Todo hace indicar que Venezuela, tu país y mi país, ciertamente es la "Joya de la Corona", que otros países, sobre todo los desarrollados, desean hacerse de sus riquezas, como lo acaba de demostrar el G7.
A manera de información, para despejar algunas dudas, el G7 es un foro político que lo integran siete países de Occidente, entre los cuales figuran, en primer orden, Estados Unidos, como era de esperarse.
Lo conforman también: Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá.
El G7 surgió en plena crisis del petróleo en 1975.
La primera cumbre la celebró en Rambovillet, en Francia, pero sin Canadá, que se unió luego en 1976 y la Unión Europea en 1981.
Entre los temas que se discuten en el G7 se encuentran: Cambio climático, Guerra Ucrania, Inteligencia artificial, Comercio internacional, Seguridad de la cadena de suministro, lucha contra el terrorismo, Desarrollo, Educación y Salud mundial.
El G7 es considerado, además, un grupo influyente a nivel global, ya que sus miembros representan el 65% del Producto Interno Bruto(PIB) mundial, aunque solo representan el 10% de la población de todo el mundo.
Rusia, por cierto, fue incluida al grupo en 1998, que dió paso para que se comenzará a hablar del G8, pero fue excluida en marzo del 2014, tras su anexión de la región ucraniana de Crimea.
Ahora bien. No hay que olvidar que el G7 no es una institución formal con estatutos y secretaría, como lo es la ONU y la OTAN, sino un grupo informal, que a todas luces, desea influir y abordar temas de otros países, sin razón y sin derecho, como es el caso de Venezuela.
Recordemos que hace solo escasas horas el G7, de manera injerencista y violando el derecho internacional, acaba de declarar que reconoce a Edmundo González, como el presidente electo de Venezuela.
Es decir, el G7, interesado además en que la Revolución Boliviana desaparezca, desconoce el dictamen legítimo y soberano que emitió el Consejo Nacional Electoral (CNE), ratificado luego por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Es evidente que el G7 no respeta a las instituciones públicas de Venezuela, sobre todo a dos de los más importantes poderes, como lo son: el CNE y el TSJ, aun cuando este último es el Máximo Organismo de Justicia del país.
¿De cuando acá el G7 tiene derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela?
¿Quién los autorizó para escoger y definir quién será el presidente de nuestro país?
¿En qué momento el G7 participó en el proceso electoral venezolano, para que se arrogue el derecho de señalar quien ganó el proceso electoral?
Desde luego, para todas interrogantes, estos miembros del G7 no tendrán respuestas.
Lo que si está claro, es que Venezuela es "La Joya de la Corona", que todos esos países se quieren repartir, sobre todo por reconocer que es la primera nación que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, sumados a las otras riquezas que la hacen una nación atractiva, para despojarla de todos los beneficios que le ha dado la propia naturaleza.
Volviendo a las interrogantes:
¿Qué ha hecho el G7 para evitar, por ejemplo, que Israel continúe con el genocidio que viene cometiendo en perjuicio del pueblo de Palestina?
¿Cómo fue su actuación cuando surgió a nivel global el problema de la pandemia del COVID 19?
Acaso hay que olvidar que este grupo se hizo de la mayoría de las vacunas y de los tapabocas, sin tomar en cuenta que otras naciones del mundo, incluyendo a Venezuela, tuvieran acceso a ellos, a pesar que había cancelado, por adelantado, millones de dólares por ese derecho, a través de la Organización Mundial de Salud (OMS).
Desde esta trinchera, y ante toda esta situación, apoyamos la intención del gobierno del presidente Nicolás Maduro, de revisar las relaciones con este grupo miserable, que está llamado a ir a "lavarse ese paltó", como lo dijo una vez el Cmte. Hugo Chávez Frías, quien sigue orientando y guiando la Revolución Bolivariana.