Entrevista con Parandeh: una escritora y militante azerbaiyana iraní

Ni mulás, ni sha: democracia

Sábado, 08/10/2022 05:36 PM

8 de octubre de 2022.-

Entrevista de Sayeh Javadi

La muerte de Jina Mahsa Amini a manos de la «policía de la moral» provocó un estallido de protestas en Irán. Conversamos con una de las protagonistas del movimiento.

La muerte de Jina Mahsa Amini, una mujer de 22 años detenida por la policía de la moral el 13 de septiembre en Teherán, marcó el comienzo de una oleada de protestas masivas. Las autoridades iraníes sostienen que Amini murió de un ataque al corazón y no asumen ninguna responsabilidad por su muerte, a pesar de que la joven gozaba de una salud excelente y de que hay testigos que declararon que fue golpeada y abusada. Los manifestantes piden que se eliminen las leyes de obligatoriedad del roosari, o hiyab, denuncian la desigualdad económica y hasta exigen el reemplazo completo del gobierno teocrático.

En las últimas semanas miles de manifestantes fueron detenidos, y el gobierno produjo apagones de internet para disuadir la organización y evitar la circulación de la información. Las autoridades informan que hay por lo menos cuarenta muertos, aunque las fuentes independientes sostienen que son muchos más. Las escenas son conmovedoras: jóvenes que luchan contra los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), manifestantes que toman ciudades enteras y mujeres que se afeitan la cabeza, prenden fuego sus roosari y gritan «¡Abajo la república islámica!».

Aunque la movilización empezó a perder fuerza en los últimos días, los trabajadores están de paro: los estudiantes y los docentes están en huelga, y los sindicatos y las organizaciones laborales, incluso en el valioso sector petrolero de Irán, están llamando a no asistir a los lugares de trabajo.

El gobierno teocrático de Irán tomó el poder en 1979. Lo hizo después de una revolución popular contra Reza Shah, brutal dictador respaldado por Estados Unidos, que estuvo a la cabeza de un gobierno definido por la intensa explotación de los trabajadores, la represión de todo conflicto y el control extranjero del petróleo iraní. Los trabajadores y las fuerzas de izquierda tuvieron un rol central en su derrocamiento, pero el líder supremo Ruhollah Khomeini y el clero de derecha tomaron el control e impusieron un gobierno islámico autoritario que terminó persiguiendo a los elementos progresistas que habían hecho caer el régimen anterior.

El ciclo de protestas más reciente en Irán fue el de noviembre de 2019. El pueblo se alzó contra los elevados aumentos del precio del gas, la mala gestión del gobierno y la extendida corrupción del líder supremo Alí Jamenei y del presidente Hasán Rohaní. La Guardia Revolucionaria reprimió violentamente estas «protestas del petróleo», mató a miles de manifestantes y encarceló a miles más. Pero a pesar de la represión, los iraníes están de nuevo en las calles.

Parandeh tiene veintidós años. Es artista y escritora azerbaiyana iraní, milita en la izquierda y participa de organizaciones sindicales desde hace tres años. En esta larga entrevista discute la espantosa muerte de Amini, comparte sus perspectivas sobre el futuro del país y explica por qué la intervención de Occidente y de Estados Unidos perjudica al movimiento y no contribuye con la causa de la democracia en Irán. Por su seguridad, omitimos todo detalle sobre su vida y sobre su labor política.

La muerte de Jina (Mahsa) Amini

Sayeh Javadi: ¿Cuál fue tu primera reacción a la muerte de Jina?

Parandeh: Me enteré del ataque mientras estaba sucediendo. Me lo comunicó su hermano mientras ella todavía estaba en el hospital y no había muerto. Yo tenía ocho años cuando mataron a Neda Agha-Soltan [activista fusilada por la Guardia Revolucionaria durante las protestas del movimiento verde de 2009]. Aunque todos los adultos de mi vida intentaron impedir que viera el video que circulaba por todas partes, fue inevitable y dejó una marca profunda en mí. Todavía recuerdo que lloré después de ver el video y que intenté ocultar mi tristeza ante mi padre.

En el tiempo que pasó desde entonces mucha gente fue asesinada en las calles durante distintas manifestaciones, y muchas hijas y esposas sufrieron asesinatos de honor y decapitaciones, mientras que sus verdugos recibieron solamente condenas livianas. Creo que todos los iraníes tenemos cierta insensibilidad y desafección por la muerte. Así que cuando golpearon a Jina hasta matarla me enojé, pero no fue una sorpresa.

