Los deseos no empreñan

Miércoles, 23/10/2024 12:46 PM

En política, como en cualquier otra actividad de los seres humanos, una cosa son los deseos y otra, muy distinta, son las realidades. Pero esto, que es una verdad que nadie puede negar, pues la cotidianidad nos la ha enseñado prácticamente desde que nacimos, muchas veces, demasiadas, diría yo, no rige las acciones de quienes se dedican a este campo de la acción humana. Y esto pasa posiblemente en todas partes del mundo, pero en Venezuela es particularmente muy frecuente. Los dirigentes políticos venezolanos, sobre todo aquéllos que no tienen el control del poder y que por tanto están en lucha por alcanzarlo, tienen más de 20 años dejándose llevar por sus deseos y no por las posibilidades reales que se dan en la lucha por el poder.

Y esta lamentable conducta, la han extendido a sus seguidores y hasta más allá de ellos, lo que ha reducido la lucha política a una confrontación de aspiraciones, apetitos, anhelos e irrealidades, que conducen a cualquier cosa menos a la toma del poder político. Los deseos no empreñan, dice un refrán popular que utilizamos mucho, pero que aplicamos poco en el campo de la política. Quien mejor lo aplique tendrá éxito en su cometido, que en el caso de la actividad política significa la toma del poder. De lo contrario, la práctica social nos golpeará una y otra vez en la cara, demostrándonos la ocurrencia de fracasos tras fracasos, los cuales deberían ser suficientes para hacernos cambiar nuestras actuaciones, pero no lo son, o por lo menos no lo han sido, ni han enseñado a todos cuáles caminos no se debieron recorrer y, por tanto, no se debería insistir en los mismos.

Otro dicho que tiene el mismo sentido es el que señala que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Personalmente no sé si será el único, o si hay algún otro tan descuidado, pero eso no tiene mayor importancia en lo que el refrán quiere resaltar. Los resultados errados, además, no tienen que ver con si se tiene o no razón en las cosas que se quiere. Los deseos pueden tener todas las cualidades de bondad esperadas, pueden estar cimentados en realidades tristes, desagradables, que deberían cambiarse o que no deberían existir. Se puede tener razón en la necesidad de cambiar a un gobierno, pero esto no es por sí solo decisorio del cambio necesario que deba generarse. Éste sólo obedece a fuerzas sociales que existen o se impulsen, independientemente que no tengan el mismo carácter de las fuerzas naturales.

Posiblemente hasta aquí, la mayoría de los lectores estarán de acuerdo con lo señalado, pero en el momento en que dejemos las generalidades y pasemos a los hechos concretos, aparecerán las profundas diferencias de siempre, lo cual no es tampoco ilógico ni sorprendente, pero puede ser contraproducente si no se las asume en forma debida. Aceptar la existencia de la realidad no significa en absoluto que ésta no se pueda cambiar o que se sea conformista. De hecho, quien desea tomar el poder tiene que ir generando los cambios necesarios que le permitan hacerlo y no puede conformarse con conocer la realidad y ya. Hay que derrotar el conformismo, si se quiere generar transformaciones de la realidad, pero sin caer en la desviación opuesta que significa el voluntarismo, según la cual bastaría actuar en un sentido particular para obtener los éxitos políticos apetecidos.

No es fácil, la actuación política, ni la labor de los políticos, y no hemos tocado todos los retos y problemas que deben usualmente enfrentar. Conversar, comunicarse, ser tolerante con quien tenga una opinión distinta, escuchar al otro, no descalificar sino argumentar, prestar más atención al mensaje que al mensajero, serían conductas recomendadas para asumir con mayor facilidad las dificultades existentes.

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