La Democracia en Venezuela y el Mundo

Jueves, 10/10/2024 04:21 PM

El uso del término "democracia" para definir una determinada forma de gobierno ha sido usada a conveniencia, tanto por Estados Unidos, como por sus secuaces en el resto del mundo. Tal práctica raya en el cinismo, como recientemente lo demuestran las declaraciones de Dina Boluarte, quien accede al poder en Perú, luego de un golpe de estado a Pablo Castillo, electo democráticamente por su pueblo, La susodicha en recientes declaraciones aboga por la lucha contra la "dictadura" de Maduro en Venezuela, en un fallido intento por reeditar un símil del llamado "pacto de Lima".

Para nada importa a Estados Unidos el que existan dictaduras en el mundo, siempre y cuando éstas sean sumisas a sus intereses. Así lo es hoy, así lo fue en el pasado y así lo será siempre. Es la política del doble rasero. Se trata de imponer su narrativa a como dé lugar.

Sobran los ejemplos. En las décadas de los 70 y 80, el cono sur de nuestra América fue asolado por Sangrientas Dictaduras que contaron con el silencio cómplice del Imperio del norte. Allí están los nombres, para quienes quieran recordar, de Pinochet, Videla, Bordaberry, etc.

Nada diferente fue en Centroamérica con la dinastía Somoza en Nicaragua, y otros congéneres de igual o peor calaña en El Salvador y Honduras.

Similar comportamiento al de Estados Unidos asumieron presidentes como Betancourt, Leoni, Caldera en Venezuela, y la rancia aristocracia colombiana de los Uribe, Santos y Duque en Colombia.

Necesario es aclarar, para los más jóvenes lectores, que esta política de doble rasero aplicada por el hegemón del capitalismo occidental, no sólo fue por omisión, derivado de su cómplice silencio, sino que los Estados Unidos de Norteamérica, fueron actores principales en la implantación de esas dictaduras, mediante el accionar de la CIA y sus órganos de inteligencia.

Naturalmente, que no fue sólo de mandatarios del continente americano el apañamiento de estos regímenes dictatoriales, sino que ayer como hoy países de otros continentes, particular y principalmente de Europa, formaron parte de esta comparsa.

Etimológicamente la palabra democracia proviene de las voces griegas "demos", que significa pueblo, y "kratein", que significa poder. Es decir, "Poder del Pueblo". En verdad, desde sus inicios, esto, en términos prácticos ha sido una auténtica falacia. En mayor o menor grado, este poder nunca ha sido ejercido, ni directa, ni indirectamente por el pueblo. Quienes se han erigido en sus "representantes", siempre han gobernado en función de los intereses de las clases dominantes de un lugar y tiempo determinado. Han sido, pues, las clases económicamente poderosas las que han usurpado el poder que por definición debería pertenecer al pueblo.

Si abordáramos el asunto en cuestión, desde la óptica cuantitativa de mayoría y/o minoría, la democracia debiera ser el gobierno de las mayorías. Históricamente ha sido todo lo contrario, el poder y el ejercicio del gobierno ha estado en manos de una minoría privilegiada.

La única democracia que difunden y promueven es la mal llamada "democracia representativa", que no es democracia y menos aún representativa de la mayoría.

Se nos pretende hacer ver el capitalismo como sinónimo de "democracia", y al socialismo como sinónimo de "dictadura". Esa narrativa ha prevalecido durante siglos. Ha existido, por tanto, una democracia que no es tal y un concepto de "dictadura" manejado a conveniencia. Pudiéramos hacer las comparaciones que quisiéramos y en cualquiera de ellas, la hipócrita postura del doble rasero saldría a relucir.

En Venezuela, la aparición del Comandante Hugo Chávez, marcó un hito histórico con el término DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGONICA. Claramente expresó Chávez que se trataba de una democracia real y efectivamente ejercida por el pueblo en forma directa, sin intermediarios, donde se le devolvía al pueblo la soberanía que le había sido arrebatada.

Como se sabe, a este carácter participativo y protagónico se le dio rango constitucional con la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), aprobada en el año 1999, luego de un Proyecto Constituyente inédito, donde el pueblo venezolano tuvo una participación como nunca antes habíase visto.

Es perfectamente comprensible la resistencia y altibajos que ha tenido este proceso de construcción de una Democracia Participativa y Protagónica. Las conquistas sociales no se decretan. Hay que pelearlas en una lucha cotidiana y continua. Hoy en día estamos en esa lucha y proceso de construcción.

De lo hasta ahora dicho se desprende que la efectiva implantación del Protagonismo y Participación popular, pasa necesariamente porque los valores de la cultura que nos ha sido impuesta durante siglos, sean sustituidos por unos nuevos valores como la solidaridad, el desprendimiento, el compañerismo y, en definitiva, la prevalencia de lo colectivo sobre lo individual.

No es, como puede verse, una tarea fácil. Requiere, entre otras cosas de planes múltiples, pero sobre todo que quienes están en posiciones de gobierno, prediquen con el ejemplo y que no haya impunidad alguna ante las desviaciones. Hacer lo necesario y castigar lo que merezca ser castigado.

Finalmente quiero señalar que esta lucha no es solamente de carácter nacional y regional, sino que trasciende las fronteras nacionales y del continente. Está emparentada con la lucha que hoy se libra por un Mundo Pluripolar y Multicéntrico. Y en esa lucha nuestro país tiene un papel estelar que jugar por su privilegiada posición geográfica y sus cuantiosos recursos energéticos. Por eso se nos declara "una amenaza inusual a la seguridad de los Estados Unidos". Al contrario de lo que algunos sostienen, siempre he pensado que lo somos y debemos actuar con inteligencia y hacer lo que esa realidad demanda.

No hay dudas, pues, que como lo decía el Guerrillero Heroico, Ernesto "Ché" Guevara: EL PRESENTE ES DE LUCHA, EL FUTURO NOS PERTENECE". Recién cumplidos 52 años de su hasta luego, necesario es honrar su legado histórico.

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