Corrupción en Pdvsa, pequeñas historias de antaño. Hablando sólo de migajas

Sábado, 27/02/2021 01:59 PM

Se dice que a partir de las pequeñas historias se construyen las grandes, si el escritor, antes de contarlas descubre la relación que hay entre ellas. Un conjunto de estas, insignificantes, individualmente consideradas, pudieran tener una connotación distinta si se establece la correlación, el enlace, que es inherente; no sólo desde el punto de vista cuantitativo, sino lo que pudiera revelar cualitativamente hablando y acerca de lo que pudiera haber al más alto nivel. Esta historia, pequeña, casi personal, que permite al lector construir a partir de ella, una grande, de esas que los expertos y numerólogos cuentan en altas cifras de dólares, pero resultan poco amenas. Es como un pequeño síntoma, casi marginal, que avisa de una cruenta enfermedad. Pues también por las sobras, las migajas, se valora el banquete.

Las distintas aventuras y "hazañas" de El Quijote, son un conjunto de historias que hablan de una época, cultura y concepciones de un largo período de la historia y de sociedad de su tiempo. En "Cien años de soledad", hallaremos lo mismo, porque la vida de Ùrsula Iguarán y de todos los Aureliano, cuentan la historia de Colombia y, si se quiere, la de América Latina. "Llueve sobre Macondo, "La hojarasca", son pequeñas historias contadas anteriormente que forman parte de la gran novela del Gabo. Y así mismo es "Doña Bárbara", "hombres de maíz" y hasta "Los pasos perdidos".

Por eso contaré esta, llamémosla también pequeña historia que no es sino una conocida por mí, como solemos decir en lenguaje coloquial "en vivo y en directo", que sumada a las tantas que la gente, incluyendo al lector, conoce, hablarían de una gran historia y, sobre todo, sugieren lo que pudiera haber sucedido allá arriba, cómo sería el festín, por aquello de si así eran las migajas, si eso es lo que llegaba abajo por goteo. Los acuciosos, investigadores, periodistas bien informados, han hablado de enormes negocios y corruptelas a lo largo de toda la historia de la economía petrolera venezolana; en este caso, hablaré de cosas que pudieran ser insignificantes, pero muy alusivas, apenas del ñemeo que mucho sugiere y de lo que la gente poco habla, porque parecen intrascendentes, olvidando que, como dije antes, detrás de una o unas pequeñas historias, pero que se repiten aquí y allá, algo que forma parte del paisaje, suele haber una trascendente y hasta descomunal.

Mi amigo, por su experiencia, de haber trabajado de muy joven en la industria petrolera gringa, de la cual salió, no recuerdo exactamente por qué motivo, valiéndose de una relación familiar, logró incorporarse a la naciente nacional representada en aquella que se llamó CVP o Corporación Venezolana del Petróleo y de allí pasó a PDVSA, apenas nació esta empresa, como resultado de la nacionalización en 1975. No fue necesario mérito académico alguno, lo que habla también suficientemente a quien esto lea.

En la ciudad donde vivía y por las ventajas que la industria daba a sus llamados "empleados de confianza", mi amigo pudo comprarse primero una casa en una urbanización de esas de trabajadores de cierto nivel o de sectores de la clase media de la de "abajo todavía" y prontamente un apartamento de "mayor jerarquía". Es decir, obtuvo ambos beneficios, dos viviendas, en un plazo relativamente corto y sin costo alguno para él; sólo manteniéndose en su condición de "empleado de confianza". Tómese en cuenta que se trata de una empresa del Estado.

Lo primero, por lo que seguiré contando, es que esos beneficios, por confianza, de lo que usted no hallará ninguna explicación, salvo que fue una copia de la industria gringa para darle un trato especial a los norteamericanos que se traía a nuestro territorio lleno de plagas, paludismo, tifus, sarampión, calor y al mismo tiempo usarles como "esquiroles", frente a la buena cantidad de trabajadores criollos sometidos a una brutal explotación. Así nacieron, por ejemplo, para no extendernos, "el campo americano", donde vivían los gringos y, primero, la ranchería, después "el campo obrero".

Volviendo a mi amigo, una vez en PDVSA, teniendo las dos viviendas otorgadas por la empresa, dada su condición de "empleado de confianza", de las cuales ya hemos hablado, le trasladan a un nuevo cargo en una ciudad cercana a la de donde vivía, donde hay un campo petrolero. Al llegar a su nuevo destino, no habiendo espacio en lo que ya no se llamaba "campo americano", sino de "empleados de confianza", le asignaron, mientras tanto, una casa en la ciudad que la compañía tenía alquilada, con unas cuantas más para esos fines. Lo que era otro negocio.