Sayeh Javadi: ¿Las protestas posteriores fueron espontáneas?

Parandeh: En Irán siempre hubo organización y movilización contra el gobierno. Pero creo que estas protestas son más bien espontáneas, especialmente en el Kurdistán iraní. Creo que nadie habría podido ver lo que hicieron con Jina sin sentir el impulso de salir a las calles.Cuando la policía empezó a matar a los manifestantes y disparó brutalmente contra una niña kurda de diez años, el incentivo a protestar sin un plan definido creció todavía más. La gente está insatisfecha desde hace mucho tiempo.

Sayeh Javadi: ¿Cuál es la naturaleza de clase de las protestas?

Parandeh: Durante las protestas del petróleo de 2019 vi una entrevista con un bazaari [comerciante pobre] que había estado en las calles durante el movimiento verde [que surgió de las protestas que siguieron a las elecciones de 2009]. El periodista le preguntó cuál era la diferencia entre las protestas del petróleo y el movimiento verde y qué había cambiado en los diez años que separaban ambos acontecimientos. La respuesta del bazaari fue simple: las protestas del movimiento verde fueron protestas de las clases altas y medias, y las protestas del petróleo fueron protestas de la clase obrera.

Después de las protestas del petróleo, vino otra serie de movilizaciones dirigidas por la clase obrera de Juzestán, donde los trabajadores fueron a la huelga. Cualquiera que haya estudiado los movimientos revolucionarios a lo largo de la historia sabe que la clase obrera juega un rol central en la conquista de las demandas de toda revolución.

Las protestas que vemos hoy comenzaron como un movimiento de clase obrera. Amini era kurda y era de Saqez; Saqez es una comunidad de clase obrera y la minoría étnica de los kurdos la pone en una posición todavía más desventajosa.

Pero las protestas crecieron más allá de la comunidad kurda y atravesaron muchas ciudades diferentes del país y muchas clases sociales. Otras veces vimos protestas contra la obligatoriedad del hiyab dirigidas por los ciudadanos de clase media y alta del norte de Teherán y de otras áreas metropolitanas, y naturalmente estos sectores forman parte de las protestas actuales. Pero esta es una de las primeras veces que participan distintas clases sociales de Irán, y que distintos grupos étnicos, los religiosos y los seculares, se unen en contra de un enemigo común.

«Los trabajadores sostienen la vida»

Sayeh Javadi: Los estudiantes y los docentes están en huelga, y muchos sindicatos, entre ellos los del petróleo, están amenazando con seguir sus pasos. ¿Cuánta influencia y cuánto poder tiene el movimiento obrero en Irán?

Parandeh: Es un proceso increíble y alimentará la moral de todos los iraníes que ponen en duda el carácter genuino de este movimiento. Vi una imagen increíble de las protestas de Juzestán, que mostraba manos obreras con la siguiente leyenda: «Los trabajadores sostienen la vida». Me parece que esto aplica en todas las sociedades en las que la clase trabajadora es oprimida, pero es especialmente pertinente en el caso de Irán. Sin nuestros agricultores, nuestros mineros, nuestros obreros siderúrgicos y nuestros maestros, Irán no funcionaría.

Me gustaría citar las palabras de Sadegh Kargar, un militante obrero iraní:

Los oprimidos no llegaron a gobernar [después de la revolución], terminaron siendo más oprimidos. [El gobierno] eliminó las leyes de protección laboral […]. Apenas un trabajador protesta, las fuerzas represivas especiales lo reprimen […]. Hoy los trabajadores son azotados, detenidos y condenados a diez años de cárcel por cuestiones sindicales, como sucede, por ejemplo, con un docente o un trabajador que forma un sindicato o defiende los derechos de los docentes o de los trabajadores a formar un sindicato. El gobierno defiende a los capitalistas que son los mismos de siempre y trata a los oprimidos peor que antes, con más violencia, con menos piedad y de forma más inhumana. De hecho, con la república islámica los trabajadores perdieron todo lo que habían ganado en cien años de lucha.

Los trabajadores iraníes siempre hicieron huelgas, pero los registros más antiguos que tenemos de la Irán contemporánea son los del movimiento constitucional de 1905. El período entre 1953 y 1979 estuvo marcado por muchas huelgas obreras (la más grande fue la de 1977), y los derechos laborales fueron un principio esencial para los revolucionarios de toda procedencia.

