En términos generales, se entiende por Militar todo lo que está relacionado al quehacer de la guerra, en consecuencia, lo Militar viene a ser el calificativo que se le acuña a las organizaciones, instituciones, pensamientos, teorías, prácticas, usos, costumbres, recursos, equipos, bienes, en fin, todo lo que está vinculado con la cuestión bélica, vale decir, con el uso de la fuerza o violencia armada para que el oponente, adversario o enemigo termine asumiendo una conducta determinada.
De allí la clásica división entre lo Militar y lo Civil. En este orden de ideas, lo Civil viene a ser lo que inicialmente no es Militar. Se afirma que inicialmente, habida cuenta que la delimitación o frontera entre lo Militar y lo Civil es cada vez menos precisa o evidente.
Por ejemplo, un carro o vehículo concebido y construido para uso civil, cualquiera sea su marca u origen de fabricación, perfectamente puede adaptarse y consecuencialmente ser empleado para ejecutar una acción bélica. En efecto, dotándolo de una carga explosiva y activada ésta mediante un adecuado dispositivo, se logra generar resultados semejantes a los que produce una bomba militar lanzada por un avión militar. En este sentido, la diferencia entre el carro-bomba (civil) y la bomba lanzada por el avión (militar), reside en que un vehículo se desplaza por la tierra y el otro por el aire.
En este sentido, lo relevante no es el hecho de que los bienes o recursos concebidos y producidos para uso Civil, es decir, para finalidades distintas a la guerra, cada vez sean más utilizados en las controversias castrenses o armadas, pues, a decir verdad, tal situación siempre ha estado presente en el desarrollo de la historia de la humanidad. Lo relevante y esencialmente decisivo es que con la consolidación del Estado como herramienta de dominación de una clase social sobre las restantes que estructuran una sociedad determinada, lo Militar terminó siendo relativamente monopolizado por éste y, más propiamente, por la clase, grupo, élite o camarilla que lo gobierna, ya que, en definitiva, la fuerza militar organizada como componente constitutivo del Estado, terminan adquiriendo el carácter de éste, en tal contexto, se convierte en el instrumento principal de aseguramiento de su dominación como clase social sobre el resto de la sociedad.
En efecto, todos los Monarcas reivindicaban para sí la facultad de disponer de un "Ejército Permanente" y, subsiguientemente, designar sus mandos superiores, al tiempo que se reservaban el cargo de "Comandante en Jefe". Los Movimientos Sociales Anti-absolutistas o Anti-monárquicos inspirados fundamentalmente por el ideario Liberal lucharon a favor de la supresión o delimitación de estas prerrogativas monárquicas. Con el triunfo del Liberalismo, por tanto con la instauración del "Estado de Derecho" como modelo universal de las burguesías para la organización política de la sociedad-nación, se consolidó el criterio de la necesidad del "Ejército Permanente" en función de atender todos los asuntos de la seguridad y defensa de la nación y, en tal contexto, se estableció el "Principio de la Supremacía Civil", esto es, que la planificación, organización, financiamiento y conducción de lo Militar residía en el ámbito de lo Civil.
Por consiguiente, las burguesías que lograron ser hegemónicas en sus respectivas sociedades y ejercer así la dirección y conducción de éstas, sujetaron las instituciones castrenses al precitado "Principio de la Primacía Civil", obviamente, en el plano teórico-normativo, ya que en el plano de la realidad material dichos cuerpos o aparatos militares no cesan en su pretensión de gozar de absoluta autonomía en todo lo que le es inherente a la seguridad y defensa de la nación, con la particularidad que los límites de la seguridad y defensa también se han hecho difusos y cada vez se desdibujan más.
