Por eso me desperté tan triste hoy

Domingo, 21/03/2021 11:24 PM

Hace cinco días --- entre sentirme mejor y sentirme mal debido a otro grave ataque de mi enfermedad que casi me mató otra vez --- he estado escribiendo un artículo, muy complicado, pero esta mañana, me desperté con otra cosa en mi cabeza (en vez del artículo).

Me desperté con una tristeza marcada, pensando …

Cuando primero llegué a Venezuela en los años 1970, me vine desde Canadá a trabajar con los curas como misionero porque quería ser cura, no para predicar La Palabra, no, sino para HACER cosas --- no solo hablar --- cosas que representarían La Palabra y que así contribuyeran al mejoramiento de la condición de los más desposeídos de la sociedad. Esa era mi meta aunque entonces era, y sigo siendo, ateo, o sea, no creo en ningún dios único, sin embargo, sí creo en La Palabra de Cristo y más que nada creo en sus ACCIONES. Por eso me gusta Cristo, porque él no solo hablaba, sino que también actuaba, y siempre actuaba en base a La Palabra, no como tantos otros seres humanos, especialmente políticos, quienes dicen una cosa y hacen otra.

En ese sentido soy como Chávez, poco me interesan las palabras, especialmente cuando salen de las bocas de personas con tendencias políticas. Lo que más me interesa, son las acciones, y en particular las acciones que beneficien a los más débiles de nuestra cruel, desalmada, y decrepita sociedad capitalista salvaje donde el más fuerte, el más malo, y el más vivo son los que reinan.

Bueno.

Finalmente, no me quedé en Venezuela porque los curas me botaron.

No me botaron porque me gustaban demasiado las mujeres, aunque fuera así, sino porque no quise participar en la tremenda corrupción que existía y seguramente sigue existiendo dentro de la estructura de la iglesia católica, no solo aquí en Venezuela, sino probablemente a nivel mundial.

Había pensado, erróneamente, que de ser cura hubiera abierto las puertas a una vida sana, moralmente, en el sentido de tomar en cuenta como principio fundamental el bienestar de los que más sufren, como lo hizo Cristo, pero eso no fue así, más bien la idea de la iglesia católica era --- y sigue siendo --- de perpetuar el sufrimiento para así poder prometer una recompensa (el cielo) si uno se porta bien en esta vida, sobre este planeta, pero siempre dentro de su propio sufrimiento. Bueno, mientras esta mórbida idea se promulgaba y sigue siendo promulgada por la iglesia católica, y mientras los pobres siguen siendo pobres, los curas --- con quienes yo trabajaba --- siguen gastando dinerales comiendo en los mejores restaurantes de Las Mercedes en compañía de los directores del CEV, los ministros del gobierno, los directores de Fedecamaras, los dueños de bancos, grandes empresarios, y diplomáticos.

Sí señor.

Así es, así fue.

Es cuando conocí personalmente a Carlos Andrés Pérez (CAP) en su casa --- una tremenda quinta --- en Prados del Este durante un vernissage, una inauguración de una exposición de arte. Yo ni sabía quien era CAP y él me preguntó qué pensaba de un cuadro que me interesaba, y le di mi opinión, así, como si él fuera otro artista, y él tipo se puso súper rojo, como que quería matarme, y de repente llegaron dos "gorilas" (supe después que eran guardaespaldas) y me escoltaron hasta afuera, y les pregunté, ¿Por qué?, y me dijeron, ¿No sabes quién es ese señor?, y les respondí que no, y me dijeron que ese tipo era CAP, el presidente de Venezuela, y que él era un asesino, una persona muy mala que mandaba a asesinar a cualquier persona que le ofendiera o que se metiera en su camino, entonces, sonriendo, les di las gracias, y me fui, rápidamente y alegremente.

No quise morir esa misma noche.

Bueno.

Los curas me botaron porque yo hablaba demasiado en contra de sus excesos y abusos de poder, porque hablaba en contra de su tremenda corrupción, y en contra de ese comportamiento de prepotentes típico de las clases dominantes venezolanas --- pero peor todavía lo hacían como representantes de Dios --- mientras los pobres, entre ellos niños, se morían en mis brazos en Santa Cruz del Este y en Barlovento por falta de buena alimentación y medicamentos.

Sí señor, se morían en mis brazos.

Eso fue entonces, hace unos 50 años.

A partir de entonces, salí de Venezuela con la intención de ver el mundo y de ver cómo iba a aplicar mi misión --- eso es lo que hago hoy aquí a través de Aporrea, gracias Aporrea, muy agradecido ---, de cómo aplicar esta misión al mundo decrépito capitalista en el cual vivimos, y eso es básicamente lo que he estado haciendo desde entonces, y con mi esposa, ella más que yo ya que ella es más buena que yo (a mí degusta "demasiado" la cerveza y el vino). Ella se ha ocupado de muchísimas personas durante toda su vida (ella no toma), y sigue haciéndolo todos los días de su vida, por ejemplo, hoy le mandó más dinero a varias familias necesitadas aquí en Venezuela.

En caso que se pregunten, conocí a mi esposa cuando ella también estaba trabajando como misionera aquí en Venezuela para ser monja, y nos enamoramos, bueno, yo me enamoré, porque básicamente --- aparte de la gran atracción física --- los dos éramos y somos iguales, no nos gusta la habladera, nos gusta la ACCIÓN, así como Cristo, así como Chávez, aunque ella no sea Chavista (ella no sigue a nadie excepto a Dios y a sus propios instintos).

Bueno.

