Lula, con la posición antibolivariana en los BRICS+, evidencia sujeción al engendro electoral que lo llevó a su 3ra presidencia

Domingo, 27/10/2024 04:10 PM

Voceros del Partido de los Trabajadores (PT) y los Movimientos Sociales no comparten la sin razón de Lula para vetar a Venezuela

En general la izquierda latinoamericana y caribeña rechaza la posición adoptada por el gobierno brasileño presidido por Inacio Lula Da Silva de vetar el acceso de Venezuela a los BRICS+.

Voceros de diferentes partidos y movimientos de izquierda a nivel del Continente repudian la objeción que la delegación brasileña, en la reunión recientemente culminada en la ciudad rusa de Kazán, hizo al ingreso venezolano al grupo de los BRICS+, oportunidad en que se aprobó invitar a 13 países para que se incorporaran a esta organización que cada vez alcanza mayor significación en el esfuerzo por cimentar nuevas relaciones de respeto entre los distintos pueblos del mundo.

Con esta ampliación los BRICS+ pasarán a estar integrados por 23 naciones, pues, ya en la reunión de Johannesburgo (2023) se había ampliado a 10, con la incorporación de Etiopía, Emiratos Árabes, Egipto, Irán y Arabia Saudita a los cinco países miembros promotores: Brasil, Rusia India, china y Suráfrica.

Nicolás Maduro, había sido formalmente invitado por el presidente ruso, Vladimir Putin, en la idea de que en esta oportunidad Venezuela se integrara al grupo, a sabiendas de la resistencia que en los últimos meses habían manifestado voceros del gobierno brasileño con relación a esa incorporación, posición distinta, por cierto, a la expresada en el año 2023 por el mismísimo presidente Lula cuando se mostró francamente favorable para el ingreso de Venezuela.

Argumento baladí

Lo cierto es que en cuestión de meses el gobierno brasileño cambió de parecer, ahora, en Kazán, rompiendo el consenso vetó la integración de Venezuela bajo el argumento de que los resultados electorales del 28 de Julio pasado no han sido presentados de manera transparente y que ello ocasionó la "pérdida de confianza" (Celso Amorin, dixit) necesaria como para aprobar la participación de Venezuela, representada por el gobierno de Maduro, en los BRICS +.

Argumento por demás baladí que, por tal, no merece la pena ocupar mayor atención en este espacio, sólo basta señalar tres razones al respecto: a) que de acuerdo con la legislación venezolana esto es un asunto zanjado por el Tribunal Supremo de Justicia, al igual, que en las elecciones brasileñas de 2022 que Lula le ganó a Jair Bolsonaro fue el máximo tribunal de ese país el que finiquitó el intento de desconocimiento del candidato opositor de los, por demás, apretados resultados electorales b) para la gran mayoría de los gobiernos del mundo el resultado electoral del 28J en Venezuela está más que despejado, reconociéndose el triunfo de Nicolás Maduro y su condición como presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, siendo el caso concreto que todos los gobiernos de los países presentes en la reunión de Kazán así lo reconocen y así lo asumen, salvo claro está el gobierno brasileño de Lula da Silva, y c) en el reglamento de los BRICS no está contemplado que los gobiernos de los países miembros tienen que presentar una partida de fe que legitimen su origen.

De manera que esa declaración de Amorin, asesor de Asuntos Internacionales del gobierno de Lula, hay que interpretarla como lo que es: una excusa para justificar una lamentable posición, desde todo punto de vista, deleznable y contraria a las aspiraciones del pueblo venezolano de formar parte de los BRICS+ y desde allí dar su contribución al esfuerzo de otros pueblos de América y del mundo de construir una alternativa a la estructura de fuerza, irrespeto y explotación que el Imperio Occidental, representado por los Estados Unidos y sus obsecuentes vasallos europeos vienen ejerciendo sobre el globo terráqueo.

Venezuela, desde que el chavismo está en la conducción política del país, ha dado muestra más que fehaciente de su disposición a dar su contribución a un cambio fundamental y radical en la orientación que lleva la humanidad bajo los designios imperiales, en la búsqueda y construcción de un nuevo camino que le abra posibilidad cierta a los pueblos del mundo de una perspectiva de respeto y de soberanía de las relaciones sociales y humanas.

Hoy por hoy, sin dudas, los BRICS+ representan una ventana para asomarse a ese mundo nuevo al que aspira la mayoría de los habitantes del planeta tierra y es esa la que se pretende permanezca cerrada para Venezuela con la insensata posición de veto adoptada por el gobierno de Brasil.

Con la postura del gobierno de Lula lo que se hace es retardar un ingreso que indefectiblemente ha de darse en los venideros años. Venezuela, ya, en un proceso progresivo de superación de las calamidades económicas y sociales ocasionadas por las imposiciones imperialistas, cada vez gana reconocimiento en el concierto internacional y fortalece relaciones bilaterales estratégicas de carácter económico, financiero, político, tecnológico y militar con las potencias emergentes que forjan el surgimiento de un Mundo Nuevo alternativo.

Qué gana Lula

Ahora bien, cabría preguntarse qué gana, qué pretende, a qué aspira el gobierno de Lula con tan desleal posición. Está claro que de inmediato se ganó el rechazo de la izquierda revolucionaria latinoamericana y caribeña. Incluso voceros de su propio partido, el Partido de los Trabajadores, han expresado desde el primer momento su inconformidad con la decisión gubernamental.

Es el caso del miembro de la dirección nacional del PT, Valter Pomar, quien considera que "a su juicio, Brasil cruzó la línea roja" lo cual conlleva que en términos políticos pierda puntos en su papel de liderazgo suramericano. Apunta este dirigente, ex secretario general del partido, que Brasil, y Lula en particular, debe gratitud con el pueblo venezolano, tanto con Chávez como con Maduro. En este sentido llegó a sentenciar, en declaraciones a la prensa internacional "A nivel personal, sólo me viene a la mente una variante de un famoso dicho romano: la política ama la ingratitud, pero odia a los ingratos".

