De la defensa de la milicia venezolana; sólo dudan los propios venezolanos

Domingo, 01/03/2020 08:00 AM

"El primer desarrollo de una conciencia auténtica consistió en edificar una conciencia del pasado" (Khaler) Historia Universal del hombre.

En sintonía del extinto escritor Mario Briceño Iragorry (1897-1958), cuando en 1951, arguyía:- "En Venezuela, desgraciadamente, hay sobre todas las crisis, una crisis de pueblo"- (Entiéndase, No crisis del pueblo) Coyuntura que la atribuía a esa carencia de conciencia histórica, el surgimiento y la presencia de un sujeto antihistórico, que a la vez, se transforma en una persona sin dirección, ni rumbo definido. Soy del pensar, que no se trata de alabar casi religiosamente lo presente, al extremo de endiosar los hechos, de colocarlos en la cúspide del altar; ni mucho menos, rechazar, obnubilar y descartar el pasado como hecho negativo. La antípoda, debe ser el estudio, la investigación, la acuciosidad de los elementos positivos, infalibles, que en un pretérito, formaron y consolidaron una sociedad, de la cual, con sus debilidades y fortalezas, todos, usted que lee y yo, que escribo, hacemos vida, formamos parte. En este mismo orden de ideas, considero que debe existir un equilibrio, no egoísta, narcisista, ni individualista, de nuestras formas de pensar, cuando se trata del bien común; entre ellos, no debe obviarse nuestra defensa Nacional; no indispensablemente en situaciones de movilización. El desconocimiento de nuestra historia pasada, puede traernos, por una parte, seguir cometiendo errores presentes, o el sepelio de una conciencia histórica. Así lo creo.

Es ineluctable resaltar, que cuando el escritor se refería a "Crisis de pueblo" no insinuaba al pueblo llano, al pueblo de a pie, al Juanbimba (como lo denominó un conocido poeta). Aludía a una comunidad sin concepción del pasado. Para ilustrar esto, he aquí un evento que presencié, días recientes, mientras me hallaba con mi mujer, en una dependencia gubernamental: realizando unas diligencias administrativas. A la par, que pasaba un señor uniformado de miliciano, por uno de los pasillos adyacentes de las oficinas; un adulto joven que estaba al lado de mi esposa (Tercera edad), le lanza esta joyita: __"¿¡Señora, Usted, cuándo va a ponerse su uniforme para defender la Patria!?"__ Con la misma inflexión sarcástica e irónica, el hombre se dirigía con aires de desprecio, de una manera execrable, hacia el adulto mayor, que ¡orgullosamente! portaba su uniforme verde oliva. Ante la arremetida verbal de su interlocutor, mi cónyuge, aunque este gobierno no es santo de su devoción, (dicho sea de paso, esto es un asunto de Derecho natural), le responde con acento de soberanía. Le da una elegante respuesta pedagógica-Constitucional, con una interpretación histórica de Nación. Su contertulio quedó exangüe. Sin capacidad de respuesta. Pudo más, el razonamiento lógico de la mujer, que el comportamiento visceral e irracional, de su contraparte. El individuo quedó como gallina en corral ajeno.

Como ustedes pueden ver, el sujeto anterior, además, de subestimar con sus epítetos, la presencia del miliciano, carecía de cultura histórica. Personas con esas actitudes, estimo, que nunca se han topado con un libro de historia. Son sujetos antihistóricos. ¡Vaya! qué paradojas tiene la vida. La otra cara de la moneda en el transcurso de nuestra historia patria. Lo que desconocía el amigo supracitado, fue la participación proindependentista de Manuel Gual en los cuerpos milicianos. Francisco de Miranda, quien formó parte de las milicias reales de España. Quizá para vilipendio del sujeto del pasillo; como el Gral. Pablo Morillo, oficial realista, se refería con admiración por la bravura de los soldados y milicianos venezolanos; cuando se dirige al rey de España, en estos términos: __"Dadme un Páez, majestad, y mil lanceros del Apure, y pondré Europa a vuestros pies"__. Después que pierde en las Queseras del Medio, en 1819. En palabras de O’ leary, otro oficial extranjero, edecán del Libertador, refiriéndose a una mujer que había dado a luz, mientras acompañaba al ejército patriota, en el paso de los Andes. Dice, impresionado, O’leary: __"a la mañana siguiente, vi a la madre con el recién nacido en los brazos y aparentemente en la mejor salud, marchando en la retaguardia del batallón"__ ¡Ingente ejemplo! Ya para cerrar, si se carece de conciencia histórica, da tristeza decirlo, de la defensa de la milicia venezolana; sólo dudan los propios venezolanos.






 

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