Una lágrima por Caracas

Sábado, 15/01/2022 02:56 PM

La ciudad de los techos rojos, así fue llamada por Enrique Bernardo Núñez en sus crónicas, para de alguna manera proyectar la imagen colonial de esta bella ciudad, vigilada desde lo alto, por el Cerro del Ávila, guardián de su otrora clima agradable y de la ciudad acogedora.

Alguien a quien no recuerdo en estos momentos, la llamó también, la Sucursal del Cielo, de alguna manera reflejaba con ese sentir, lo acogedora, lo limpia y arbolado que era su Valle, donde está anclada. Billos, también le dedicó versos y canciones, donde se recogía parte de sus tradiciones, su belleza natural, las flores de Galipán que desde allí enviaban su aroma al Valle. Sus techos rojos y personajes típicos de la capital como Isidoro y su Coche fueron cantados también por ese enamorado de Caracas.

Muchos más poetas y canciones incluso compositores extranjeros le dedicaron sus mejores inspiraciones a Caracas.

Pero la ciudad que impactaba a los que llegaban bien del extranjero, bien del interior del país, ha venido cambiando, lamentablemente y hay que reconocerlo no para bien.

Yo soy uno de los enamorados de Caracas y la he recorrido de punta punta, al igual que a su Cerro protector El Ávila, que la bordea. Desde mi época de estudiante, tomaba esos buses que aquí llamaban Circunvalaciones, para recorrerla varias veces a la semana.

La ciudad de hoy, se nos presenta muy descuidada, poco a poco se ha ido rancherizando. El urbanismo no planificado está alterando hasta su envidiable clima. Nuevos edificios y construcciones, con la misma red de servicios que tienen cientos de años, con lo que se perjudica a los que han disfrutado de estos servicios y no se les da el mismo con eficiencia a los nuevos pobladores. No se toman las previsiones para garantizar los Servicios Públicos indispensables, por el contrario se evidencia una gran ineficiencia en la administración de ellos (Luz, Agua, Teléfonos CANTV, Gas, Internet, Basura). Poblar por poblar no tiene sentido, sino, hay garantía de una calidad de vida.

Sus plazas tradicionales vienen siendo modificadas sin un sentido estético acorde con la misma tradición, se colocan esperpentos, como el de la Plaza el venezolano, donde colocaron una especie de torre, al lado de un reloj de sol colonial, de un gusto verdaderamente atroz.

Debo reconocer la iniciativa de rescatar algunas tradiciones culturas de la Caracas Colonial, que se observa en sólo en el centro de Caracas, así como la restauración de algunos sitios históricos, sólo también en el centro de Caracas. El Adorno en algunas de sus calles céntricas y la restauración del Paseo los Próceres (no así de las zonas aledañas). Estas pocas iniciativas han contado con el entusiasmo y la visita de transeúntes, pero fíjense lo negativo, para los visitantes, allí no existe un baño público para hacer sus necesidades y esto es grave porque muchos de los visitantes son niños, mujeres embarazadas y personas de tercera edad, que requieren obligatoriamente de esas instalaciones. En el centro, las calles adyacentes a la Plaza Bolívar, El Congreso de la República, los teatros restaurados y la Casa del Libertador Simón Bolívar, sirven de baños públicos, por carecer la zona de los mismos. Los negocios formalmente instalados con permisos respectivos, se niegan a prestar los baños incluso a los turistas. (Recuerdo que en Caracas, existía tiempo atrás una ordenanza que obligaba a facilitar esos baños y a mantenerlos pulcros).

Muchas veces oí al Presidente Hugo Chávez Frías hablar, de incentivar la vida cultural, recreacional, universitaria, e incluso se hablo del traslado de algunos Ministerios fuera de Caracas, como una manera de aliviar el aumento poblacional de la Capital e incentivar al interior del país en todas las áreas del quehacer cotidiano. Me pareció excelente idea. Pero no se en manos de quien cayó esta iniciativa, porque se ha hecho todo lo contrario.

Todo lo contrario ha sucedido, sí señor, cada día viene más gente a la capital nacionales y extranjeros, pero sobre ellos no existe ningún control, ninguna orientación para el respeto de nuestra tradiciones y cultura. Mucho menos, una canalización de su alojamiento. Los más van a parar a los ranchos (creando especie de guetos que enarbolan sus banderas nacionales). Poco a poco, con el descuido oficial, van tomando su pulmón natural (El Ávila), sin ninguna restricción, bajo el manto de la supuesta necesidad o disfrazados unos de agricultores y otros, no propiamente extranjeros necesitados, casas para turistear o restaurantes ¿Con el permiso de quién? Se vienen violando las cotas establecidas para preservar el Guaraira Repano, y lo que es más grave, hay funcionarios que estimulan este grave error. Pareciera que no hay ninguna Autoridad Ambiental ni de Guardería Ambiental de La Guardia Nacional y si existen, están pintadas en la pared.

