-
Mi esposa buscó pintura labial y me hizo tales círculos en los labios y en la boca que quedé como si una burra me hubiera besado. Pero lo importante era impresionar a mis copartidarios, amenazar a los chavistas, y darle aliento al pronto regreso de Edmundo, que sienta que aquí lo estamos esperando. Me puse mi cachucha de las estrellas, mi morralito con el infaltable litro de agua, un cintillo verde claro en la frente, mis pendientes y mi celular. Al calzón le arranqué la mitad de la pernera para que se apreciara un tatuaje a color, muy artístico, recreando la cabeza de la estatua de la libertad. Del cinturón me colgué una reluciente cadena, símbolo de la rebeldía juvenil. Con mi chaquetita de cuero negro, si nada debajo sino los pelos del pecho, me sentí como James Dean.
-
"-Buenos días, compatriota" –saludé a los parroquianos al subirme a la buseta, iban todos adustos aunque simpáticos, dándose cuenta de inmediato a lo que iba, y respetuosamente respondieron a mi saludo con leves ademanes y susurros, percatándome en ese momento, llamándome la atención, de que únicamente yo llevaba los trazos rojos en la boca. No obstante, les di un breve discurso: "-Buenos días, señores. No se crean que estamos en diciembre. La masa no está para hallacas. No se crea que tendremos navidades como aquellas que tuvimos hace 25 años. Eso es una mentira que nos quieren hacer creer. Diciembre para nosotros comenzará realmente el 10 de enero, cuando se juramente quien ganó las elecciones el pasado 28 de julio…".
-
La buseta enfiló por Los Próceres. Iba yo de pie, bamboleándome en el traqueteante aparato. No quería sentarme porque mi deseo era que todos me vieran, apreciaran la dimensión de la gravedad del momento, los ramalazos de la pintura en la boca y en las mejillas, verdaderos trancazos al comunismo. Que vieran también mi determinante decisión de llegar también hasta el final. Yo a todos los miraba sonriéndoles, y ellos evitaban mi mirada, educadamente. En la parada de Tracki, subieron tres valientes correligionarias pero tenían los belfos pintados de negro. ¿Por qué de negro? Todo lo negro tiene que ver con luto, con procesiones por dentro, con acaboses. Sin embargo, nos abrazamos. "-¿Saben en dónde es la concentración?". Ellas estaban bellas, muy carajitas, pero muy bellas, de faldita corta, pelo recogido y gafas oscuras. Alborotaditas. Me sentí también carajito. Eso es lo bueno de bregar unidos por la misma causa con creativos mensajes de libertad. Sí, ellas estaban recién bañadas y perfumadas. Me dije: "-Esta es la luz al final de todos los túneles, después de todos los finales, el último de los finales".
-
Yo, ¿por equivocación?, me apeé en La Casa Blanca pero las bellas niñas no. ¿Por qué no me dirían dónde era la concentración? Iba pensando que la concentración seguramente sería frente al colegio "Arzobispo Silva". ¿Pero cómo, si siempre las hacen frente a McDonald’s, en el Rodeo? Me sonaba todo, los zapatos de tacón alto y con casquillo, las cadenas, el frufrú del morral. Coño, verdaderamente en este país no se respira libertad, aquí uno se siente preso, ande por donde ande, métase uno por donde se meta. Cómo puede haber democracia si todo lo que uno ve es un engaño, hasta las carajitas que me abrazaron son unas falsas, unas mentirosas. ¿Por qué tenían que pintarse de negros los belfos? ¿Por qué siguieron de largo?
-
Llegué al McDonald’s, era las 11:15 de la mañana y aquello estaba desolado, ni un aviso, ni una pancarta, ni una bandera al revés. Ni el lamento de una vuvuzela. Yo era el único que estaba pintado, y la gente que pasaba en sus carros me veía y no le importaba nada mi porte, mi protesta, mi desafío. Me traqueteaba todo en el andar, ahora eran hasta mis huesos y las circunvoluciones de mi cerebro. Comencé a sentir pena, yo que nunca he sentido pena por nada. Pero me sentía fuera de lugar. Todo está resultando un embarque, en una derrota, un fracaso, un abandono, una retirada, una burla y un escarnio. Qué hago yo aquí, dónde están los míos, por qué estamos luchando, hacia dónde vamos, dónde, dónde, estará el final. Saqué un tapabocas y me lo puse, pedí un taxi y regresé a casa… sí, este es el fin, el verdadero FINAL… RIP…
Ayer me pinté los belfos y salí a celebrar, tal cual como lo ordenó Magaly Meda… miren lo que pasó…
Por: José Sant Roz
Domingo, 01/12/2024 10:13 PM