En aquel entonces tuve la posibilidad de quedarme en Venezuela, pero decidí de irme porque quería ver el resto del mundo para poder así mejor comparar con el resto del mundo lo que veía entonces aquí en Venezuela, cosas como la masiva corrupción dentro del aparato Estatal, la muy destructiva viveza criolla, la deshonestidad generalizada, la delincuencia generalizada, los abusos de poder del Estado en general, la tremenda diferencia entre los pocos ricos y la enorme mayoría pobre, la tremenda arrogancia y prepotencia de las clases media y media altas, etc., y lo hice, fui a 33 otros países. Me demoré más de 35 años, pero lo hice, siempre trabajando mientras viajaba, y jamás de vacaciones ni nada al estilo excepto dos veces, cada vez por dos semanas, una vez en Canadá en PEI, la Isla del Príncipe Eduardo, y otra vez con mi hijo, en Venezuela viajando unos 2.000 kilómetros en dos semanas (tengo un hijo de madre inglesa y una hija de madre francesa, sí señor).

Bueno.

Esta mañana, me desperté con esa tristeza con la cual me despertaba casi todos los días en los años 1970, hace unos 50 años cuando trabajaba como misionero sabiendo que cada día iba a encontrarme con un montón de corruptos abusadores prepotentes y ricachones y sus imitadores que tenían el acceso a todo, y que ese mismo día también iba a pasar tiempo con los más desposeídos de Venezuela viéndolos sufrir innecesariamente debido a un Estado y a una sociedad decrépita … mientras mis jefes de entonces, los curas representantes de Dios, almorzaban en Las Mercedes con algún político o empresario a quien no le importaba un carrizo el bienestar de los demás. Era como que almorzaban con el Diablo y pensaban que por estar en Las Mercedes, Dios no los vería, o algo así.

Hoy me desperté así …

Igual como cuando CAP y sus pandillas de tremendos desalmados reinaban.

Sentí esta mañana como si estuviera despertando otra vez en los años 1970, sabiendo que hoy iba a ser otro día igual, donde --- hoy aquí en Venezuela --- iba a ver:

- a un vecino llegar a su gran casa (una quinta) con alimentos robados del Mercal, debido a sus contactos con funcionarios corruptos del Estado

- a otro vecino llegando a su casa con cacao robado del puerto, también debido a sus contactos con funcionarios corruptos del Estado

- a una vecina llegando a su casa con medicamentos robados del hospital donde ella trabaja, para revenderlos

- iba a ver, otra vez, ese mismo carro nuevo de lujo de algún funcionario corrupto o tal vez un narcotraficante --- no estoy seguro --- llegar a la casa de otro vecino

- pero también iba a ver a los niños pobres tocar la puerta de la casa de mi esposa a pedir comida

- iba a ver a otro vecino, muy pobre, con su esposa e hijo, la esposa parcialmente discapacitada, vendiendo cloro de casa en casa, caminando los cerros todos los días en este sol ardiente del estado La Guaira, pidiendo comida en intercambio.

Este mismo día, al despertar, también sé que si mi esposa va al pueblo hoy a comprar comida, ella regresará otra vez para contarme --- con esa tremenda tristeza --- lo que habría visto hoy.

Esa tremenda desigualdad social, la masiva corrupción, los abusos por parte de los comerciantes, la policía, y los funcionarios del Estado en general, el descuido, la indolencia, la apatía, la suciedad, las familias pobres pidiendo comida en la calle esperando fuera de las panaderías mientras los ricos y corruptos andan en sus Hummers y estacionan donde les de la gana, atravesados, descaradamente, allí frente a los pobres, saliendo de un almacén con cosas que un pobre, la mayoría, jamás podría comprarse a menos de robarlo, así como ellos los ricos y corruptos los hacen con sus miles de bajas excusas … igual como en los años 1970.

Igual como hace 50 años atrás.

Cada vez que mi esposa sale de compras, le compra comida a algunas personas pobres que andan por allí deambulando, como perdidas, sin esperanza, sin Chávez, aquí en esta decrépita y cruel sociedad que ha dejado morir todas las cosas que Chávez había construido, moralmente y físicamente.

Es muy triste.

Hoy existen dos Venezuelas, exactamente como antes, como cuando CAP reinaba, igualito, hay un pequeño mundo blanco, rico, y básicamente corrupto y violento, y un inmenso mundo "indio," pobre, y básicamente inocente y dócil.

Sí señor.

Así es, o por lo menos, así lo veo.

Saben, entre los años 2006 y 2010, debido principalmente al hecho de que no podía más vivir en los países fríos (por mi salud), pensé en mudarme --- para pasar el resto de mi vida allí --- sea a India, o a Arabia Saudita, o a Venezuela, tenía básicamente 3 opciones, tres países que me gustan mucho. Habiendo conocido Venezuela anteriormente, Venezuela, aunque adoro Venezuela, no hubiera sido mi primera opción hasta que apareció Chávez porque tradicionalmente, de los tres países, Venezuela siempre ha sido un país moralmente corrupto en comparación con India y Arabia Saudita, sin embargo, debido a Chávez, elegí a Venezuela.

Me mudé aquí a Venezuela de manera permanente en el 2010, pensando --- muy equivocadamente --- que aun si Chávez muriera, nuestra sociedad hubiera aprendido algo de él (y de Cristo), pero ese no ha sido el caso, por nada.

El día que Chávez murió, todo empezó a ser olvidado, manipulado, y enterrado, no solo por nuestra sociedad en general, sino por el mismo Estado que hoy dice ser seguidor de los principios de Chávez (¡sic!).

Hoy estamos iguales o peores que durante los años de CAP de hace 50 años.

Sí señor.

Por eso me desperté tan triste hoy.

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