En el singular caso de Venezuela, no representa una exageración afirmar que la organización castrense Estatal ha logrado ubicarse en una posición de notoria e indiscutible supremacía en relación al resto de las instituciones y organizaciones públicas y privadas que actualmente existen en la sociedad. En ese sentido, los mandos superiores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, como cuerpo armado corresponsable constitucionalmente de garantizar la seguridad y defensa de la nación, producto del protagonismo y supremacía que ha adquirido en desmedro de toda la institucionalidad civil Estatal y, esencialmente, de la desarticulación y desactivación del Movimiento Popular Revolucionario, prácticamente han logrado monopolizar o hegemonizar todas las instancias y organismos que integran el Estado venezolano y, subsiguientemente, las actividades que éstas realizan en el marco del cumplimiento de sus fines.
Sólo a título de ilustración cabe referir que hoy están bajo el control directo o encubierto de la alta jerarquía castrense casi todas las actividades relacionadas con la importación de alimentos, medicinas, artefactos domésticos, equipos médicos, repuestos y autopartes, licores, etcétera; la compra y venta de combustible; la compra y venta de insumos para construcción de vivienda y fabricación de éstas; las presidencias de casi todas las empresas públicas; casi todas las direcciones o gerencias de administración y finanzas de los poderes públicos, ministerios, empresas públicas, gobernaciones, alcaldías, etcétera; la mayoría de las empresas privadas que contratan con el Estado; la explotación y comercialización de recursos mineros; en fin, el Estado venezolano y, por ende, la sociedad venezolana, está bajo la conducción fundamentalmente de los altos mandos militares, lo cual no significa que sea el único grupo que se beneficia de la gestión gubernamental en su conjunto, ya que, banqueros, burguesía importadora, corredores de seguros y valores, propietarios de empresas trasnacionales, oficinas de cambio de divisas, dueños de plantas de televisión y radios, compañías comercializadoras de petróleo y otros combustibles, la alta jerarquía burocrática del Estado, etcétera, también gozan a manos llenas de los secretos y apátridas negocios que se realizan en perjuicio del patrimonio de todo el pueblo venezolano.
De manera que la primera lección que se debe extraer de lo que ha sido el constante conflicto entre lo Militar y lo Civil a lo largo de la historia de la humanidad y, lógicamente, las singularidades que esta lucha presenta en nuestro desarrollo histórico como sociedad, consiste en comprender que no resulta suficiente con que se establezcan en la Constitución y demás leyes de la República normas jurídicas que contemplen prohibiciones o límites a la institución Militar en su conjunto, pues, las dinámicas que ésta desencadena en su quehacer cotidiano, así como la lógica que a la postre termina guiando su desenvolvimiento hacen que tales prohibiciones o límites sean ineficientes o ineficaces, en suma, que tales dispositivos normativos terminen siendo proclamas discursivas que en nada inciden en la realidad, es decir, que terminen siendo letra muerta.
El centro de la cuestión está en lo que se ha venido insistiendo en esta serie de artículos relacionados con el Estado Comunal, es decir, con el desafío histórico que implica el diseño, construcción y puesta en activación de un conjunto de mecanismos o medios físicos que en la realidad histórica concreta impidan que los mandos del "Ejército Permanente y Profesional" se convierta en un grupo o factor que hegemonice toda la institucionalidad del Estado y, por ende, la vida de la sociedad, lo cual, evidentemente exige cuestionar y superar el tradicional y generalmente aceptado enfoque Militar de raíz Liberal-burguesa, cuyos razonamientos prevalecen inclusos en organizaciones que se autoproclaman revolucionarias y Marxistas. En tal perspectiva, es vital para el devenir histórico de la Patria, emprender un amplio, enérgico e intenso proceso de Educación Popular inspirado en las más avanzadas corrientes del pensamiento revolucionario acerca de la cuestión de la seguridad y defensa del Pueblo, sin que ello conduzca a la negación de la Nación, sino como distinción obligante en el marco de la lucha de clases y de cara a la construcción del Estado Comunal.
