1.- Postrecitos de Huevos Chimbos:
* Soy y seré revolucionario hasta que me quede la última gota de sangre chavista en el cuerpo, y en el consulado que represento en Milán, se atiende a los usuarios con todo fervor humanista, solidario, justo, democrático, porque de eso se trata la revolución; somos servidores públicos y como tal nos debemos al pueblo. Por eso le agradezco la llegada de 700 prórrogas para nuestros connacionales, al canciller bolivariano Jorge Arreaza, al embajador en Turquía, José Bracho; a la cónsul general de primera en Estambul, Lisseth Hernández; a la señora Eulalia Tabares, y a su equipo de trabajo, así como al personal de informática, porque yo asumo desde la misión que represento y desde donde esté, como diplomático, como revolucionario, el problema de cualquiera de mis compatriotas. No me importa del tamaño que sean, el día que sea, a la hora que sea; para eso está un revolucionario chavista.
* Creo que las personas que están en un cargo público del Gobierno bolivariano en Venezuela o en el exterior, y no quieren trabajar por y para la gente, no les sale del alma laborar para este proceso, no les gusta estampar una firma, leer un documento o atender un celular, debe abandonar su cargo. Ese funcionario, sencillamente, es de Guaidó. Y si es de Guaidó, no hace nada en un puesto de la revolución, ese funcionario se puede ir a Colombia a vivir de lo que se roban en Monómeros, como hacen Julio Borges, Tomás Guanipa, o servir de títere de Iván Duque, para los golpes de estado y los intentos de asesinatos contra el presidente Nicolás Maduro.
* La manida táctica de huir hacia adelante. El subpresidente de Colombia, Iván Duque, anunció la creación de un comando élite para combatir el narcotráfico y los grupos irregulares que, según su administración, se encuentran en Venezuela. Si ese hampón de verdad quisiera apresar a los paramilitares, narcotraficantes y bandoleros en su país, extendiera los brazos y entrelazara las manos, para que le coloquen las esposas, porque él es el mafioso más grande de Colombia después del capo Uribe Vélez. Y luego que sigan con el resto de bandidos del Palacio de Nariño.
* El comisario llorón, Iván Simonovis, aplaudió la creación de una fuerza élite colombiana, para combatir las mafias en nuestro país. Otro sin el psicópata Donald Trump, otro sin trabajo, del que no tengo dudas, intenta sobrevivir buscando pegarse al negocio del narcotráfico de Iván Duque y el Cartel de la DEA, que son los que mueven el negocio de la droga en el mundo.
* Dicen que el ladrón Juan Pablo Guanipa quiere ser candidato a la Gobernación del Zulia, creo que ni su familia votaría por él, de todas maneras, hay que ver si quiere otro restaurant “T con T”, porque esa siempre ha sido su estrategia en Maracaibo; se lanza como candidato a la Alcaldía, hace una fuerte campaña, y después se la negocia al exconvicto Manuel Rosales, para construir uno de esos negocios. Por eso lo llaman “Vende Campaña”.
* La sacó del parque el diputado Diosdado Cabello cuando dijo que el Psuv debe lanzar una ofensiva más contundente contra la corrupción, al referirse a esos funcionarios que llegan a un sitio con cuatro o cinco escoltas en camionetas nuevas, y al cambio social que dan cuando asumen un cargo… Sobre ese tipo de situación escuché a la gente criticar que al pueblo siempre se le pidió austeridad, pero nunca se vio, por ejemplo, a un alto funcionario en un vehículo iraní de esos que otorgaba el Gobierno, ellos andaban en camionetas que parecían naves espaciales.
* Cabello agregó: “al que le gusta presumir de escoltas, para que sepan que es jefe, seguramente también le gusta el dinero (…) Nosotros estamos obligados a detectar esos casos, denunciarlos, porque esa es una de las formas en que nuestro pueblo va a seguir confiando en nosotros, si nos hacemos los sordos, ni vemos nada, va a terminar metiéndonos en el mismo paquete de los adecos y los copeyanos” ... Y pensar que Chávez decía que si él fuera gobernador o alcalde, anduviera en bicicleta en las comunidades. Creo que ninguno tomó el consejo. Lo peor es que esos funcionarios que fingen ser rojos rojitos, hablan y parecieran que son más chavistas que Chávez.
2. La corrupción de Gas Comunal… Así es que se ataca la corrupción, eso se debe hacer en todos los estados y municipios donde vendan gas, porque eso es lo que el pueblo quiere, lo que agradece; de allí los aplausos cuando el fiscal general de la República, Tarek William Saab, informó del caso de Gas Comunal y anunció la detención de Jacob Grey, presidente del organismo, así como de los gerentes, Yohandry José Guevara Álvarez, de la planta Charallave; Oriana Alejandra Betancourt Corales, de la planta Apacuana y Eder Alexis Dugarte, de la planta El Tambor, por cobrar comisiones ilegales en dólares por el llenado de bombonas. Y lo más plausible es que cayeron los cogollos, porque otra cuestión que deja muchos sinsabores es que, generalmente, en esos hechos caen los últimos de la cadena delictiva…Ese tipo de corrupción es similar a los que denuncia la gente sobre la venta y reventa de los productos básicos, de los artículos de las cajas Clap. A la doble cola en las gasolineras, una VIP de usuarios con plata para sobornar policías, militares, operadores de surtidores, y otra de clientes que a duras penas tienen con qué pagar el combustible. Ahora, hay otro tipo de corrupción que causa tanto o más daño, como es la de ejecutivos, presidentes, gerentes de empresas e instituciones del estado que, apostando a la defenestración del proceso, desde sus oficinas, hacen una labor en perjuicio de la revolución, porque son antichavistas, odian al Gobierno bolivariano, todo lo que huela al Comandante Eterno, y eso debe ser revisado. Son opositores, enemigos políticos y en algunos casos personales. Esperemos que las averiguaciones del Ministerio Público lleguen a ese tipo de traidores. O la Asamblea Nacional constituya o incluya en una de sus comisiones, investigar a los infiltrados que han hecho un daño inmenso a la gestión bolivariana desde Chávez.
