Salario y prestaciones sociales, causan enfrentamiento nada sordo entre Fedecámaras y gobierno. Es hora de debatir

Miércoles, 16/10/2024 04:12 PM

Fedecámaras, desde su nacimiento, en 1944, nunca había tenido, frente al gobierno, el poder que hoy ejerce. Sus miembros, desde los primeros años de su vida, mayoritariamente comerciantes importadores, solían apoyar y bailar al son que, el gobierno, tocase, dada la fortaleza de éste, por sus ingresos petroleros y la "generosidad" del mismo, inducida por una concepción compartida con los propios miembros del organismo empresarial, manda quien tiene con qué.

Al aludir lo anterior, hasta sin quererlo, sino impuesto por la realidad, una que pareciera moverse entre sombras, por lo que muchos ignoran, como ese que aprende o enseñan al caletre, como dije en artículo anterior, titulado " El texto escolar, instrumento para alienar e ideologizar, que sirve a pensares y ambiciones de editoriales", que puede leerse siguiendo el link:

https://www.aporrea.org/educacion/a335192.html, volví al asunto del Estado y su conducta, derivada de los valores predominantes en la sociedad. Quienes dominan la sociedad, los mismos que manejan la riqueza, le imponen al Estado una conducta a través de una trama de leyes, conductas y hasta mañas "legalizadas". Esto conforma eso que llaman lo coercitivo, fuerza o violencia que determina la conducta social.

Pese, en un momento de la historia, en un pequeño país, llamado Venezuela, después de la Guerra Federal, terminamos como veníamos, con un Estado manejado por caudillos militares, generalmente propietarios de tierras o agentes de estos. Pues, la tierra y sus productos, eran la base de la economía y la fuerza. Pero en esto, llegó el petróleo y, el Estado, pasó a ser el administrador y hasta dueño de aquella sorpresiva y abundante riqueza que, en teoría, pertenece al pueblo venezolano por aquello de la propiedad de la corona o de su majestad el rey.

Las leyes aplicadas a la colonia determinaron que, entre otras cosas, como las tierras y especies vivas, eran "realengas". Es decir, propiedad del rey. Lo que los europeos y la cultura impuesta en América llamó el "Descubrimiento", hizo de todo nuestro espacio, sus riquezas y la gente originaria misma, propiedad de los reyes que financiaron a Colón y luego los procesos de conquista y colonización. Quienes a estos dos procesos últimos vinieron fueron premiados por la corona mediante el otorgamiento de propiedades y otros derechos. Pero se mantuvo, en buena medida, lo "realengo". Y particularmente que, todo lo existente en el subsuelo, sin importar que esos espacios tuvieran dueños, era propiedad de la corona.

A partir de la muy clasista y hasta egoísta constitución de 1811, todo lo que antes fue realengo y particularmente se halla en subsuelo es propiedad del Estado, pues esto fue confirmado en la constitución de Angostura de 1819. Por lo menos en eso, en apariencia, el pueblo ganó una. Aunque todo tiene su caída.

Por esto, el petróleo hizo al Estado y particularmente a Gómez, amo y poderoso. Más que, bajo el gobierno del hijo de "La mulera", la composición de clases sociales en Venezuela de ese tiempo, habla de propietarios de tierras arruinados y comerciantes de poco capital, dada la ruina derivada de un largo proceso de guerras que, después de la independencia, continuó por la ambición y escasa inteligencia de quienes accedían al poder o a este podían influir.

Eso hizo a Gómez dueño de Venezuela y a partir de él, se conformó un Estado que se movía a la voluntad que otorgaba el petróleo a quienes gobernaban. Por supuesto, a aquél le sucedieron los grupos militares, bajo su influencia, como López Contreras e Isaías Medina Angarita. Betancourt y la constituyente de 1946, marcaron una impronta, un hito, una huella. Es una manifestación que, en teoría, otorga el poder al pueblo para determinar su destino mediante el voto. Pero, el poder determinante, seguía siendo soportado por el ingreso petrolero y quienes controlaban al Estado, administraban a su entender esa riqueza.

Entonces, como dijimos antes, Fedecámaras nace en un país donde el Estado es el amo y poderoso por la fuerza que le otorga la riqueza petrolera. Las clases propietarias del poco capital privado existente y de tierras, siguieron siendo algo insignificante, tanto como tener que ponerse al servició de quienes manejaban al Estado y más que eso, volverse adulantes ante ellos.

