El extraño caso de la página que nunca pasó y la fecha fija en el tiempo

Martes, 17/12/2024 11:54 PM

Este era un libro muy peculiar que se detuvo en una página, impidiendo pasarla al lector, obligándolo a leerla una y otra vez, como si pudiera exprimirle más significaciones. Pero solo obtiene las mismas atrocidades, repetidas, una y otra vez, al ritmo de su ansiosa obsesión. Una y otra vez, por más esfuerzos que hacían los propios personajes de la historia que narraba (sí, se trataba de un libro de historia), la página no pasaba. Ahí seguía, narrando una atroz serie de violaciones: el robo de unas elecciones y la primera violación descarada, evidente, cínica, de la soberanía popular que garantizaba el artículo 5 de la Constitución de aquel país. Al final de la misma página, se narraba la detención de más de 2 mil personas, muchas de ellas adolescentes, gente inocente, hijos esforzados por llevar el sustento a su mamá, muchachas en la flor de su edad, llena de proyectos vitales e ilusiones. La última línea de la página que no pasaba estaba llena de maltratos y nuevas violaciones: al debido proceso, a la integridad física de los detenidos, humillaciones, gritos histéricos del tirano y su verdugo mayor…

Borges dedicó toda su literatura al tema de los libros peculiares o extraordinarios y a las bibliotecas donde, presuntamente, pueden hallarse esos libros. Allí está el libro de arena, que nunca termina pues sus páginas son infinitas. Está la enciclopedia donde se describe un país y un planeta ficticios con lujo de detalles. Asumo que ahí se encuentra también nuestra pobre Constitución, nacida de las ilusiones de todo un pueblo, nutrida por los triunfos de sus luchas cristalizados en las garantías y derechos consagrados, nacida de una amplia aprobación popular. Luego, todavía niña, fue rechazada por quienes querían reformarla para convertirla en otra cosa: un traje a la medida del caudillo, una autorización para perpetuarse eterna y personalmente en el poder, un monstruo resultado del injerto de una estructura autoritaria, que eliminaba su núcleo, su genética democrática, el voto universal, directo y secreto, expresión máxima de la soberanía popular, y la sustituía por un extraño Poder "Popular" que se elevaba en una jerarquía vertical, en cuya cúspide estaba de nuevo el déspota.

Pero no pasó aquel intento, aunque siguieron intentando y, mediante leyes írritas e irritantes, convirtieron una buena idea, un gran ideal, en el sueño húmedo de un sádico. Le dieron golpes hasta que lo lograron los delincuentes, los violadores. Porque les dio la gana, porque tienen las armas con las cuales pueden matar, amenazar y detener arbitrariamente a adolescentes, a jóvenes, a madres y padres.

Suspendieron la Constitución. La pusieron en coma. La amarraron y paralizaron. La hirieron de muerte. Le quitaron su savia que es el pueblo. En su lugar impusieron una jaula cuyos barrotes son, cada uno, una ley y una violación, hasta que la violación de la Constitución se convirtió en la única Ley: Ley Anti Bloqueo que bloquea el control para permitir, en secreto y negando toda consideración a la Patria (con la que se enjuagaban la boca, como si sorbos de ron se tratara).

Los antecedentes están en el mismo libro que ya se revela como de historia, detenido en esa página, quizás la más atroz de toda la narración. Ya los debidos procesos y las libertades ciudadanas venían siendo violadas desde hacía años. Periodistas amenazados y obligados a la autocensura. Medios de comunicación cerrados. Detenidos sin debido proceso, con una defensa civil privada prohibida, objeto de acusaciones que suenan a una nueva Inquisición: "terroristas", "traidores a la Patria", "mensajes de odio". Fueron miles los detenidos sin debido proceso, por boca del verdugo mayor. Los gritos de la fanaticada, unas diputadas, animada por la adulancia, el propio gusto sádico o por un resentimiento enfermo, exigen retirarles la documentación, la nacionalidad, la posibilidad de vivir, a adolescentes, ya fracturados en su mente y cuerpos por torturas físicas y no físicas, las últimas, las peores. Y muertos. Ya van varios. Últimamente, tres. Pero la página que se ha quedado detenida no hace más que repetir el mismo terror.

No se crea, como hacen que creen esos intelectuales "antifascistas" que hacen turismo político regularmente por Venezuela, que esos términos poderosos, y de gran significación histórica y política, significan en el discurso oficial algo más que insultos y etiquetas, de inmensa gravedad, porque ahora pueden tener hasta consecuencias penales. No se olvide que para el gobierno "fascista" y "terrorista" es la muchacha adolescente presa, que hace poco intentó suicidarse por causas que todos podemos presumir, relacionadas con tratos obviamente abusivos, tal vez de carácter sexual, dada la total indefensión de todos los muchachos y muchachas de extracción humilde que el 29 de julio salieron a protestar lo que, a todas luces, se trató de un fraude electoral, un abuso de control de un solo partido sobre las instituciones y un golpe de estado.

Se intentaron varios recursos, tratando de que la institucionalidad democrática funcionara. Pero esos recursos solo sirvieron para demostrar, hasta la saciedad, que ese Tribunal Supremo de Justicia es solo una mano de los asesinos de la Constitución. El 22 de agosto el TSJ falla a favor de un recurso completamente sin sentido, de un candidato, que fue favorecido por unos resultados sin respaldo alguno de las actas correspondientes de los centros de votación. Y en la sentencia se ordena un "peritaje", saltándose la norma de la Ley, eliminando de un plumazo todo un Poder Público: el Electoral. Desde entonces no ha habido publicación de las actas ni se ha procedido con las auditorías que ordena la Ley. El 9 agosto, Antonio Ecarri solicita la revisión constitucional de la decisión. El 25 septiembre Enrique Márquez, solicita revisión de la sentencia de la sala electoral del TSJ del 22 de agosto. "No hay un recurso contencioso electoral para certificar resultados y la Sala Electoral no está para totalizar y hacer experticias. Tiene que existir un agraviante y un agraviado ¿Quién es el agraviante? Si el candidato presidente era el que estaba pidiendo la certificación de sus propios resultados favorables". El 30 de octubre, se presenta un recurso de amparo de la abogada María Alejandra Díaz, representando a Enrique Márquez, Andrés Giussepe, José Luís Ibrahim, Yul Yabour, Carlos Ojeda, Oscar Figuera, Eduardo Sánchez y Juan Barreto. Justificación: incumplimiento del articulo 155 Ley Orgánica de los Procesos Electorales. La respuesta grosera del TSJ- Sala Constitucional (5 de noviembre): declaró inaceptable el recurso contra el CNE, suspende indefinidamente las funciones profesionales de la abogada, multa de 100 veces el tipo de cambio oficial del BCV con mayor denominación, plazo de cinco días. Ordena al Colegio Abogados tribunal Disciplinario contra la abogada María Alejandra Díaz. Con esto, las detenciones sin debido proceso, las torturas y ahora las muertes de los detenidos, es decir, el terror de Estado establecido, los propios verdugos impiden que la página pase. Y esa imposibilidad de pasar la página, se confirma con cada vez más, en la medida en que construyen esa jaula de leyes represivas y de corte claramente fascista, que incluso convierten a unos dirigentes vecinales en sapos.

Este libro nuestro de historia, se detuvo en una página, la de las atrocidades y el terror de Estado. Una y otra vez, por más esfuerzos que hacen los propios verdugos, la página no pasa. Ahí continúa, narrando la misma serie atroz serie de violaciones.

Nota leída aproximadamente 214 veces.

Las noticias más leídas: