Diario de una Cuarentena: Capítulo Doscientos Ochenta y Uno

Atención Gustavo Vizcaíno, Director General del SAIME

Jueves, 04/11/2021 01:45 PM

A 598 días del inicio de la contingencia en la República Bolivariana de Venezuela producto de la pandemia global de la Covid 19, en la culminación de la semana 86 de la misma, quiero permitirme hacer un llamado de atención con respecto a una situación que creo debe ser estudiada, evaluada y explicada porque en medio de una difícil situación que se ha vivido con este tema del coronavirus a nivel mundial, creo que en estos momentos debemos ser muy empáticos.

Tengo una buena amiga que se ha definido como feminista radical. En esta oportunidad usaré el nombre ficticio de Patricia Bernal, para proteger su nombre real, quien producto de un viaje que debe realizar al exterior en diciembre, debió hacer un trámite con respecto a su pasaporte, y me contó una situación que creo debe ser objeto de una profunda revisión.

Me comentaba mi amiga Patricia, que al llegar la oficina del SAIME donde haría el trámite que le correspondía, el funcionario no iba a dejarla entrar para realizar el trámite al que tiene derecho, debido a la blusa que cargaba puesta. El hombre se limitaba a que simplemente "no puede entrar así". Es decir, las personas del sexo femenino para el trámite del pasaporte obligatoriamente deben ir a sus oficinas con mangas.

La única manera que pudo está estimada mujer que pudo acceder a estas oficinas del SAIME y realizar el trámite que tenía previsto fue permitir que el funcionario o funcionarios le colocarán una chaqueta de blue jeans horrible, eso sin contar los maltratos y abusos que tuvo que aguantar para poder cumplir con su objetivo de obtener el pasaporte, que de paso tarda 21 días hábiles para su entrega, además de lo costoso, entiendo porque el material cuesta y el tema del bloqueo encarece hasta el triple este tipo de insumos.

De igual manera, a la amiga objeto de este relato no conforme con lo que le ha tocado vivir de esta experiencia amarga, también le exigieron que debía quitarse los zarcillos. Todo un tema.

Según cuando le pregunté a mi amiga el por qué de esa actitud de los funcionarios del SAIME, me señaló que los mismos le señalaron que es producto de una "reglamentación internacional", la cual tanto ella como yo estamos buscando a ver qué tan cierto es eso que estos funcionarios señalaron

Lo cierto del caso es que quiero aprovechar esta oportunidad en mi columna para hacer la siguiente reflexión y crítica.

En Venezuela nos hemos jactado de ser un país de avanzada en materia de Derechos Humanos, y eso a mi juicio no es falso. Durante la época del comandante Chávez, avanzamos en todo un conjunto de conquistas sociales y en una legislación donde diferentes sectores que fueron durante décadas invisibilizados ahora no sólo son visibles, sino sujetos, y sujetas de Derechos, ahí están los ejemplos de las personas con discapacidad, las mujeres y los niños, niñas y adolescentes por sólo citar tres ejemplos en concreto.

Llama poderosamente la atención de que, en un país tropical, que esto indudablemente incide hasta en la forma de vestir y no en una estética que a veces obedece al sistema de dominación imperante o incluso al sistema patriarcal aún imperante, con una legislación en materia de protección a la mujer y a garantizarles a vivir en un mundo libre de violencia, este tipo de prácticas y de maltratos se sigan suscitando.

Desde mi modesto punto de vista, si fuese cierta lo que el funcionario del SAIME alegó de la existencia de algún tipo de reglamentación internacional a la que Venezuela esté sujeta y que amerite que las mujeres deben vestirse de cierta y determinada manera, puesme preguntó: ¿por qué el funcionario o funcionarios no tuvieron toda la andragogía del caso para explicarle a la compañera esa razón, pero sobre todo y siendo empáticos con ella, buscarle una alternativa de solución a esta situación que no implicará la humillación de su dignidad como mujer?. Y acá no vale el argumento de que "es muy difícil trabajar con público", porque apelo a lo que el propio Hugo Chávez decía, de que a la gente hay que atenderla y tratarla con amor.

Y sobre todo en estos tiempos particularmente complejos, donde pareciera que aflorara siempre lo peor de nosotros y de nosotras.

Quien esto escribe, como muchos y muchas de los que leen lo saben, no sólo soy de profesión abogado, sino que además soy activista en el tema de los Derechos Humanos. No en balde, el Consejo Nacional Bolivariano de Derechos Humanos ha confiado en este servidor para fungir como su vicepresidente, y en el año 2016 participamos en la Consulta Nacional para el diseño del primer Plan Nacional de Derechos Humanos aplicado en el país. Y este tema, a propósito de la reciente visita del Fiscal Karim Khan durante tres días a Venezuela, ha salido a la palestra, y del que espero poder referirme en próximas entregas, nos confirma que, en muchos ámbitos del tema de Derechos Humanos, tenemos aún muchísimo por hacer y mejorar.

Precisamente por esa doble condición, tanto de abogado como de activista en el tema de Derechos Humanos, con esta situación bien particular y concreta es que quiero subrayar que el problema no es sólo de legislación sino de formación y cultura ante la falta de un funcionariado público de avanzada que atienda con empatía y amor a muchas personas. Esto es lo más importante que quiero insistir en estas líneas.

Si bien es cierto que el llamado de atención público que hago por esta vía es al compañero Gustavo Vizcaíno, Director Nacional del Servicio Autónomo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME) por esta situación que podría configurar un supuesto de violencia a una mujer, y en ese sentido se deberían tomar los correctivos correspondientes, también el llamado es extensivo al resto de los trabajadores y trabajadoras del SAIME, que sé que no les toca fácil, que hay muchos que son buenos y buenas y que sabrán comprender este mensaje que acá se les transmite.

Muy importante también la opinión que debería dar la actual Ministra del Poder Popular para la Mujer e Igualdad de Género, Margaud Godoy, en el sentido de garantizar realmente que las conquistas obtenidas por nuestras compañeras no se pierdan por la falta de seguimiento o por la naturalización de conductas patriarcales que podemos tomar con que "siempre las cosas han sido así".

Y por último al verdadero movimiento feminista, a realmente poder garantizar que este tipo de situaciones que aún imperan en la cotidianidad no sigan suscitándose. Es vital la Contraloría Social en estos momentos, no basta sólo con tener los instrumentos sino hagámoslo valer.

No en balde, la educación y el trabajo son los pilares sobre los cuales levantaremos la República Bolivariana de Venezuela que ha motorizado tanto Hugo Chávez y los libertadores de América.

Quiero culminar este escrito, con una reflexión que leí de un tema del vocalista de la agrupación Jarabe de Palo, Pau Donés, con la cual me identificó totalmente, y que me quiero permitir regalarles a todos, todas y todes los que puedan leer esta edición de esta columna:

"Estamos acostumbrados a ser escuchados que a no escuchar. Nos gusta mucho pedir y recibir, que mucho más que da, y rara es la vez que damos sin esperar nada a cambio. Lo que me ha pasado últimamente es todo lo contrario, he recibido mucho sin pedir ni esperar nada. Cosas buenas, muy buenas: cariño, afecto, respeto, amor, de gente a la que conocía y de gente a la que no. Muchos eran, como dice mi amigo Mikel Erentxun, amigos desconocidos que con sus palabras de aliento me hicieron superar momentos difíciles. Gente supongo que de todo tipo (amigos desconocidos) que quisieron ayudarme y que precisamente por no conocernos, no esperaban nada de mí"

Definitivamente ojalá seamos un poco como este pensamiento, y como lo señaló el panita Alí: Que hagamos humana la humanidad…

¡Bolívar y Chávez Viven! ¡Y sus luchas y la patria que nos legaron siguen!

¡Independencia y Patria Socialista!

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