Auditórium

Los jurunga muertos ideológicos

Sábado, 15/02/2020 01:27 PM

El Arco Minero, pulmón del país tiene cáncer por la minería. Fin de la cita. Anónimo.

Domingo Alberto Rangel sostenía: " Que recordar a cada momento muertos, era una especie de necrofilia por la atracción morbosa hacia los cadáveres".

Los jurunga muertos ideológicos son los enamorados ciegos de líderes fallecidos, junto a sus ideas muertas". En la Venezuela del siglo XXI, en particular, hay como piedras, necrófilos ideológicos o politiqueros de las ideas ya fallecidas, de matices económicos o políticas, como artistas de Hollywood, con películas-ideas en el coco duras de matar. Estas ideas o políticas socioeconómicas se originan en el totalitarismo-estalinista como en muchos casos también del neoliberalismo y, no obstante sus comprobados fracasos en la URSS, y toda la Europa Oriental en el socialismo real fracasado del siglo XX, y cuyos fantasmales siguen implementados una y otra vez en pleno siglo XXI en Cuba y Corea del Norte. El péndulo de la muerte levanta museos con los cadáveres recién desenterrados en esos cementerios. Así vemos como Chile, Ecuador, Colombia, Perú, están locos los ultrosos-comunistas de esos países, en sacarles los algodones de formol de las narices a esos estalinistas-comunistas del siglo XX.

Probablemente, en el ámbito socioeconómico es donde con más frecuencia circulan esas ideas fallecidas. Hoy me gustaría hablar de los "jurungas muertos" más conocidos. Dos económicos y uno político. Estos muerticos son los mimados de los políticos necrófilos.

La idea macabra y trillada que se saca de los cementerios con frecuencia es la contraposición radical del estado, y el mercado según tesis de los más avezados economistas expertos en la materia, cuando se concentra el debate político en Venezuela en una constante dicotomía entre lo público, y lo privado. Los neoliberales (importadores, lavadores de dólares, dueños de bodegones, y concesionarios de vehículos nuevos, y usados importados) sacan siempre debajo de la manga la idea clásica de la privatización de las empresas públicas, sosteniendo vía fast track, que con este cambio la economía venezolana empezaría a mejorar automáticamente. Es el sueño mágico de la mano invisible del mercado en movimiento. En la otra esquina del cementerio del socialismo real fracasado del siglo XX, las ideas anacrónicas, están a la orden del día con las empresas públicas colapsadas y en ruinas. En Venezuela el cambiar el nombre de las empresas privadas expropiadas, por el nombre de los ‘bebes’ políticos desconocidos fallecidos, se convirtió en una estatua a la incompetencia, ya vemos los desastres negativos en eficiencia y rentabilidad, cuando fluyen macabros y fatuos lemas de: "leales siempre, traidores nunca; Chávez vive, y la patria sigue, así vemos como se ha destruido a Venezuela manteniendo a flojos y chulos ideológicos, a costillas de la revolución".

En concreto, el progreso, y la calidad de vida de Venezuela, sea en lo público o lo privado, depende de las reglas del juego constitucionales formales en la norma como la legislación, en los usos y costumbres; entre el mercado, y el Estado. Para que el mercado funcione hay que garantizar los derechos sin comerse la luz roja: en la propiedad pública, privada, colectiva etc.

Cumpliendo con los contratos, con los actos de gobierno transparentes; es decir, con instituciones incentivadoras de mercados, así como son muy necesarias las instituciones reguladoras de los mercados para evitar la especulación, y la mala calidad de los productos ofertados. Así se evita el desequilibrio de los mercados que generen pérdida, y actuarían como estabilizadores.

El mercado venezolano además de ineficiente, es injusto, especulador, inhumano, para ello se requiere de instituciones que legitimen la actividad económica con: sanas políticas redistributivas, y asistencia social.

Incorporando en las reglas institucionales de la economía: creación, regulación, estabilización, y legitimación de la acción del Estado en la economía, y acerquen a los funcionarios del gobierno, a la promoción, y la participación de los ciudadanos en las tomas de decisiones, impulsando la justa separación e independencia de los poderes del estado venezolano, promoviendo la industrialización, y la diversificación de la producción, y la eficiente calidad de los servicios, de la educación pública, y privada, con énfasis en la meritocracia profesional tanto en el sector público, como en el privado. Los jurungas muertos, no comulgan con lo sutil, sino con la adulación rastrera que repiten como loros sin saber lo que dicen, se enamoran locamente de los muertos, a los cuales viven nombrándolos, como los perfectos cocos secos, mientras el pueblo venezolano pasa las de Caín.