Por eso, los adecos, desde 1946, comenzaron hablar de una "clase parasitaria", adulante del poder, para acceder a créditos "blandos", jugosos, de altas sumas en dólares, pero pagaderos de manera tal que, el Estado se dejaba estafar o mejor compraba a quien fuese y le ponía a su servicio. Pero, también fue aquella, una clase que, en gran o determinante medida, se dedicó a la importación de mercancías terminadas, ya listas para el consumo de la gente. Es decir, sólo se limitó a importar lo elaborado en otros espacios, mediante créditos "generosos", como que casi no pagaban como debían hacerlo y, hasta los beneficios recibidos, transferían en dólares y colocaban en el exterior para los fines pertinentes, contribuyendo con aquello que algunos economistas llamaron "la imbricación de capital". Por eso, le llamaron "parasitaria". Pero fue acumulando e invirtiendo adentro en todo cuanto fuese fácil.

La clase militar dominante, la iniciada con Gómez, pero casi perpetuada, hasta 1958, con Pérez Jiménez, salvo el corto período de tres años, entre 1945-48, que culminó con el golpe contra Rómulo Gallegos, manejó a su antojo al Estado; y los grupos económicos privados, hasta la ya fundada Fedecámaras, como ya dijimos en 1944, se limitaron a merodear, mejor medrar, alrededor de los gobernantes, para que les otorgasen beneficios hasta injustificados, un "toma para que te calles".

Y una de las maneras de devolver los beneficios que recibían y al mismo tiempo imponer sus políticas, ideas o metas, fue prestar al Estado y al gobierno, sus agentes para que sirvieran de funcionarios claves, como en el asunto de manejar justamente la materia económica, como el Ministerio de Hacienda. Esa clase "empresarial", que estuvo al servicio de Gómez, continuó en lo mismo con López Contreras y Medina. Se mantuvo en la misma actitud ante el "poderoso" Estado, con el gobierno nacido con la llamada "Revolución de octubre de 1945" que derrocó al presidente Medina e impuso una junta de gobierno presidida por Betancourt y hasta le prestó su apoyo incondicional a Pérez Jiménez durante sus 10 años de dictadura.

En 1958, caído Pérez Jiménez, la Fedecámaras que le apoyó por 10 años, aparece formando parte del gobierno provisional y luego con Betancourt, sólo cambiando de apellidos. Unos sustituyeron a otros, pero siguieron dirigiendo la economía, casi en el mismo sentido y con los mismos beneficios.

La clase empresarial, en la medida que se hacía poderosa, en cuanto a la acumulación de capital, el número de sus integrantes, sus relaciones con el mercado externo y capaz en lo inherente al manejo monetario, capacidad de maniobra en el asunto de precios y de la economía toda, particularmente el asunto monetario, comenzó a volverse discrepante de los respectivos gobiernos. Fueron por demás conocidos los enfrentamientos con Pérez, Lusinchi, Luis Herrera, otra vez con Pérez y Caldera, pese muchos de sus socios solían formar parte de esos gobiernos. Y por supuesto con Chávez, al cual llegaron a la osadía de intentar destituirlo del gobierno por la fuerza. Pero en ese entonces, el Estado era poderoso e invalidaba, sin dificultad, cualquier maniobra del ente empresarial, como en el mercado de divisas y su capacidad para subvencionar a empresarios para mantener los niveles de precios.

La historia reciente de Venezuela enseña, como esa clase empresarial, se percata que, quienes, por sus orígenes de clase, reflejan sus intereses, no ejecutan las políticas que debieran beneficiarle, tanto que se produce un choque digno de tomar en cuenta y estudiar con detenimiento. Tanto que, lejos de deshacerse de quienes continuaron gobernando después de Chávez, optó por convivir con ellos, pues las sanciones impuestas por EEUU, que se tuvieron como momentáneas, de corto plazo, se volvieron por demás largas, hasta persistentes y cada vez más profundas, tanto que terminaron también dañándole y dañándose. Y al gobierno, particularmente al de Maduro, en un instante, esa clase empresarial hasta fortaleció y dio fundamento para sostenerse, como que hasta se vio obligada a dejar a sus antiguos socios políticos y pactar con quien había estado viendo como enemigo.

Esta es la realidad y no hay que inventarse narrativas que obvian los errores e intentan explicar lo acontecido de manera convencional.

Mientras quienes se han puesto como meta y fin de su proceder, deshacerse de Maduro al costo que sea, insisten en las sanciones, Fedecámaras terminó en aliada del gobierno, tanto que, en muchas cosas, con este ha compartido y comparte, como la solicitud del levantamiento de sanciones. Estuvo en favor del referendo con respecto al asunto Esequibo y en la disputa electoral de ahora se ha mantenido muy discreta o evasiva y no como cuando gobernaba Chávez y en los inicios de Maduro. Lo que revela, por lo menos, su distanciamiento con la oposición de la que antes fue aliada. No fue sólo cambio de nombres, sino la resultante de un proceso evidente y nada desdeñable. Nombres de antes, que no aparecen ahora en la directiva del ente empresarial, callan y esto dice bastante.