Igualmente, otros partidos aliados de Lula, han manifestado, a través de destacados voceros su desagrado con esta decisión, es el caso de dirigentes del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y del Partido Comunista de Brasil (PCB).

Así mismo, movimientos sociales brasileños de histórica trayectoria de lucha, comprometidos con la causa popular y de estrecha relación con el proyecto bolivariano, como es el caso del Movimiento de los Sin Tierra y del Movimiento de los Sin Techos, también han formulado su desacuerdo con la hostil medida asumida por el gobierno de Lula en contra de Venezuela

Preñado de contradicciones

Todo indica que la desacertada posición antibolivariana del gobierno brasileño, ha de generarle serias diferencias en el seno de los partidos de izquierda que lo sustentan. Caso contrario de parte de los partidos de derecha que también integran la variopinta alianza que hizo posible el triunfo de Lula en las elecciones en las que venció, por un margen muy estrecho (1.8 puntos porcentuales) al neofascista Jair Bolsonaro.

En esa amplia coalición "Vamos juntos por Brasil" que hizo posible que Lula por tercera vez fuera electo presidente de Brasil, y en la que el objetivo común era impedir la permanencia del desaforado Bolsonaro en la conducción del país, los partidos de orientación de derecha tienen una influencia determinante y es allí donde hay que ubicar la explicación en el cambio de posición con relación a Venezuela.

Partidos netamente neoliberales y de centro derecha como el Partido Social Democrático Brasileño del ex-presidente Fernando Henrique Cardozo, el Movimiento Democrático Brasileño, el Partido Socialista Brasileño del actual vicepresidente Geraldo Alckmin, antiguo adversario político de Lula, ex gobernador de Sao Paulo y representante de la alta burguesía conservadora paulista, la Unión Brasil y el Partido Progresistas (PP), entre otros, que ahora ejercen el control del Congreso Nacional, denotan el peso político que tienen sobre el actual gobierno y la influencia que, por tanto, tienen en las decisiones políticas del otrora líder histórico de la izquierda obrera.

Como es de suponer, estamos ante un gobierno preñado de grandes contradicciones, en el que la correlación de fuerzas juega a favor de los intereses de la derecha local y, por extensión, de la derecha internacional, es decir del imperialismo estadounidense

Prisionero del engendro

Lula, en estas circunstancias, no es más que un prisionero del engendro político electoral que lo llevó nuevamente a Planalto y que lo condiciona a mantener una relación de complacencia con las políticas pautadas por el gobierno estadounidense, so pena de que ocurra lo mismo a lo acontecido con Dilma Rousseff que en el 2016 fue defenestrada y destituida de la presidencia a través de un "golpe o impeachment" con la excusa de unas maniobras contables, que de paso incluyó el paso de Lula por la cárcel-580 días- para impedir que fuese candidato en el 2018.

El actual gobierno brasileño, con su política exterior, en vez de avanzar, como era de esperar hacia una integración entre los países que resisten al hegemón imperialista más bien opta por ceder ante la presión externa. Y de esta manera cuando debería estar liderando un movimiento de resistencia antiimperialista en Latinoamérica y el Caribe más bien pasa a ser un alfil en el tablero del imperialismo.

Con esa política agresiva y hostil hacia Venezuela no solo intenta aislar a uno de sus principales aliados sino que también atenta contra el bloque regional de contrapeso al imperialismo, haciendo más vulnerable a América Latina al injerencismo de Estados Unidos, que pretende prolongar el dominio y la explotación de los recursos naturales de nuestros pueblos.

Ceguera política

Denota Lula una ceguera geopolítica estratégica que no hace sino minar la posibilidad de un ingreso regional soberano al naciente mundo multipolar y también pretende evitar que de producirse una profundización de las diferencias entre Venezuela y Estados Unidos el próximo año por la negativa imperial de desconocer la legitimidad del gobierno bolivariano de Nicolás Maduro encontrarse en el compromiso, en el marco de los BRICS+, de tener que apoyar a Caracas contra Washington, poniendo en riesgo los nexos económicos e ideológicos de la alta burguesía brasileña con las corporaciones estadounidenses y europeas.

Bien, Venezuela se mantiene firme en su ineludible compromiso de lucha por un mundo alternativo multipolar que garantice la soberanía y el trato justo entre los pueblos. La enojosa situación sucedida en Kazán, ente Caracas y Brasilia, pone en claro dos visiones contrapuestas sobre los BRICS: una que la asume como un instrumento con meros fines económicos y otra que la concibe como una apuesta geopolítica, en el marco de la doctrina bolivariana, destinada a construir un nuevo orden global.

Un nuevo mundo ha nacido

Como sentencia la cancillería venezolana en el comunicado de repudio a la decisión de Brasil de vetar la entrada de Venezuela a los BRICS+ "Ninguna artimaña o maniobra concebidas contra Venezuela detendrán el curso de la historia. ¡Un nuevo mundo ha nacido! Venezuela forma parte de este mundo libre y sin hegemonismos."

Allá, Lula Da Silva, que, como prisionero de las contradicciones de clases presentes en la correlación de fuerzas que lo llevaron a su tercera presidencia de Brasil, optó por resolverlas a favor de la burguesía imperialista, en detrimento de los principios que levantó en sus inicios como luchador social. Todo indica que está destinado a un desenlace triste y vergonzoso al final de su existencia.

Como reitera Nicolás Maduro "el que se mete con Venezuela se seca" Ese es el dictamen del pueblo bolivariano. VENCEREMOS.

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