Mientras Imam Khomeini estaba exiliado en París, concedió una serie de entrevistas a periodistas occidentales en las que aseguró que su gobierno honraría y respetaría a los trabajadores iraníes. Por ejemplo, dijo que

Los trabajadores de la república islámica tendrán derecho a reunirse y a defender sus derechos sindicales. Los trabajadores más desfavorecidos de Irán, que son en su mayoría campesinos devotos, pobres y hambrientos, tienen derecho a luchar de cualquier modo posible y legítimo para conquistar sus derechos.

Cuando los revolucionarios islámicos llegaron al poder, el país se llenó de afiches de propaganda que mostraban a trabajadores rezando y una frase de Imam Khomeini que decía «El islam es el único defensor del trabajador», una declaración llamativa viniendo de un hombre que se definía como un reaccionario en sus peleas con los izquierdistas y que había despojado a los trabajadores de Irán de su libertad de reunión y ejecutado a la mayoría de los militantes obreros.

Nada cambió en la vida del trabajador iraní promedio desde la época del sha, y yo creo que cuarenta y tres años son suficientes para el período transicional de una revolución. Lo que estamos viendo hoy en las calles del país, en la mayoría de las ciudades y de los pueblos, apunta en el mismo sentido. Antes de estas protestas, en diciembre de 2021, muchos docentes de Teherán hicieron huelga exigiendo salarios más altos y sufrieron detenciones masivas. Hoy todavía luchan por sus salarios y en solidaridad con los estudiantes que están protestando. De hecho, muchos profesores universitarios renunciaron a sus cargos.

El Consejo de Coordinación de Sindicatos y Educadores declaró que el 26 y el 28 de septiembre eran días de huelga nacional, y convocaron a participar tanto a los docentes como a los estudiantes. Los estudiantes iraníes de las escuelas secundarias están haciendo sus propias huelgas con la intención de eliminar la obligatoriedad del velo en las escuelas. Este movimiento es dirigido por la organización Estudiantes Mujeres Progresistas de Irán, que ahora está alentando a los hombres a que participen de las huelgas y a que defiendan a sus compañeras mujeres. Los estudiantes iraníes de quince universidades también empezaron a movilizarse, con reivindicaciones más amplias que las de sus compañeros más jóvenes, que involucran la corrupción del gobierno.

En todas las ciudades del país, muchos iraníes de distinta procedencia y profesión están en huelga desde que terminaron las protestas de la primera semana. Este es el caso sobre todo en el Kurdistán iraní. En Rasht y otras ciudades de la costa del mar Caspio, la población está retomando formas más clásicas de movilización, repartiendo volantes que convocan a los trabajadores a participar de las huelgas. El Consejo Organizador de Protestas de Trabajadores Contratados del Petróleo también publicó una declaración y amenaza con hacer paro si el gobierno sigue reprimiendo.

El gobierno tiene mucho miedo porque el petróleo es nuestro principal producto de exportación desde comienzos del siglo veinte. Esta amenaza y la preocupación que genera muestran que los trabajadores tienen mucho poder a pesar de que prácticamente no tienen derechos ni representación. Estoy muy orgullosa de nuestros valientes trabajadores y de su perseverancia.

Sin embargo, hay un grupo desafortunado de trabajadores que no es suficientemente defendido ni representado: los niños. Según un informe de 2020, hay diez millones de niños trabajadores en Irán, y siete millones realizan trabajos de riesgo. Espero que a medida que se desarrolla este levantamiento, distintos grupos dentro y fuera de Irán brinden una voz a los niños trabajadores de nuestro país y que eventualmente logremos ponerle fin al trabajo infantil en nuestro país.

Estoy convencida de que la participación en masa de los trabajadores en esta revuelta hará avanzar nuestro movimiento y con el tiempo creará un Irán más ético, justo y poderoso.

Lo lindo de estas protestas es que están protagonizadas por personas de todas las edades y géneros. Hace poco vi dos videos muy conmovedores, uno de una abuela rashti que se saca el velo y dice que recuerda haber protestado durante la caída del primer ministro Mohammad Mossadegh en 1953, y otro de un anciano firme junto a su hija que cuenta que fue arrestada por el SAVAK [la policía secreta iraní que torturaba y ejecutaba izquierdistas y disidentes] durante la revolución de 1978.

Ambos son ejemplos de una generación que vivió un cambio político enorme en un breve período de tiempo y que ahora está luchando de nuevo por el futuro a favor de sus hijos. Me parece realmente conmovedor. Es un mensaje para el gobierno: nosotros te dimos el poder y nosotros te lo sacaremos.