Así pues, lo que demanda la realidad por la que atraviesa Venezuela, que, lógicamente, no se limita a garantizar la continuidad de la gestión de la actual élite gobernante, sino que obliga a abordar todo cuanto sea necesario en función de la construcción de una patria digna, decente, segura, productiva, próspera, independiente, soberana, en fin, una patria feliz, o sea, una Patria Socialista, plantea que se trascienda el individual cuestionamiento a tal o cual alto oficial castrense en virtud de sus prácticas autoritarias, corruptas o de traición a la patria, para darle paso a una verdadera "Batalla de Ideas" en torno a la ideología Liberal-burguesa que sustenta y orienta la razón de ser y el comportamiento en su conjunto de la institución militar.
En este contexto, y teniendo como objetivo guía la cuestión de la construcción del Estado Comunal, es necesario repensar lo tocante a la monopolización por parte del "Ejército Permanente y Profesional" de todo cuanto implica la cuestión de la seguridad y defensa de la sociedad-pueblo-nación y, naturalmente, todo lo que ello supone, vale decir, economía, política, cultura, etc. Dicho en otras palabras, la seguridad y defensa de lo que significa Venezuela atañe a todas las venezolanas y a todos los venezolanos, habida cuenta que de su devenir como realidad histórica concreta dependerá de la calidad del futuro que le depara a cada una y uno de las y los integrantes de la sociedad-pueblo-nación, por consiguiente, el primer punto a dilucidar con ocasión a la edificación del Estado Comunal es si se conserva la exclusividad del manejo de la cuestión de la seguridad y defensa en manos de la institución castrense o, por el contrario, se avanza conforme a la concepción del PUEBLO EN ARMAS, es decir, de la autónoma preparación y organización para la guerra de las clases y sectores sociales oprimidos y explotados que hacen parte de la sociedad-nación venezolana, lógicamente teniendo en cuenta las modalidades en que ésta se ha venido desarrollado contemporáneamente.
Aquí cabe advertir que en ningún caso se le rinde culto a lo militar o se hace una apología de ello; el hecho simple es que no existe hasta ahora otro medio para repeler una agresión armada que no sea a través del uso de la fuerza armada. Reivindicar la institución del "Pueblo en Armas", no supone ser militarista e incluso que se niegue tajantemente la necesidad de la existencia de un "cuerpo militar permanente y profesional", toda vez que lo que se discute no es la profesionalización y permanencia del cuerpo como tal, sino que éste en la realidad asuma el monopolio de la dirección de todos los asuntos vinculados con la guerra, más allá de lo que establece el orden jurídico institucional del Estado.
Se reitera que éste es un aspecto esencial y decisivo, sobre todo si se consideran los rasgos distintivos de nuestro proceso histórico como República, en el que destacan, entre otros, los siguientes: Los mandatos civiles en nuestra historia republicana han sido una excepción, dicho en sentido contrario, los mandatos militares han sido la constante en nuestra historia republicana; el caudillismo militar ha sido el factor principalísimo en la conducción de los procesos de lucha que en ella se han desarrollado; la conformación del "Ejército Permanente y Profesional" se remonta a los inicios del siglo XX, período en el cual se concreta definitivamente la centralización del Estado y comienza a manifestarse su carácter capitalista-burgués.
De otra parte, es necesario tener presente los rasgos que caracterizan la mentalidad dominante en la fuerza Estatal castrense venezolana, la cual, obviamente repercute en su comportamiento colectivo: visión metafísica y esotérica de la vida; desconocimiento pleno de la concepción materialista de la historia, por tanto, negación de la lucha de clases y reivindicación abstracta de la noción de Nación; endiosamiento de la figura de Bolívar y valoración de la lucha revolucionaria librada por el pueblo venezolano como acontecimientos ejecutados por héroes individualmente considerados; desmérito y subestimación a lo civil, por consiguiente, autoritarismo y arrogancia frente a todo lo que no es militar; espíritu corporativo, en consecuencia, se asumen como grupo con intereses propios que los conducen a separarse de la misión que les corresponde como institución Estatal; obediencia acrítica a las órdenes superiores; desconfianza mecánica a toda reflexión, planteamiento o iniciativa que no provenga de sus mandos naturales; conservación del secreto en la administración y utilización de recursos; omisión de rendición de cuentas; disciplina dogmática, en suma, la mentalidad que en su conjunto prevalece es la que le es funcional a la dominación que ejercen los grupos capitalistas hegemónicos a través del Estado Liberal-burgués imperante actualmente en Venezuela, de allí que la idea fuerza que transversaliza a la mayoría de la membresía del "Ejército Permanente y Profesional" es que en la medida que le sirvan obediente y eficientemente a las clases y grupos gobernantes, logran al final de sus carreras militares un retiro dorado producto de lo que irregularmente han venido acumulando a lo largo de aquella.