Y eso hacen. Porque mi amigo, pese la cercanía entre una ciudad y otra, apenas unos 45 minutos de carretera, optó por trasladarse a su nuevo destino, no sabía hasta cuándo y teniendo hijos pequeños, con toda la familia, que, por cierto, era relativamente grande.

En aquella vivienda todo era de gratis. Luz, agua, teléfono, aún para llamadas internacionales. Con respecto a la comida y demás servicios, la familia hacía una lista semanal de todo lo que requería, pedido que le era entregado sin costo alguno.

Estando de visita en aquella casa, invitado por mi amigo para compartir su bienestar por unos días, escuché a su esposa quejarse que, el baño de una de las habitaciones de los niños "se había descompuesto"; esa fue la expresión usada para el diagnóstico. Por mi propia iniciativa entré al baño y constaté que la cadenita que une la tapa del bajante al gancho del tanque no estaba. Metí las manos buscándola, no la hallé. Entonces pedí a la esposa de mi amigo me buscase una cadenita parecida o un pedazo de cordel o nylon para corregir la falla, pero recibí como respuestas, por supuesto de manera muy cordial y amigable:

- "Tranquilo, no te des mala vida, que llamé a mantenimiento y ya vienen a resolver ese asunto".

Era sábado y mi amigo estaba libre, por lo que nos disponíamos a preparar un sancocho de pecado y el resto del festejo.

En esto, llegó una camioneta con varios hombres abordo, me llamó la atención tanto movimiento para una cosa por demás insignificante. Vi como desprendieron toda la poceta, instalaron una nueva, habiendo hecho lo concerniente al caso, hasta los trabajos de plomería y albañilería y se llevaron el equipo desinstalado que sin duda era nuevo. Sólo bastaba quitarle alguna que otra mancha, incluyendo los vestigios de haber sido instalado antes, para que siguiese siendo nuevo. Este servicio, como el de los alimentos y otros artículos de consumo en la casa, eran prestados por empresas privadas, distintas a PDVSA.

A mi amigo, unos meses después, le volvieron a trasladar a la ciudad de antes, donde tenía las dos viviendas de las cuales hablamos arriba. Las que visitaba los fines de semana. Al trasladarle, todos los muebles y cuanta cosa tuvieron en la ciudad donde había estado, los metieron en dos grandes conteiner, de una empresa privada, se los llevaron a su nuevo destino y allí los dejaron en un enorme depósito bajo 7 llaves. A él, su esposa e hijos, con sus asuntos personales, alojaron en un lujoso apartamento, de uno de los edificios de una urbanización privada alquilada por PDVSA para esos fines. No le preguntaron nada; como si quería volver a su casa o apartamento, porque eso lo había decidido "la empresa". Por supuesto, aquella solución le convenía. No tenía dónde meter aquel "corotero", porque sus viviendas estaban llenas de lo mismo y estando en aquel apartamento gozaría de las mismas ventajas que disfrutó en la casa donde antes estuvo.

Largos meses estuvo en aquella situación, con el agregado que, el servicio de adentro de la nueva vivienda, corría por cuenta de la empresa petrolera y prestado por una privada, hasta cuando quienes aquello inventaron pudieron soportar, justificar y mejor mantener. Hasta que, al fin, volvió a una de sus cómodas viviendas. Un año después de esto, le devolvieron sus corotos que estuvieron todo ese tiempo guardados en los dos conteiner y depósito de empresa privada.

A todas estas, el lector ya debe haber imaginado toda la trama de corrupción que en eso había. No voy a contarla porque sería restarle el único interés que esta historia tiene. Sólo repetiré que PDVSA, no prestaba directamente ninguno de los servicios en ese extraño, casi kafkiano "proceso", que prestaron a mi amigo, sino los contrataba a particulares. Y, estos "particulares", no lo eran tanto porque, en ella entraban los de adentro. Pero esa pequeña cosa, la envuelta en esta historia, que habla de la corrupción de los "pequeños", en la que mi amigo sólo era un objeto, la que todo el mundo observa, pero nadie le para o a nadie llama la atención por parecer insignificante, como las migas que caen de una mesa enorme con un exquisito y abundante banquete, habla a gritos, como sugiere, de la enorme corrupción de más arriba. La corrupción de PDVSA, no es de ahora, ni de ayer, es una cosa cebada que viene desde lejos. Por eso, hay que ser acucioso y estricto, como para no permitir que, los corruptos de antaño, ahora se rasguen las vestiduras e intenten pasar como inocentes.

Y no conté, será otro día, la anécdota de "Los Rojos", una brigada gringa encargada de apagar pozos incendiados que traían desde EEUU a un costo altísimo, pudiéndolo hacerlo con personal de PDVSA sin pagar nada. Estas son miserias, entradas, pero como preludio de una obra "grandiosa".

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