Sayeh Javadi: Estas protestas vienen después de años de inflación y de todo tipo de sanciones aplicadas sobre Irán. ¿Cuáles son las reivindicaciones económicas de las protestas?

Parandeh: Cualquiera que haya vivido épocas de sanciones o que esté familiarizado con ellas sabe que afectan sobre todo a las personas, no al gobierno. Las sanciones son una forma de la guerra, y las que impone Estados Unidos sobre Irán son sumamente perversas. Sin embargo, las sanciones no son la causa principal de nuestros infortunios. El gobierno corrupto comparte una responsabilidad equivalente por la situación económica de nuestro país. Las sanciones de Estados Unidos no golpearon a Amiti hasta matarla, y las sanciones no dispararon en la cabeza de aquella niña kurda de diez años.

La mitad de la población iraní vive debajo de la línea de pobreza, las familias no tienen carne ni pan porque el costo de vida es cada vez más alto, y los niños no tienen leche para beber por la mañana. Esto está expulsando a muchos niños que tienen que trabajar en la calle y, según un informe de la república islámica, hay una cantidad enorme de iraníes sin hogar que buscan refugio en tumbas abandonadas.

Mientras la población vive en estas condiciones, los miembros del gobierno manejan Mercedes Benz, gozan de cenas lujosas y de enormes cantidades de aceite vegetal, colocan millones en bancos suizos y mandan a sus hijos a vivir en Occidente. Sus hijos viven sin velo y gastan su dinero en cocaína y en ropa de diseño.

Estás protestas no son solo contra la obligatoriedad del velo; son protestas contra el gobierno y contra la corrupción. Hace poco leí un tuit de una joven de Tabriz que escribió en farsi: «Protesto por mi madre, porque [los gobernantes] no importaron la vacuna de coronavirus a Irán y hoy es el aniversario de su muerte».

Sayeh Javadi: Encontraste a otras personas de izquierda en el marco de tu participación sindical. ¿Existe una izquierda fuerte en Irán?

Parandeh: Bajo el régimen del sha era ilegal ser de izquierda, y hubo muchos izquierdistas detenidos. El sha los detenía, Khomeini los mataba.

Aunque hay muchos izquierdistas organizados por abajo, es raro que la izquierda domine el relato de la política iraní. No hay ningún líder de izquierda poderoso al que seguir, o al menos yo no lo conozco.

Pero la izquierda iraní está participando de estas protestas y tiene sus propias reivindicaciones, que son las mismas que las que no fueron satisfechas en 1976, 1977, 1978 y 1979. Los derechos laborales son una de las principales preocupaciones, pero también lo son el acceso a la educación, la eliminación de la pobreza, la redistribución de la riqueza en el país, la igualdad entre las minorías étnicas y el activismo climático.

Sayeh Javadi: ¿Cuál fue la respuesta de los conservadores y de la derecha?

Parandeh: Me sorprende para bien la cantidad de conservadores que están respaldando al pueblo. Vi un video interesante de un protestante conservador que decía que el gobierno debería empatizar con los manifestantes que exigen un cambio porque ellos estuvieron en la misma posición cuando eran jóvenes.

Por supuesto, también estoy al tanto de las denominadas protestas progobierno. Todos saben que el gobierno lleva gente de las ciudades más pobres y de los pueblos para que marche a favor de la república islámica a cambio de una gran suma de dinero. Estas manifestaciones solo existen para la gente que quiere apoyar al gobierno desde fuera de Irán, compartiendo el video y diciendo, «Lo que los medios no quieren que veas» o algo por el estilo. [El gobierno está] desesperado por recobrar algo de legitimidad.

Sayeh Javadi: Vi un video de un manifestante cantando «Shah-e Irán, bargard be Irán» («Sha de Irán, vuelve a Irán»). Desconozco si era de las protestas actuales o si era un video viejo, pero en tu opinión, ¿cuál es la actitud hacia el Sha en tu generación o grupo social y en otros similares?

Parandeh: Hay grupos de chicos iraníes de la diáspora en mi generación que defienden al sha más que el mismo Reza Pahlavi. Pero no creo que sean representativos de las masas.

Una buena parte del anhelo de la época del sha viene de cierta nostalgia por el sentido cultural de tener una monarquía. Pienso que mucha gente comparte la ilusión de la grandeza, como si la vida fuera un cuento de hadas. Es fácil ver la situación actual, las luchas, y pensar, «Bueno, al menos en aquellos días solo teníamos que lidiar con x, y o z».