Recientemente, un hecho por demás deplorable, convulsionó las Redes Sociales y se asomó cual punta de Iceberg, para alertar lo que está pasando en nuestra Caracas. Me refiero a la tala de los Sauces Llorones de la Plaza las Tres Gracias, donde se apersonaron algunos funcionarios, pero no sabemos si para engavetar la denuncia, porque hasta ahora no hay ninguna información oficial. Lo mismo está sucediendo con los arboles en los Chaguaramos y Santa Mónica, manos criminales lo están talando o haciendo ranuras en sus troncos para que no circule la sabia y se sequen, todo esto bajo la mirada indolente de los propios vecinos y la incompetencia de los funcionarios públicos de la Alcaldía. Esta observación es válida para otros sitios de Caracas.

El hampa, ha tomado zonas de la gran Caracas, donde ni siquiera las autoridades nacionales pueden entrar. Allí no hay autoridad alguna, se comercia y se vendo lo que sea. No se sabe incluso quienes viven, si son extranjeros o venezolanos. Allí no hay censo que valga. Hay sitios de la Gran Caracas (Cota Mil, Del Valle y Coche algunos barrios de Petare), donde la delincuencia se ha acuartelado. Desde allí, extorsionan, atracan, secuestran, venden drogas y hasta un dinosaurio, si Ud. Lo necesita, y la autoridad y el control brillan por su ausencia. El mismo campus de la Universidad Central de Venezuela en todo el centro de la ciudad de Caracas, es un ejemplo de inseguridad.

La basura se enseñorea sobre la ciudad, hay parroquias de Caracas, donde los carros y transeúntes deben pasar sobre la basura, nadie la recoge y allí permanece, siendo una fuente de enfermedades respiratorias, alérgica etc. y alimañas, hasta que un aguacero milagroso la esparce pero riega la inmundicia por calles y avenidas. También en algunas zonas se ven carros quemados en las vías o desvalijados y quedan allí como esculturas de la desidia y la indiferencia de las autoridades locales.

Las viejas estructuras no tienen mantenimiento, pase por el Parque Central, icono en su época y verá lo que le digo, pase por el Centro Simón Bolívar y confirmará lo que estoy diciendo, Pase por el Complejo Cultural Teresa Carreño y verá el deterioro y el descuido (Allí hay bares de mala muerte, negocios pingües para algunos). ¿Con el permiso de quien se instalan?, por nombrar algunas. Otras relativamente nuevas, abandonadas totalmente, como El Bus Caracas, que va de los Próceres hasta el Mercado de las Flores. Han convertido en basurero y baños públicos la gran mayoría de sus estaciones. No hay vigilancia ni control sobre los usuarios que se arremolinan y atropellan niños, mujeres embarazadas, ancianos y pare de contar. También ese bululú permite que los dueños de lo ajeno hagan su agosto, apoderándose de los celulares, maletines y cualquier objeto que Ud. Lleve, si se atreve a montarse. Igual descuido Ud. Percibe en las instalaciones del Metro de Caracas, baños públicos son sus entradas. Los amigos de los ajeno hacen postgrados de carterismo allí y los pasillos ni se limpian. Ya las instalaciones si no se toman correctivos urgentes se deterioraran al máximo.

Vuelven los niños de las calles, a pesar de que supuestamente existen misiones para atenderlos. En Sabana Grande, Los Chaguaramos Santa Mónica y otros lugares Uds. Los ve deambular de un lado para otro, sin mascarillas protectoras, a propósito de la pandemia; mendingando en los pocos restaurantes que se atreven a abrir sus servicios y prestos para cualquier raterismo, contra bienes y personas que se descuiden a su paso. En los Chaguaramos y Santa Mónica por ejemplo, los conductores y propietarios de negocios inconscientes, han tomado las aceras con sus vehículos, puestos de ventas y los ciudadanos a riesgo de ser atropellados tienen que lanzarse a la calle para poder transitar. Allí los talleres mecánicos, los vendedores ambulantes son los que imponen su ley ante la ausencia de autoridades locales que controlen y supervisen esas actividades. De Chaguaramos a Santa Mónica, todas las calles laterales a la Avenida principal están deterioradas, huecos que dañan los vehículos y sin ningún control se colocan tarantines para ventas que no recogen la basura y se apoderan de las aceras.

Caracas recientemente ha cumplido 454 años, para esta fecha deberíamos estar orgullosos de sus adelantos en todos los sentidos y hablar de su bella historia y tradiciones, pero es lamentable que tengamos que reflejar más bien su deterioro progresivo como centro urbano. Pero la realidad no se puede ocultar. Ojala, los que verdaderamente quieren a Caracas, puedan leer esta notas y echar una manito. Lo Lamentable sería, que las críticas, sean gritos que se estrellen contra una pared o tomadas como actividades del enemigo. Un llamado de atención para las nuevas autoridades de la Gran Caracas.

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