Paradójicamente, desde mi punto de vista, la definición más precisa de lo que se pretende combatir mediante la Ley Contra el Fascismo, el Neofascismo y Manifestaciones Similares corresponde más a las manifestaciones similares que al fascismo de Mussolini. O a cualquier otra manifestación similar identificada durante el siglo pasado, en función de su localización y especificidades, como. nacionalsocialismo, franquismo, macartismo, neoliberalismo, pinochetismo, neo fascismo…,
Por lo cual la adopción en este siglo del nombre de una sola de esas manifestaciones -el "fascismo"- puede resultar bastante confusa por ser este ajeno otras expresiones de violencia instauradas en nuestro planeta mucho antes que el fascismo. Así como a manifestaciones similares actuales: la aplicación de Medidas Coercitivas Unilaterales o la violencia descarada y extrema que azota hoy a poblaciones enteras en el Oriente Medio y África.
Limitación conceptual superada en gran parte, a mi entender, por el Modelo Dominador inherente al patriarcado, estudiado a profundidad por la multifacética académica austriaca-estadounidense y activista social Riane Eisler en su obra El Cáliz y la Espada. Obra donde, en sus propias palabras "...entreteje indicios provenientes del arte, la arqueología, la religión, las ciencias sociales y muchos otros campos de investigación (mostrando) que ni los conflictos bélicos ni la guerra de sexos son frutos de un mandato divino o biológico.. y confirmando que un futuro mejor (con base en un Modelo Solidario) si es posible…"
Eisler caracteriza su Modelo Dominador por:
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Contar con estructuras sociales y económicas no equitativas y autoritarias, sustentadas en "jerarquías de dominación" rígidas en toda la institucionalidad, desde la familiar hasta la gubernamental.
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Generar relaciones con un alto grado de violencia y abuso de los "superiores" contra mujeres y niños, contra los trabajadores, contra la sociedad en general y entre una sociedad otra.
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Basarse en el dominio patriarcal de una mitad de la humanidad sobre otra. En una valoración superior de rasgos, actitudes y actividades identificadas como masculinas. En cualificaciones discriminatorias -superior e inferior- inculcadas desde la infancia
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Normalizar la insensibilidad. Apoyarse en creencias e historias que justifican e idealizan la dominación y la violencia, la crueldad y la destrucción, presentándolas como inevitables e incluso morales y deseables. (Biblia y otros libros sagrados, literatura, sistema educativo, medios audiovisuales y de entretenimiento…)
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Priorizar el desarrollo de tecnologías vinculado con la muerte, el consumismo, la conquista, el dominio, el control, la marginación y el exterminio del "otro"
Modelo trabajado desde un punto de vista feminista que coincide y recoge elementos sustanciales de distintas corrientes de pensamiento.
Entre muchos otros, con las miradas de quienes enfatizan y alertan la orientación letal de la tecnología, creada bajo el paraguas del crecimiento y el desarrollo, utilizada como instrumento de colonización, desposesión, explotación y aniquilación psicológica, cognitiva cultural y física del "otro". En último término de la VIDA.
En síntesis, el (mal)uso generalizado del término "fascismo" no tiene mayor importancia si se logra difundir y comprender que su significado actual es mucho más amplio que el sugerido a primera vista y que cubre todo tipo de manifestaciones similares de dominación inaceptables.