Pero no estamos obligados a elegir entre la teocracia y la monarquía, tenemos otras opciones.

Los iraníes están cantando, «Ni mulás, ni sha, solo democracia». Y yo estoy de acuerdo.

La población iraní es inteligente; sabemos cuando estamos perdiendo. Esto no es una revuelta, es una revolución. Los manifestantes matan basijis [miembros de una de las cinco fuerzas de los CGRI], se paran frente al ejército y gritan «Muerte al dictador, muerte a Khamenei, muerte a la república islámica», rompen y queman imágenes de Imam Khomeini, Rahbar [Khamenei, líder supremo] y Qasem Soleimani [comandante de la división Quds de los CGRI, asesinado por un dron estadounidense en 2020]. Las mujeres se afeitan la cabeza, se sacan el velo, gritan en la cara de los Guardias Revolucionarios y de la policía de la moral. Se paran frente a los tanques, los carros hidrantes, las ametralladoras y los gases lacrimógenos.

En esta lucha solo contamos con piedras y con nuestros puños. Estoy absolutamente convencida de que somos uno de los grupos de personas más valientes del planeta. Diría que en este momento el objetivo del manifestante promedio es una revolución que conduzca a una transición democrática, pero, por supuesto, está sometido a revisión en la medida en que las protestas continúen. Y pienso que es lo que sucederá.

La primera consigna que escuché que me hizo pensar que esta protesta sería diferente de todas las otras vino inmediatamente después del entierro de Jina. En Saqez la gente gritaba, «¡Mataré a aquel que mató a mi hermana!». Por supuesto, la gente también entona las consignas típicas, nos encanta declararle la muerte a las cosas. «Muerte a Khomeini», «Muerte a las CGRI», «Abajo el hiyab obligatorio», etc. Una buena es «Zan, zendegi, azadi», que significa «mujeres, vida, libertad». Es muy simple. También escuché gente cantando «No tenemos miedo» o simplemente «Azadi».

También cantan canciones antifascistas o izquierdistas de la época de la revolución. Cantan la canción de la época resistencia chilena de Salvador Allende, «El pueblo unido jamás será vencido» y el clásico antifascista «Bella ciao».

Aunque no sea estrictamente una canción también quiero mencionar cierto cambio que observo en el imaginario revolucionario. Esta mañana, un gran grupo de manifestantes cargaban la Derafsh Kaviani, o Kaveh —la bandera de los herreros— que en el folclore iraní representa a un importante héroe de la clase obrera que resistió a un tirano brutal. Es la primera vez en la historia reciente que veo que los iraníes rescatan héroes revolucionarios del folclore y de nuestra historia.

La respuesta del gobierno

Sayeh Javadi: ¿Las fuerzas del gobierno envían a manifestantes falsos para desacreditar el movimiento? Leí algunos informes de esta práctica en otros casos.

Parandeh: La república islámica se destaca por enviar manifestantes falsos a causar problemas. En el pasado quemaron sus propios bancos y los barrios de los CGRI para hacer que los manifestantes parecieran violentos. Hay rumores de que el gobierno pagará para que alguna gente queme el Corán en el aniversario de la muerte del profeta Mahoma para hacer que los manifestantes parezcan paganos antislámicos.

La otra vez pensaba en la comedia británica Cuatro leones, que es una sátira del fundamentalismo y de los aspirantes a yihadistas. En la película están buscando un lugar para poner una bomba y uno sugiere que la pongan en su mezquita local para aparentar que fueron los islamófobos y así «radicalizar a los moderados». La escena termina con la metáfora de golpearse a uno mismo en la cara en medio de una pelea para reunir suficiente enojo como para responder, con el jefe del grupo literalmente golpeándose en la nariz. Es irónico y espantoso a la vez pensar que el gobierno iraní usa tácticas inventadas por un comediante, pero por algún motivo piensa que funcionan.

En cuanto a las molotov y a la violencia en general, no me sorprendería que estén pagándole a algunos grupos para que se comporten de esta manera. Pero también es importante notar que la población iraní está muy enojada. No me sorprendería que se comportaran de forma violenta, y tampoco los criticaría.

Sayeh Javadi: El gobierno de Irán empezó a atacar a los kurdos de Irak con drones y misiles, y los acusa de provocar las protestas. ¿Dónde piensas que llevará esta escalada, que está alcanzando a gente de fuera de las fronteras de Irán, y cómo piensas que impactará en la lucha popular?