3.- Otro capítulo para la serie Guaidó con Iris Varela… Reitero lo que digo cada vez que escribo un capítulo de lo que pudiera ser una serie televisiva del delincuente Juan Guaidó, como han hecho los colombianos con el fallecido capo Pablo Escobar Gaviria y con el narcoparaco, Alvaro Uribe Vélez. Propuesta que extiendo al ministro para la Cultura, Ernesto Villegas. Sería un gran proyecto que registraría en la historia patria el prontuario criminal de Guaidó y su banda de ladrones. Ahora me viene a la mente un capítulo así: El Rastrojo caminando a la expectativa, mirando hacia todos lados, como sintiendo que le pisan los talones, nervioso; tomado de la mano de Fabiana Rosales, la Primera Rastrojo de Venezuela.
- ¡Ay esposito!, tengo hambre, vamos a un fast food, me muero por un hot dog o un whopper…
- ¡Que fast food, vamos al “Tropi Moscas” de la esquina…!
- ¡¿Tropi Moscas?!, reaccionó Fabiana y, después que cayó en cuenta de que Guaidó le reprochaba su recauchutado y estúpido sifrinismo, le replicó lacerante: Si te digo que vamos a comer donde “Mc Trump” o tajadas de plátanos en “Maduro Express”, te arrechas. Y en efecto a Guaidó se le desencajó el rostro cuando ella le respondió también con ironía; sin embargo, ambos siguieron juntos, eso sí, en silencio, sin pronunciar palabra hasta que llegaron al quiosco de comida rápida.
- Que desean los señores –dijo el vendedor atento.
- Me da un perro caliente –pidió la Primera Rastrojo- Me le pone bastante salsa-. Guaidó seguía inquieto mirando hacia todos lados. El vendedor enseguida preparó el perro caliente de Fabiana Rosales.
-Mi amor, y tú no vas a ordenar? - dijo ella.
-Sí, deme una hamburguesa con todo, señor, por favor, dijo él.
-Con todo no, sin salsa. Si además de los sustos y el estrés que estás pasando le pones salsa a la comida, te explota la cara –advirtió La Primera Rastrojo-. Guaidó no dijo nada, pero la cruzó con una mirada que parecía un latigazo en llamas.
Fabiana Rosales bajó la cabeza y saboreando el pan se olvidó de sus alrededores, del mundo entero, mientras una señora llegaba en una camioneta con los vidrios ahumados, estacionó algo distante del quiosco, bajó con su cartera apretujada contra el pecho, y avanzó hacia el puesto de comida.
-Buenas tardes –dijo- pero la Primera Rastrojo con la boca desbordante y chorreando salsa ni siquiera levantó la cabeza. El vendedor se volteó con la hamburguesa de Guaidó lista.
-Buenas tardes, señora -le dijo a la comensal que iba llegando-. ¿Y el señor? –preguntó entonces a la Primera Rastrojo al no ver a Guaidó. Ahí fue que Fabiana alzó la mirada y se percató de que su marido no estaba con ella-. ¡Juan!, llamó sin levantar mucho la voz.
-Deme dos hamburguesas para llevar, por favor - dijo la señora que recién llegaba.
- ¿Que se habrá hecho Juan? ¡Dios mío!, se lamentó Fabiana Rosales.
-Yo cuando bajé de mi camioneta vi que de aquí salió corriendo un joven tan duro, que parecía que lo iba a estrangular su propia corbata- dijo la cliente que pidió las dos hamburguesas.
- ¡¿Corriendo?!, se extrañó Fabiana Rosales-. ¿Cómo era?
-Un flaco alto de camisa blanca manga larga y corbata azul.
- ¿Que le pasaría a Juan, ¡Dios!?, pensó para sus adentros Fabiana. La señora pagó sus dos hamburguesas y se marchó. Fabiana abrió su cartera desconcertada para cancelar cuando el vendedor dijo: “¿Y aquel que viene allá no es su marido?” La Primera Rastrojo buscó con la mirada y, en efecto, era Guaidó
El Rastrojo avanzaba con la camisa empapada adherida a su cuerpo y, aún lejos, preguntó casi en posición de maratonista con la voz sacudida por sus mandíbulas trepidantes: - ¿Ya se fue Iris Varela?
- ¡¿Qué Iris Varela?!
- ¡Iris Varela, la señora que llegó en la camioneta!
- ¡Esa no era Iris! -le gritó Fabiana- y Guaidó al escucharla se desvaneció sobre sus rodillas con un temblor que le estremecía los huesos en su cuerpo helado. Fabiana, al verlo, acudió a él y levantándolo, le decía intentando calmarlo: tranquilito, sí, no te asustes, esa señora no era Iris, vamos, tranquilito, que no te va a pasar nada…Estás frío, te va a dar algo, Juan, ¡por Dios! Tampoco te pongas así, esa señora no está por aquí…Ni que fuera el Sebin.
-Yo le tengo más miedo a Iris Varela con las esposas que al Sebin y al Faes juntos –dijo Guaidó aun de rodillas, buscando refugio entre las piernas de su esposa Fabiana, que sacaba fuerzas de su cuerpo frágil, intentando levantarlo en peso –como la mamá consentidora que no se da cuenta que ya su hijo pequeño ha crecido-, para llevárselo a su casa en brazos.