Cualquiera puede pensar que este no es el momento para exteriorizar estas reflexiones, toda vez que las mismas pueden contribuir a debilitar o desmoralizar a las fuerzas revolucionarias que dentro y fuera de la institución castrense que enfrentan con firmeza patriótica la agresión imperialista de la cual es objeto Venezuela. Se parte de la consideración contraria, vale decir, que en la medida en que las venezolanas y los venezolanos asuman conscientemente que la cuestión de la seguridad y defensa del país no es un asunto exclusivo de los militares y, en consecuencia, luchen abiertamente en función de corregir todas las desviaciones presentes en el "cuerpo militar permanente", en esa misma medida se avanzará en la profundización y robustecimiento de todo cuanto supone la seguridad y defensa de la patria. Del mismo modo, en la medida en que se avance hacia una nueva organización militar que rompa con el monopolio que el "Ejército Permanente" ejerce sobre las cuestiones inherentes a la seguridad y defensa, en esa misma medida se avanza en la construcción de un Estado de nuevo tipo que, en nuestro caso, es el Estado Comunal.
En este orden de ideas, es determinante tener en cuenta que la construcción del Estado Comunal no se realiza en el vacío, o sea, al margen o fuera de lo que está aconteciendo actualmente en Venezuela, de ahí que es obligante partir de la realidad concreta en la que se vive, en este sentido, es vital tener presente los rasgos distintivos de nuestro proceso histórico y los rasgos caracterizantes de la mentalidad militar venezolana, toda vez que los mismos constituyen insumos para el proceso de formulación de una estrategia revolucionaria en función de la edificación de la Patria Socialista, especialmente, en el campo de la Educación Popular y de los fundamentos teóricos del nuevo orden jurídico institucional de la Republica.
Igualmente, hace parte del actual acontecer nacional, la compleja, dinámica y delicada situación por la que se atraviesa, a propósito de la intensificación de la ofensiva imperial encabezada por el gobierno estadounidense, por consiguiente, es en el marco de esta decisiva realidad en el que se adelantará la construcción del Estado Comunal, pues, se reitera, materialmente éste no puede edificarse en el vacío; de allí que el Movimiento Popular Revolucionario y, especialmente, el Movimiento Comunal y Campesino que ha levantado e impulsa el proyecto de concretar la organización del Estado Comunal como parte de las soluciones frente al caos en que vive Venezuela tiene por delante un conjunto de tareas relativas a la preparación y desarrollo de la Guerra Popular, en la perspectiva de enfrentar y aniquilar todas las organizaciones político-militares burguesas que estando al servicio del imperialismo pretenden retrotraer la Patria a la situación de colonia, desconociendo de este modo que la titularidad de soberano la conquistó el Pueblo venezolano en los campos de batalla con las armas en las manos, y con ellas y con la misma heroica actitud sabrá defenderla para garantizar su perpetuidad.
En este sentido, armar a las masas revolucionarias como parte del desarrollo de la Guerra Popular ante la agresión imperialista y como estrategia de lucha anticapitalista, implica anticipar la instauración de la institución del "Pueblo en Armas", lo cual a su vez representa la prefiguración de uno de los elementos estructurantes del Estado Comunal, razón por la cual se afirma que sepultar a la burguesía interna, al tiempo de iniciar la internacionalización de la Guerra Popular contra el capital, especialmente, el personificado en el imperialismo yanqui, supone avanzar a pasos agigantados en el proceso de construcción del Estado Comunal
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