Parandeh: Los ataques recientes contra Kurdistán son un hecho espantoso para los iraníes de todas partes y para el movimiento. Expone todavía más la barbarie de nuestros gobernantes. Castigan a una etnia completa por sus propias acciones inhumanas contra una niña kurda y casi dicen que fueron los kurdos los que mataron a Jina.

Pero creo que estos ataques volverán contra la república islámica y contra sus fuerzas, porque no hacen otra cosa que mostrar su verdadero rostro. Muestran el miedo que tienen de perder el poder y lo inseguros que están en cuanto a su legitimidad. El comportamiento que exhiben es cobarde. Solo los cobardes usan bombas para callar a un pueblo inocente.

Estos ataques y el asesinato de Jina provocaron protestas de kurdos de otros países, sobre todo la reunión de mujeres kurdas del norte de Siria de la semana pasada. Creo que el gobierno iraní pensó que podría retornar a sus viejos modos de represión de los movimientos sociales, respondiendo a las piedras con drones. Pero la gente perdió el miedo.

En todo caso, estos ataques profundizaron la furia del pueblo y el deseo de luchar. Es como provocar a una abeja: eventualmente te picará. Es una analogía un poco ridícula, pero en este momento el pueblo iraní es la abeja. Y el pueblo no está compuesto solo de persas: hay kurdos, turcos, armenios, árabes y muchos otros hermanos y hermanas. Son nuestros hamevatan.

¿Qué solidaridad?

Sayeh Javadi: Considerando la agresión imperialista de Estados Unidos y el régimen de sanciones contra Irán, ¿qué tipo de solidaridad de las izquierdas de otros países necesitan?

Parandeh: Es muy complejo. Muchas veces me quejé de los estadounidenses que opinan sobre Irán porque suelen estar desinformados y aun así quieren ser la voz principal. No quiero que Irán sea un tema de conversación de moda. Cuando se aburran de nosotros, pasarán a hablar de Somalia o de Chechenia, pero nosotros seguiremos sufriendo.

Pero esta vez me sorprendió ver tantos estadounidenses compartiendo videos, incluso hashtags en farsi para hacer que el mundo tome conciencia de estas protestas. Creo que hasta Bella Hadid publicó una historia de Instagram con la foto de Jina. No tengo problemas con que los estadounidenses compartan nuestras voces y nuestras historias, siempre y cuando estudien realmente la historia de nuestro pueblo.

Esto vale tanto en el caso de los estadounidenses que apoyan las protestas como en el de los que apoyan al gobierno iraní (de los que también vi muchos en las redes). Vi muchos hombres estadounidenses que dicen ser «antiimperialistas» criticando a nuestros manifestantes como si fueran títeres de Occidente y despotricando contra los iraníes que comparten nuestros videos. Me gustaría saber en qué sentido puede ser «antiimperialista» un estadounidense que está diciéndole qué pensar de su gobierno a un iraní, y que cree que conoce lo que está pasando en Irán mejor que los que vieron el verdadero rostro del gobierno.

A los estadounidenses que apoyan las protestas me gustaría pedirles que estudien con seriedad los distintos grupos iraníes y las reivindicaciones del pueblo iraní para no ser víctimas de los oportunistas. Hace poco la secta terrorista Mojahedin-e-Khalq [MEK] y su líder, Maryam Rajavi, adoptó el nombre del Comité de Mujeres del Consejo Nacional de Resistencia de Irán y trató de mostrarse como un grupo feminista. Vi a muchos iraníes-estadounidenses y estadounidenses que no están familiarizados con la política iraní compartir sus mensajes y alentar a los seguidores de las redes sociales a que hagan donaciones, pensando ingenuamente que el dinero llegaría a las mujeres iraníes, sin saber que estaban financiando la sed de poder de Rajavi, que pretende gobernar Irán. También vi a muchos estadounidenses compartiendo los contenidos de Masih Alinejad, a quien considero personalmente como un activista insincero que terminó en manos tanto de Estados Unidos como de la república islámica.

Y también vi a estadounidenses crear «plantillas» para llamar y enviar correos electrónicos a sus diputados alentándolos a «ayudar» a Irán. Esto no es de mucha ayuda para Irán y promueve la intervención extranjera, que no hará más que desacreditar al movimiento.

La Internacional Progresista hizo un excelente trabajo de solidaridad con los huelguistas de Haft Tappeh cuando publicó su lista de reivindicaciones en siete lenguas. La publicación socialista New Politics también mostró solidaridad con Irán (y sigue haciéndolo) compartiendo las reivindicaciones de los manifestantes en 2019, información sobre los presos políticos del país y críticas a aquellos que mantienen un silencio cómplice con el gobierno.

