió que por esa época se comenzó a instalar en la población el tendido de aguas negras ya que en los años sesenta se carecía de este servicio exento en algunas zonas muy reducidas, utilizando los vecinos mayormente los pozos o letrinas. La empresa encargada de hacer la instalación con los últimos adelantos tecnológicos de la época fue la italiana Barsanti, que llevo maquinaria pesada que hacían mecánicamente la zanja donde después se colocarían los tubos de cemento.

Pero sucedía que entre una etapa y la otra podía pasar mucho tiempo, un tiempo considerable durante el cual las zanjas, amplias, se mantenían abiertas y los transeúntes tenían que sortearlas como pudieran o en unos pasadizos de madera o metal que la empresa colocaba de tanto en tanto. Inclusive si llovía lo cual es bastante frecuente en el pueblo, se formaban grandes pozos donde inclusive podían prosperar sapitos y renacuajos.

Delante del billar estaban abiertas las consabidas zanjas que por ser al inicio de una pequeña subida eran un poco más profundas. Juvencio se trajo del pueblo de Chaguaramas su pariente no sé en qué grado, "Chaguaramas", Domingo o Dominguito, de unos 18 años, pequeño, muy fuerte, con un pecho muy amplio y como sucede mucho en los pueblos rápidamente se integró a los grupos que se conformaban. Bueno, resulta que Chaguaramas era o es, un gran peleador, imbatible en su localidad excepto por alguien que el mismo llamaba El Gato, ante el cual nunca quiso entablar una pelea y del cual hablaba con mucho respeto por sus cualidades al momento de tirar golpes.

Pues Chaguaramas quedaba como responsable del billar en los momentos que su dueño no se encontraba por una u otra razón y por ser además una persona de gran confianza y honestidad administrativa, ahí nunca iba a faltar ni medio. Pero como todo tiene un pero, como sucedía en las novelitas de bolsillo de Marcial La Fuente Estefanía todo el mundo arrastra con su fama, y el pistolero del Oeste en esas novelas siempre se encontraba con alguien que quería poner a prueba sus habilidades en algún duelo callejero.

Y así un día que había muchos clientes que vieron los acontecimientos, estaba muy tranquilo Chaguaramas en la puerta del establecimiento cuando se acercó un alguien, no sé si venia solo o acompañado y le gritó a Chaguaramas, ¡Oye me han dicho que a ti nadie te gana peleando ¡Yo no creo eso, esos son embustes, ¡ Claro no con palabras tan decentes como las que aquí estoy usando.

Todas las personas que oyeron esas expresiones se volvieron asombradas y se acercaron a la puerta del billar y muchas le decían al retador ¡Usted está loco! ¡Deja quieto al negro!, pero el insistía provocando a Chaguaramas a una confrontación donde se veía seguro ganador ya que su corpulencia era mucho mayor a la del negro Chaguaramas. Juvencio llega en ese momento y se interpone ante el hombre "tese quieto maestro" "él no se está metiendo con usted. No busque problemas". Pero nada, su destino estaba trazado ese día y el quería pelear con Chaguaramas, según contaban después Freddy Balbi, Rafael Rodríguez mi hermano y el Gran Tive, que pasaban en ese momento por el billar de Juvencio.

A todas estas hay que indicar que el local donde estaba instalado el billar era de doble Santamaría y mientras el retador entraba por la izquierda Chaguaramas estaba, en franela blanca, recostado en la puerta izquierda, limpiándose las uñas y sin hacer el menor caso de lo que pasaba, mientras silbaba como aquel otro, sones de añeja bravura.

Esta reposada indiferencia que el negro Chaguaramas mostraba hacia el provocador después lo interpretaba yo, como que él ya lo había visto y medido y no lo consideró un contendor para él, por lo que no le hacía el menor caso.

Sin embargo ya que nada detenía al desafiante este se acercó a Chaguaramas y solamente lo toco en el hombro, un pequeño contacto fue suficiente, para que saliera de su placida posición y con una rapidez impresionante tomo al desafiante por los tobillos con una mano y con la otra por debajo del sobaco y lo levanto en vilo por encima de su cabeza y mientras el hombre gritaba y pataleaba, caminó hasta la zanja de Barsanti, se montó en el terraplén y lo lanzo hasta el fondo. Solo se oyó cuando cayó y el ¡ay dios mío! y empezó a pedir ayuda. Sáquenme de aquí por dios.

Chaguaramas se sacudió las manos y se fue al billar. Tranquilo.

Poco después hasta allí llegaría la policía porque el hombretón puso la denuncia de agresión y se llevaron detenido al negro. Después solo recuerdo ver pasando a la Señora Lutecia, ajetreada, que me decía pusieron preso al negro pero él es inocente, el no hizo nada, fue el otro el que lo provocó. Voy a hablar con Felizola. ¡

Son hechos verídicos.

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