Cuento o razón

¿Cuál es la tragedia de la vida?

Miércoles, 23/10/2024 12:37 PM

El periodista Juancho Marcano leía informaciones en su celular cerca del jardín y de repente exclamó: "Malditos, mil veces malditos", y cuando su perro Pipo, escuchó tal exclamación, se le acercó e inquieto le preguntó: "Juancho, ¿qué pasó? Y el periodista sin salir de su perturbación, le respondió: "Esto que estoy leyendo aquí coincide con lo que tú hablabas en días pasados en defensa de los animales, esto se trata de las torturas que sufren los toros, antes de ser toreados en las corridas. ¿Tú has oído hablar de las corridas de toros?".

El perro observó a Juancho detenidamente y contestó: "No tanto, pero si tengo una idea". "Entonces, te voy a leer esto que escribió el periodista español Francisco González Ledesma, quien vivió de cerca esos eventos, escucha: "Antes de torear al animal, le dan unas palizas con sacos de arena al toro prisionero para quebrantarlo; los largos ayunos son sustituidos poco antes de la "fiesta" por una comida excesiva para que el toro se sienta cansado y la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo…

Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso, debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios… La pica (o la puya) le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Por eso el torero lo espera de lado. El toro busca una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanza al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad... Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.

Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo…"

Juancho Marcano al ver a su perro conmovido y sentido, y viendo que del mar de sus pequeños ojos brotaron dos gotas salobres, no siguió leyendo y le dijo, para apartarlo de aquel dolor: "A que tú no sabes Pipo, quien afirmó esto: "La tragedia de la vida es que nos hacemos viejos demasiado joven y sabios demasiado tarde".

Pipo, dijo: "Ese fue Benjamín Franklin, pero no quiero hablar nada". Mientras el periodista caminó hasta el portón del garaje y gritó: "Prohíban las corridas de toros".

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