La solidaridad internacional nunca debería empeorar una situación ni castigar a la población de un país que necesita ayuda. Cualquier gobierno que imponga sanciones o envíe tanques en nombre de la solidaridad tiene otros intereses y ninguna intención de colaborar. Por otro lado, la solidaridad internacional debería evitar la propaganda. Por ejemplo, en el contexto de Irán, o incluso en Afganistán, compartir fotos de minifaldas versus hiyab no sirve a la causa. Hacerlo reduce las reivindicaciones del pueblo a un poco de ropa, cuando sabemos que las protestas tienen un sentido mucho más profundo.

Sayeh Javadi: Algunas personas en Occidente piensan que criticar las leyes islámicas de los roosaris es una práctica islamofóbica. ¿Qué respondemos a esto?

Parandeh: Estoy al tanto de esta discusión, que es común sobre todo entre los musulmanes de Estados Unidos y del Reino Unido. Aunque detesto utilizar el género como un instrumento de división, tengo que decir que estas preocupaciones provienen generalmente de hombres. Muchas hiyabis y niqabis mostraron solidaridad con las mujeres iraníes, argumentando que la obligatoriedad atenta contra el propósito del hiyab. Citan a Suratul al-Baqara (Corán, 256), que dice: «No hay coacción en la práctica de Adoración, pues ha quedado claro cual es la buena dirección y cual el extravío». Creo que una cita muy potente y que colabora con nuestra causa.

Antes de la revolución, era común ver a mujeres con velo y sin velo (con excepción de la breve prohibición del hiyab que impuso Reza Khan, padre del último sha de Irán, en 1936, y que produjo una brutal represión policial); se respetaban los feriados religiosos; Reza Shah asistía a La Meca; Farah Diba vistió un chador en la tumba de Imam Hussein; mucha gente asistía a las mezquitas; y los viernes eran días de descanso y oración. Destaco todas estas cosas solo para reiterar que nadie está pidiendo el fin del islam.

Es muy importante notar que muchos de los manifestantes son creyentes. Es imposible que una persona religiosa no vea en los crímenes de la república islámica algo contrario al islam, o a cualquier fe. En el islam decimos «Bismillah Rahman Rahim»: «En nombre de Allah, el piadoso, el compasivo». Dios como entidad piadosa y compasiva no puede aprobar que una mujer sea golpeada hasta la muerte ni que una niña de diez años reciba un disparo mientras está en los brazos de su padre.

El futuro de Irán

Sayeh Javadi: Esta es la misma generación que protestó contra los precios del gas en 2019 y que fue violentamente reprimida. Es increíble y estimulante ver que la gente sigue luchando. ¿Qué hace que salgan a pelear de nuevo a pesar del peligro?

Parandeh: Hicimos una revolución que llevó a este gobierno al poder; ahora tenemos la voluntad de cambiarlo. Y si estamos disconformes con el gobierno que suceda al de la república islámica, no tengo duda de que también lo tiraremos. Siento que no tenemos nada que perder. O esperamos tranquilos hasta que un guardia revolucionario nos dispare, la policía de la moral nos golpee hasta la muerte o muramos de hambre como resultado de la mala gestión del gobierno, o luchamos corriendo el mismo riesgo de morir que si no lo hacemos.

También hay que tener en cuenta el componente religioso. Toda la revolución estuvo alimentada por el concepto de martirio. Tuvimos una guerra brutal en la que cada soldado era un shahid [mártir]. Y sus hijos eran recompensados en el Concor [examen de entrada a la universidad] y apoyados financieramente por el gobierno.

Juntamos coraje durante cuarenta y tres años y esto nos permite mirar de frente el cañón de una pistola y ver el paraíso y morir con una sonrisa. ¿Cómo sorprenderse de que mi generación no tenga miedo? Nacimos preparados para luchar y la muerte no es ningún problema para nosotros.

Sayeh Javadi: Los iraníes llevan décadas luchando contra la opresión de este gobierno autoritario. ¿Qué hace falta para que caiga el régimen?

Parandeh: Es tan difícil hacer predicciones. Obviamente, soy de izquierda y estoy de acuerdo con la típica consigna «Poder para el pueblo», pero además creo que sigue siendo verdad.

