"La especulación es sola una palabra
que abarca la fabricación de dinero
mediante la manipulación de los precios,
en vez de ofrecer bienes y servicios"
Henry Ford
Las pocas veces que voy al centro de la ciudad, me permite observar el comportamiento de los compradores en un momento por demás enmarañado del comercio. Hago uso de la experiencia de más de 20 años trabajando en un supermercado, cuyo dueño con un grado de instrucción que no superaba la primaria, parecía sabérselas todas, al extremo de mantener una competencia con dos grandes negocios de autoservicios de la época, el cual formaban parte de una red: CADA con presencia en casi todo el país; y AUTOMERCADO PIEMONTE en la parte occidental.
Este visionario empresario tenía una intuición para el comercio pocas veces visto, porque además fungía de administrador de su propio negocio y a pesar de no conocerse en ese tiempo muy poco de inflación, por la estabilidad en los precios, cada momento repetía: ¡Aquí viene una hambruna! Se basaba en los reportes que llegaban de los países africanos. En ese entonces el que cargaba un marrón –billete de 100– en el bolsillo parecía el dueño de la panacea para todos sus problemas, alcanzaba para satisfacer necesidades básicas, pero el tiempo y la voracidad del dinero lo ha venido cambiando todo, más los avances tecnológicos que de la noche a la mañana aceleraron el poder del gran capital, hasta utilizarlo en una especie de guillotina contra los países pobres.
En medio de toda esta vorágine que devora en fracciones de segundo el salario de todo aquel, que vende su fuerza de trabajo nos conseguimos este pensamiento de Henry Ford, que sirve de epígrafe en este artículo, donde ya señalaba la inflación como un mal del capitalismo naciente en los años, que le tocó vivir entre (1863 y 1947) y precisamente él, es señalado, como el responsable de revolucionar el transporte y la industria en los Estados Unidos, sin imaginarse que estaba contribuyendo en el despertar de un monstruo de mil cabezas tratando de imponer su poderío; lo que ahora se conoce, como el imperialismo representado en grandes monopolios.
Las veces que tenía la oportunidad de hablar con Germán Sánchez, el dueño del negocio (AUTOMERCADO EL PALITO) el cual prácticamente le dio el nombre a un sector muy popular de Acarigua; le repetía una expresión a manera de juego: ¡Usted, como que viene de la misma escuela de Henry Ford! Nunca reaccionó de mal humor, pero siempre me devolvía, como –dicen– en el argot futbolístico la pelota, en medio de la camarería y una barrera marcada por la política: ¿Y usted, de dónde viene? Me defendía y cortaba la conversación en medio de risas, y la eterna contradicción en la manera de pensar, marcada en la lucha de clases, le respondía: ¡Lo que pasa, es que usted nació para hacer dinero, y yo vivo pensando en el común del pueblo!
Lo cierto, es que la inflación la han desatado con tanta fuerza destructora en nuestro país, que solamente la perseverancia y la certera política de ayuda del gobierno bolivariano no ha permitido llegar al extremo anunciado por Germán, hace 40 años atrás, cuando ni siquiera se pensaba en el Comandante Chávez en el poder, y menos Nicolás Maduro, quien se encontraba en una barriada caraqueña sembrando consciencia para tratar de sacar al país del atolladero, en el cual lo metieron los años de gobiernos de (AD y COPEY) los representantes del pacto de Punto fijo.
Es tanta la similitud entre estos personajes: Germán Sánchez y Henry Ford– guardando las distancias– que en estos momentos, cuando las contradicciones se agudizan, y de encontrarse frente a frente, se hubieran dado las manos con gran camaradería, porque uno ayudó en la competencia de los precios, lo que llaman (oferta y demanda) y de paso les llevaba la compra a la puerta de su vivienda por lo escaso y difícil del transporte (Reparto a domicilio); mientras el otro desarrollo ese gran emporio automotriz, cuya marca se mueve en el mundo haciendo estragos en medio de la soga que cada día aprietan más, como es el dólar; porque los gringos se resisten a construir vehículos sencillos y de bajo consumo de combustible, lo de ellos es fabricar sin importarles a quienes van a embaucar y por eso en estos momentos encontramos tantas personas, como se dice "embarcadas" con lujosas camionetas sin poderlas mover por la escasez de gasolina, que ellos contribuyeron a crear, y por la otra lo caro de los repuestos, que valen una fortuna en dólares; ¿Tenía o no, razón Henry Ford en construir vehículos de bajo costo?
El salvajismo del capitalismo, se profundiza cada día haciendo estragos en el mismo Estados Unidos, sin poderlo ocultar, y en algunos casos han pasado a la ridiculez, como el que están viviendo en estos momentos con las elecciones, con un Presidente derrotado en su aspiración de reelección, y la única justificación, es cantar fraude, mientras quieren dar clase de moralidad y honestidad, cuando buscan presionar a gobiernos de países, que no se les rinden a sus pies; por el otro lado se están presentando las colas de vehículos de familias buscando ayuda de víveres por parte del gobierno; y la otra, no se que respuesta pueden dar los empresarios antes el siguiente pensamiento de Henry Ford, tanto allá, como aquí: "Hay una regla para el industrial y es: haz la mejor calidad de productos posible al menor costo posible, pagando los salarios más altos posible" pero el estado venezolano tiene, que pensar seriamente en este planteamiento, porque el dólar se viene comiendo todo a su paso y el común del pueblo indefenso.