El dólar como factor desestabilizador

Martes, 12/11/2024 01:49 PM

  • Señor Dólar, que estás en los cielos, divagando por el espacio sideral, baja, conduélete de los que están abajo, no nos hagas pasar tanto trabajo, calma a los buhoneros y comerciantes en su afán depredador, y no nos dejes caer en la tentación de la guerra de pobres contra pobres.

Ay que Dolor, perdón me equivoque, la expresión es Ay qué Dólar. Y es un ¡Ay! , de todos los días, porque ya en nuestra vida cotidiana, antes incluso de saludarnos, la gente nos pregunta ¿Y cómo amaneció el Dólar?

Dólar no es una palabra de nuestro léxico, pero se ha hecho tan de uso popular, que al igual como el Casabe, ya forma parte de la familia culinaria.

Si, de la familia culinaria, repito, porque de acuerdo a su ritmo de sube y baja, pero más sube que baja, los churupos que tenemos para el mercado familiar se nos diluyen como la sal en el agua.

Esta frenética carrera por saber en cuanto está el Dólar y la consecuente mirada hacia las nubes para ver si lo localizamos, se está convirtiendo una verdadera paranoia.

Me contaba recientemente, la esposa de un amigo, que en algunas oportunidades, éste, se levanta sobresaltado y al preguntarle, qué te pasó amor, el respondió, todavía con temor y confusión, soñé que un Dólar me agarraba por el pie y me subía no se para donde, porque me desperté de repente. Mi amiga, muy preocupada me lo contó y me dijo que temía que estos episodios continuaran porque José era buhonero y se la pasaba todo el día, manipulando el celular para ver como cotizaba el dólar en el mercado.

El pobre bolívar, ya se reciente por tal manipulación y aunque sigue siendo reconocido oficialmente como la moneda nacional, cuando oye mencionar la palabra dolarización, le da escalofríos y salta de los bolsillos ciudadanos buscando donde guarecerse para aguantar el chaparrón dolarizado que nos amenaza.

Ya Ud. puede ver como por efecto de este maremágnum monetario, debajo de las estanterías de los buhoneros o en cualquier rincón de una calle, arrumados decenas de de billetes venezolanos, que son desechados, porque el ventarrón dolarizado nos arrastra sin piedad. O puede ver también, como hábiles artesanas, los utilizan para confeccionar carteras, morrales y otras prendas.

En el caso de Venezuela, se ha presentado un caso único en el mundo, la informalidad y en parte los comerciantes, son que determina el precio del Dólar. Los llamados buhoneros, han desplazado a los sesudos economistas del Banco Central y a los directivos del Ministerio de Finanzas. Los han obligado a colgar en sus oficinas y en los hogares respectivos, sus títulos y menciones magnas y suma cum lauden, como adorno y son ellos los que imponen el precio del dólar.

Un amigo, que tiene una Carnicería en Santa Mónica, es un ejemplo de lo que digo. Al preguntarle, a cómo estaba recibiendo el Dólar, me dijo, espera un momento. Lo vi, cuando se retiró un poco del negocio, hizo una llamada, dejó en el negocio a su ayudante y habló con un buhonero del sector, una especie de asesor. Al volver, me dijo, te lo recibo en cuarenta y ocho, pero le dije, pero el Banco Central lo tiene fijado en 38 y me respondió: Ese Banco está de adorno, aquí los que deciden el precio son los buhoneros y yo tengo que aceptarlo, porque, sino, con lo que vendo, no puedo adquirir nueva mercancía.

Yo que ilusamente pensaba comprar Lomito, con los diez dólares que llevaba, me vine con bofe, un poquito de carne molida de tercera, un par costillas famélicas, que parecían haber sido sacadas del costillar de Rocinante y pensado, bueno, no me queda otra, agarrando aunque sea fallo.

Bueno amigos, ese es el panorama que observo y vivo, no creo que este muy alejado de lo que sienten la gran mayoría de venezolanos. Los buhoneros que no pagan impuesto, colocan sus tarantines en cualquier lugar, ensucian las calles, se colocan en cualquier sitio sin permiso alguno, sin Ordenanza Municipal alguna que se los impida, al parecer con consentimiento oficial, son los que dirigen la economía en nuestro país. Al Igual, que los motorizados, sin ningún control de ningún tipo, haciendo zigzag y caballito entre las colas, en las avenidos, ejecutando sus cabriolas en avenidas y autopistas, poniendo en riesgo a los demás ciudadanos, son los que imponen las normas de transito.

Así que el Dólar criminal como alguna vez los funcionarios oficiales venezolanos lo calificaron, ha sido reivindicado, la justicia nacional lo absolvió de sus pecados y ahora libre de todo pecado, se enseñorea en nuestras vidas, en nuestra economía, debemos mirarlo con respeto, y decirle: SEÑOR DÓLAR.

Mientras tanto los efectos de ese señorío y nuevo estatus, hace estragos en los bolsillos de los venezolanos, produce desasosiego, angustia e intranquilidad. La economía se desestabiliza y el impacto en la psicología y el estado emocional de toda la población, genera un factor de desconfianza hacia el sector gubernamental, que no sabemos hasta donde pueda llegar y ser manipulado con otros fines.

La llamada Tasa Oficial del Dólar, se ha convertido, producto de tsunami dolarizado, en un simple pocillo de peltre, esconchado, que nos arrastra a todos, al igual que la Dana Valenciana en España, dejándonos maltrechos, con los bolsillos limpios y los ojos claros y sin vista.

Ya la cuestión del dólar, no es un sube y baja, sino, un sube que sube, que no sabemos, si estamos en la estratosfera o divagando por el espacio sideral. Esta situación me recuerda una célebre caricatura, de mi amigo, el genial "Zapata": Dos venezolanos harapientos, mirando el cielo, con este lema: "Los bolsillos de los venezolanos están tan limpios, que no tienen ni polvo cósmico"

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