En los últimos tres años vimos que el pueblo se levantó para llevar al poder a Luis Arce en Bolivia, a Gabriel Boric en Chile y a Gustavo Petro en Colombia, terminando con gobiernos bárbaros y opresores. Creo que América Latina y Medio Oriente son parecidos en el sentido de que son regiones explotadas, tienen pueblos revolucionarios, tienen una brecha enorme entre las clases ricas y las clases pobres y son pueblos religiosos. Cuando pienso en el futuro de Irán, muchas veces busco inspiración y esperanza en América Latina.

Creo que es importante que los manifestantes estén dispuestos a poner un espejo frente a la cara de los gobernantes. Las promesas de los revolucionarios islámicos y de Khomeini nunca fueron satisfechas. Las reivindicaciones actuales no son muy distintas de las de 1978, salvo que añadimos a la lista algunas libertades sociales. La mayor parte de los gobernantes actuales eran jóvenes o al menos adultos jóvenes durante la revolución iraní de 1979 y es evidente que recuerdan los valores de la revolución antes de que el clérigo dominara el movimiento.

Sin embargo, cuando comparamos la caída del sha de 1979 con el colapso actual de la república islámica es importante notar que el sha no tenía noción de su falta de popularidad. Abandonó el país sin dar pelea, derrotado, triste y enfermo.

El gobierno de la república islámica sabe que es impopular y hasta tiene gente en sus filas que odia el sistema actual. El ayatolá Khamenei, el presidente Ebrahim Raisi y sus colaboradores no abandonarán el país pacíficamente, como vimos, y están dispuestos a aferrarse al poder tanto como puedan. Lo único que puedo decir es que una guerra entre las masas y el gobierno parece improbable. El mejor escenario es que los militares se den vuelta contra el gobierno y se unan al pueblo. Desafortunadamente, creo que habrá más derramamiento de sangre de las masas, de la élite religiosa y del gobierno antes de que logremos nuestros objetivos.

Sayeh Javadi: ¿Qué tipo de sistema/gobierno vendría después de otra revolución en Irán y cómo te gustaría que sea?

Parandeh: Sin una izquierda legítima o cualquier presencia significativa de la izquierda en Irán, los sueños de una izquierdista como yo están fuera de juego, y tendremos que acoplarnos a lo que decida la mayoría. Ya me reconcilié con esta idea. No obstante seguiremos defendiendo los intereses de la clase trabajadora.

En términos realistas, tenemos pocas opciones. O la república islámica conserva el poder con un poquito de ayuda de sus amigos, o hacemos un referéndum y el pueblo decide entre un sistema verdaderamente democrático y representativo y una monarquía que coloque a Reza Shah en la antigua posición de su padre, o toman el poder los militares e instauran una dictadura como en Egipto. La mejor opción de estas cuatro opciones es que el pueblo elija un gobierno realmente representativo de las masas. Las opciones que más me asustan son la dictadura militar o que todo siga igual.

Hay grupos periféricos que desean tomar el poder en Irán y que tienen poco o ningún apoyo. El más popular es Mojahedin-e-Khalq, que celebra una cumbre anual con el título «Liberar Irán» y convoca a gente como Rudy Giuliani y Mike Pompeo. Rajavi engañó a Occidente para que piense que será una líder feminista y justa, a pesar de los por el MEK contra el pueblo cometidos durante la guerra entre Irán e Irak, en la que estuvo del lado de Saddam Hussein. La perspectiva de que llegue al poder es aterradora, especialmente a la luz de sus recientes intentos de sacar ventaja y aprovechar estas protestas. Aunque es improbable, debemos tener en mente que es una posibilidad y tenemos que evitar que se materialice.

Mi deseo para Irán es simple. Quiero que por fin tengamos voz y voto en nuestro gobierno. Éramos una monarquía y enfrentamos invasiones de distintos imperios. Después Occidente encontró petróleo en nuestras tierras, financió otra monarquía nueva y derrocó a nuestro primer ministro mediante un golpe de estado en el que participaron Gran Bretaña y Estados Unidos. Iniciamos una revolución que fue derrotada para evitar la expansión del comunismo y está en pausa hace cincuenta años.

Es momento de que decidamos las cuestiones de nuestras vidas cotidianas sin interferencia de ningún poder extranjero. Estoy dispuesta a aceptar cualquier cosa que decidan las masas iraníes. Como dije antes, la lucha de la izquierda continuará pase lo que pase. Seguiremos defendiendo a la clase obrera, los derechos laborales, etc. Nos merecemos la prosperidad y la independencia.

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