En las últimas semanas, se están produciendo reportes sobre el incremento de la brecha cambiaria en Venezuela. La razón es que el precio del dólar que se cotiza en los bancos venezolanos y se reporta a través del Banco Central de Venezuela (BCV), se quedó rezagado ante el avance del dólar que se cotiza en mercados paralelos. Aunque es mostrado como una señal de alarma, se deja por fuera que es común que haya tasas paralelas en el cambio de divisas, como ocurre en todos los países.
¿Va Venezuela a otro proceso de hiperinflación? Nadie lo sabe. Por ahora hay un asunto de minidevaluaciones e intervención del BCV, como lo hace cualquier otro banco central del mundo, para evitar sobresaltos cambiarios. Sin embargo, el ruido del enfrentamiento político y las matrices de opinión, entran en este juego.
En los últimos años, después que el encaje legal se llevó a 100 %, lo que prácticamente eliminó el acceso al crédito o al endeudamiento, sirvió para quitar combustible a la inflación desatada en 2018 y 2019. El BCV debió eliminar las llamadas gavetas crediticias que tenían tasas de interés negativas respecto a la inflación. El dinero que surgía de estas prácticas, no entraba al sistema productivo nacional, aunque estaba dirigido al mismo. Esa liquidez era usada para demandar dólares y sacar dinero del país, lo que era una de las fuentes inflacionarias. Muchos obtuvieron de esa manera dólares, que fueron financiados por la hiperinflación que padecieron quienes la pagaron en términos reales y no tuvieron tales privilegios.
Por lo tanto, la eliminación de las gavetas crediticias fue un acierto, aunque con el costo de postrar a la economía, permitió ser una de las herramientas para detener la hiperinflación.
En las últimas semanas, se está hablando del aumento del precio del dólar tanto en el mercado paralelo como el de las mesas cambiarias de la banca o el BCV. Sin embargo, no se cita una de las razones o el subyacente que está impulsando el precio de la divisa norteamericana, que se usa como referencia en Venezuela, para los pagos.
La banca venezolana comenzó a otorgar créditos nuevamente. Según los reportes más recientes, en los últimos 12 meses, la cartera de créditos aumentó 124,6 %. Los sectores productivos, tanto primarios como secundarios, además de los consumidores, a través de tarjetas de crédito, ahora tienen más del doble de financiamiento que hace un año.
Teóricamente, una economía de un país crece o se recupera, cuando hay crédito. Esto impulsa el consumo, las ventas y la inversión. Pero al mismo tiempo, el crecimiento tiene un costo. En una economía como la venezolana, en que se debe importar una serie de rubros, ya sean materia primas o procesados, para completar la cadena de suministros, se requiere divisas y el crédito sin duda alguna entrará a impulsar el precio de estas, con el fin de proceder con importaciones. Eso se traduce en nuevos impulsos a la inflación tarde o temprano.
Actualmente, no hay créditos blandos. Quienes están adquiriendo créditos tienen que pagar tasas reales y deben demostrar con ello que son rentables y productivos. Mientras la inflación está en 25,75 %, las tasas de interés del bolívar se encuentran en 59,26 %. Ahora más bien las tasas están demasiado altas. El incremento de la brecha cambiaria obedece a que sin duda la oferta en los mercados de divisas no supervisados es más alta y el precio entra a jugar. Sin embargo, el dólar en los últimos 12 meses aumentó en el mercado oficial 8,62 % en un año, mientras que la cartera cambiaria 124,6 %. Esto indica que el impacto más bien no es significativo y que el BCV podría gestionar el flujo de bolívares para poner freno cuando lo crea necesario. Por ahora, hay una flexibilización del crédito, que tiene como objetivo promover el crecimiento y pareciera ser lo que está ocurriendo. En el contexto actual, no pareciera nada fuera de control.
Pero no deja de entrar en todo esto, el tema del ruido político. En Venezuela, algunos encienden alarmas porque hay una brecha marcada, con dos tipos de cambio. En Argentina hay más de 10 tipos de cambio, con brechas y disparidades para todos los gustos, sin embargo, la opinión generalizada es que todo marcha bien en ese país.