Hace algunas semanas quien esto escribe fue víctima de un robo a mano armada (de un celular), cortesía de un peligroso individuo sumamente alterado, quizá debido al consumo de drogas legales e ilegales. Posiblemente por ingenuidad acudí a la Policía Nacional Bolivariana a denunciar lo sucedido, con la esperanza de recuperar el teléfono celular. Denuncia que hice en vano, considerando que los funcionarios que oyeron mi declaración, tajantemente advirtieron que sin la evidencia ni testigos no podían proceder; obviamente no había evidencia porque el individuo se llevó el celular, y además no hubo testigos más que mi persona. De manera que los policías dieron a entender que no hubo un robo porque no hubo evidencias ni testigos ¡Vaya¡
Ahora bien, la inacción y desidia de la Policía Nacional Bolivariana respecto al caso relatado en el párrafo anterior pudieran parecer sorpresivos, pero en realidad tanto dicha institución como el resto de cuerpos armados regulares en el mundo entero, jamás han servido y protegido a la mayoría, sino a los intereses de las élites. Salvo honrosas excepciones, policías, guardias, soldados y otros funcionarios armados, no son sino delincuentes amparados por los Estados y su monopolio de la violencia legítima. Delincuentes al servicio de los poderosos que controlan cada Estado en el planeta, para quienes cumplen la importante labor de mantener la estabilidad social a toda costa, incluso a sangre y fuego. Delincuentes que toda la vida han reprimido, torturado, asesinado, desaparecido y aterrorizado a las masas, para garantizar el dominio permanente de las élites, especialmente durante las protestas, rebeliones y conflictos bélicos civiles e internacionales.
Y así como los funcionarios armados (salvo excepciones), han incurrido en todo tipo de acciones inmorales, sucias, sangrientas y barbáricas en su servicio a las élites, así mismo han cometido numerosos delitos para satisfacer sus propias necesidades y proteger sus intereses. No es un secreto que funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, por ejemplo, extorsionan, ‘bachaquean’, roban a mano armada, contrabandean, secuestran y venden drogas para lucrarse. Y de todos estos delitos el más notorio es la extorsión, considerando que de manera descarada, incluso a plena luz del día, se ha observado a policías "bolivarianos" amenazar a comerciantes y a propietarios de vehículos para que les entreguen cierta cantidad de dinero. En el caso de la ciudad de Mérida, en la zona de Las Heroínas, donde se ubica el Sistema Teleférico Mukumbarí, algunos funcionarios extorsionan masivamente de día y de noche, en especial durante las temporadas turísticas.
Entonces la Policía Nacional Bolivariana para cometer delitos como la extorsión sí es eficiente, mientras que para servir y proteger al ciudadano común es inútil. Sí no hay grandes cantidades de dinero y otros intereses poderosos a la vista, los policías no hacen más que dejar que pase el tiempo. Que el hampa común, organizada y de élite a escala mundial perjudique a casi toda la humanidad día tras día, no es problema de los cuerpos armados al servicio de los Estados; lógicamente la Policía Nacional Bolivariana no podía ser la excepción.