Al lado de todo esto, o en paralelo, corre el asunto salarial. Como todo el mundo sabe, pero olvida a la hora de los análisis y el reclamo, la Ley Orgánica del Trabajo (LOT) vigente, determina que las prestaciones sociales y todos los beneficios otorgados a los trabajadores, se paguen según el último salario.

Como tantas veces se ha dicho, lo que al parecer muchos ignoran estudiadamente, "Adán Celis, presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), aseguró que desde el sector privado se han celebrado encuentros con la administración de Nicolás Maduro para plantear temas vinculados al desarrollo económico del país".

https://www.costadelsolfm.org/2024/10/16/hay-que-cambiar-la-ley-organica-del-trabajo-dijo-adan-celis/

Y, de esos temas, el fundamental, por lo emergente, es el relativo al problema salarial y lo determinado en la LOT. Por eso acaba de repetir Celis que, "uno de los puntos más importantes a atacar tiene que ver con la remuneración de los trabajadores, modelo que debe pasar por cambios. El actual, señaló, le recarga a las empresas, a través del tema de las prestaciones."

Y para ser más explícito, agregó, "Hay que cambiar el modelo de remuneración del país, buscando un modelo que vaya de acuerdo a la productividad y que vaya de acuerdo a que los trabajadores de Venezuela tengan mejores ingresos hoy, pero que no podamos recargarle a las empresas un costo a futuro de unas prestaciones".

Les preocupa sobre manera, el asunto del pago de prestaciones a partir del último salario y la acumulación de esa deuda o pasivo en las cuentas del empresariado.

Es obvio que Fedecámaras juega un rol muy particular en este proceso político y más en relación con su ancestral conducta. En buena medida, apoya al gobierno, pues éste hasta ahora, ha atendido a sus exigencias, las cuales han ido acompañadas de presiones como los aumentos indebidos de precios y su incidencia en el manejo monetario o mercado de divisas, mientras aquél mantiene los salarios y contratos congelados, en una especie de acuerdo bajo presiones mutuas. Ha entendido que, sin meterse en aventuras políticas, puede manejar sus relaciones con el gobierno mediante otros procedimientos.

Fedecámaras, bien sabe que la oposición, que ha estado interesada en la salida de Maduro a "como dé lugar", le ha hecho demasiado daño, pese ella o sus antiguos dirigentes, fueron los iniciadores de tal conducta, cuando quisieron deshacerse de Chávez; entonces, solicitaron y respaldaron, de manera entusiasta, las sanciones. Pero también es cierto que, el acuerdo nada oculto y tampoco simulado, entre el gobierno y el ente empresarial, ha terminado en un daño de enormes proporciones a todos los trabajadores, pero también a la economía. Es una jugada como un boomerang, que se devuelve al espacio desde donde fue lanzado, como que la capacidad de consumo del mercado interno no crece y eso a los empresarios también daña.

Ahora mismo, después de las elecciones, algunos voceros sindicales, ligados al sector oficial, retomaron, no sin discreción o temor, el tema del aumento salarial; y, no por casualidad, los precios de las mercancías, incluso el relativo al dólar, reaccionaron moviéndose y aquellas voces volvieron a callar. Sólo Celis, presidente de Fedecámaras, vuelve a tocar el tema y pone sus condiciones, mientras el gobierno calla y, más que esto, se hace el desentendido.

Es hora de abrir ese debate, pues el asunto salarial, como las sanciones, carcome la economía y el alma nacional. Con salarios deprimidos no crece la economía y los afectados son muchos. La vida toda del venezolano se deteriora. Lo hace en el mundo de la salud, la educación y se manifiesta en la producción. Es valedero seguir en el reclamo por levantar las sanciones y contra todo intento, forzado o por expresa disposición, de quienes gobiernan o pudieran gobernar, de mantener políticas neoliberales que echen sobre los hombros de los trabajadores todos los costos; más si ellas contienen la productividad y el diseño de una política económica nueva, distinta a la que ha prevalecido en el país.

Y esta misma circunstancia favorece la amenaza de la cual muchos hablan, como por distracción o distraídos, la del fascismo o fortalecimiento de la ultraderecha. Pues si la democracia, usando esta palabra de manera convencional y hasta un presunto modelo o simples políticas "socialistas", intentan sustentarse en el deterioro de la vida de los trabajadores en lo inmediato, sólo estarían fortaleciendo a quienes les o nos amenazan. Hay opciones para manejar. Yo haría una proposición que veo con claridad.

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