La idea de los jurunga muertos, que insisten, y persisten en sus agendas de tísicos intelectuales de propuestas, es que la crisis económica, y social de Venezuela se debe al imperialismo yanqui. La industrialización, por ejemplo, se alcanza subiendo por la escalera del progreso gringo paso a paso: primero con la recuperación de tecnologías para la transformación de las materias primas; añadiéndole valor agregado, a los minerales, y al gas natural. Así con vaselina, se le ve el queso a la tostada del nuevo modelo económico. En el fondo, se cultiva la ilusión miserable de que países pobres, como Cuba, pueden hacer una revolución industrial, a la americana, o la japonesa, sobre la base de la agregación de miseria a los recursos naturales con el "pequeño" atraso de 60 años que lleva Cuba con carros viejos en sus calles. Nada mas basta ver a la cúpula revolucionaria en lujosas camionetas del imperio, japonés, o Yanqui, o hablando por los lujosos e incompetibles teléfonos IPHONE de última generación, así como la vestimenta gringa que cubren sus humanidades. Bajo esta línea de pensamiento, El Arco Minero debe ser sometido y controlado, para darle propiedad a la siderurgia, el gas y el petróleo, debe permitir el desarrollo de la industria petroquímica, para que nuestro pueblo no vuelva a la Venezuela rural de cocinar con leña. La industrialización de los recursos naturales de Venezuela, no debe seguir siendo un punto muerto que, por lo menos en estos 22 años de revolución, no hemos podido implementar con éxito.

Definitivamente, una muestra de las fatalidades ideológicas y políticas de cierta necrofilia revolucionaria es el populismo.

Este populismo "jurunga muerto revolucionario" es un perverso estado de emoción diabólica, que entiende a la entelequia llamada "pueblo" no como un sujeto político, sino como víctima de la fantasmagórica, y eterna conspiración "gringa" a la revolución, ahí vemos el cementerio de ferris expropiados en Puerto La Cruz, eso es culpa también de Trump.

El "empobrecimiento del pueblo venezolano" es un estado de ánimo societal, un malestar que se está convirtiendo en eterno, propiciado y cultivado por un "jurunga muerto" que convence a la masa ignorante de que se está en una guerra constante con Donald Trump que adopta varias caras, dependiendo de las sanciones. Donde parasita la derecha, la élite de turno, el imperialismo, la amenaza externa, la anti nación, los rusos y chinos. El populismo adquiere su identidad, y cohesión de una milicia sentimental que se alimenta de miedos, injusticias y resentimientos.

El nuevo líder *humanista* de la revolución bolivariana no debe ser populista, ni alimentar de odio, a este conjunto de sentimientos, y sea convertido en un conocimiento del atraso, y la decadencia, y menos del movimiento político, cuya diferencia sea la vuelta de la población a un estado de guerra constante. Por eso vemos los civiles no marxistas-leninistas-estalinistas, decir, que el discurso político del fascismo militarista está repleto de una jerga y simbología militar: de la agitación constante, soldados activos uniformados en actos políticos, desfiles, con la aberrante utilización de los símbolos militares, todo esto con ridículas actitudes marciales, considerando a todo el mundo como sus enemigos de clase, y otras menudencias por no saber lo que dicen.

Cuando las ideas políticas son militarizadas, ridiculizadas, y las vuelven consignas politiqueras en los medios de comunicación, y de órdenes cerradas. Fue por eso que en el siglo XX, se vivieron, y se vieron los diversos fracasos del socialismo real, estas: "ideologías muerto-vivientes" se resisten a ser enterradas, incluso en tiempos de este milenio.

En conclusión, la falsa dicotomía entre socialismo y capitalismo, el falso desarrollismo a base del ecocidio en el Arco Minero, y el populismo son ideas "anacrónicas-estalinistas" que reviven una, y otra vez de la mano de nuestros políticos jurunga muertos.

El arco minero del Orinoco, se ha convertido en la mayor destrucción ambiental vista en la historia de Venezuela, llegándose a calificar como un ecocidio, porque su desarrollo está afectando la fauna, y la flora de uno de los parques nacionales más grandes e importantes de Venezuela, como Canaima, declarado patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco.

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