El costo de la vida, de servicios y bienes, es tan alto en este país como en cualquier lugar del mundo, la diferencia está en la urgencia del gobierno por capturar inversiones, por reabrir negocios, por eso ha optado por el empobrecimiento de los trabajadores. Un empleado u obrero en otro país ganaría POR HORAS 10 o 15 dólares mínimo, uno empleado en Venezuela, por ley se le puede pagar 0,030 dólares mínimo POR HORAS, y hay muchos EMPLEADORES que contratan a estos SEMI ESCLAVOS por lo mínimo. Sin embargo, cuando mucho, ningún empleador pagaría, ni siquiera, un dólar POR HORA. Este es el gran estímulo de maduro para los inversionistas, es lo que hace atractivo reabrir manufactureras, restoranes, tiendas y comercios, lo que hace ricos, pero muy ricos a los “inversionistas” robando del trabajo de sus empleados y obreros, POR ESO HOY “CRECE LA ECONOMÍA”. Y esto mismo que se ha hecho ley para los trabajadores privados, ha empobrecido a la administración pública, que se encuentra hoy por el suelo, desmoronándose poco a poco, sin incentivos materiales y mucho menos morales, que son los fundamentales.
Como solución, y frente a las presiones, sanciones, bloqueos etc., está la RESISTENCIA REVOLUCIONARIA, el uso de la imaginación y el desarrollo de tecnología alternativa, COMPROMISO, EDUCACIÓN, CONCIENCIA DEL DEBER SOCIAL. Sin embargo, el madurismo optó por el camino pragmático y fácil de HACER DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA OTRO MERCADO LIBRE, y así, en medio de la corrupción general de la sociedad sometida a los designios del capitalismo, ha ido incorporando de forma solapada al trabajador público al libre juego de la oferta y la demanda, EXPLOTAR “EL NICHO DE LAS NECESIDADES SOCIALES”, para mantener satisfechos a su base de fieles electorales, compensando sus sueldos con el “rebusque”.
Siempre ha existido, de forma subterránea, un mercado libre dentro de la administración pública, pero nunca tan próspero y descarado como ahora. Si un constructor, que viola la ley, digamos que en los Palos Grande, necesita un permiso chimbo, lo gestiona en la alcaldía de Sucre con un funcionario habilitado el cual ya tiene una tarifa, de acuerdo al tamaño de la infracción. Hay un mercado para vender favores. En la CANTV todo aquel funcionario o técnico que tenga una mínima ventaja sobre el ciudadano común, necesitado de sus servicios, tiene en éste menesteroso un cliente, un “mercado cautivo”, el de la gente necesitada del servicio telefónico y de internet a bajo costo. A esto se le agrega el abuso típico del monopolio de la oferta, la anarquía y la discrecionalidad del funcionario de quitar y poner el servicio, para poder exprimir sin piedad el bolsillo de los usuarios; de ahí hacia arriba, todos reciben algo. Los militares en el Arco Minero se hacen ricos con la demanda de los “garimpeiros” de espacios y libertad de explotación, nacionales y extranjeros. Estos militares deciden quién explota y contamina y quién no, a pesar de la lluvia de denuncias caídas de todas partes. En el SAIME se abrió otro frente de “desarrollo capitalista”, subterráneo y estatal, con el mercado de los pasaportes. Ahora sus funcionarios y gestores te ofrecen servicios VIP y de “rescate de documentos” al instante, con tarifas que van desde 150 dólares hasta 600 dólares. Pero estos servicios, que mantienen a la burocracia contenta, son iguales en casi todas las oficinas donde se requiera un documento legal: hay una gran demanda de documentos legales para poder hacer casi todo en el país, y una oferta variada de servicios con distintas tarifas en dólares. Los presos en las cárceles encontraron una buena oportunidad de comprar favores y servicios con la “apertura comercial” de la burocracia estatal y las policías; los que pagan pueden vivir encerrados pero con todas las ventajas de un resort, haciendo exactamente lo mismo como si estuvieran libres y en unas vacaciones, pagando por favores a sus carceleros.
En resumen, el libre mercado es muy amplio y efectivo; que, por lo visto, como el ácido muriático, está disolviendo casi todo lo sólido, en especial, la base moral de nuestra agónica revolución y de la sociedad.
Cuando un empresario se queja de la corrupción pública lo hace porque algún funcionario vendió sus favores a su competencia, a un mejor postor, obtuvo una mejor oferta de alguno de sus colegas. Ahí no existen razones morales, porque en los negocios no las hay. No existe, eso que pensaba el difunto Emeterio Gómez, “una ética capitalista”. Todo lo contrario, el capitalismo es salvaje, anárquico, codicioso e insaciable en su naturaleza. Tampoco tiene lealtades ineludibles, ni personales ni nacionales; en él “todo lo sólido –tanto material como espiritual – se desvanece en el aire”.
Maduro no redujo el Estado – tal y como lo establecen los pensadores neoliberales y lo quieren los empresarios – pero hizo del Estado, de sus instituciones y sus normas, algo tan inútil como un Estado de papel, al convertir el gobierno, poco a poco, en una feria de negocios, en un gran mercadolibre servicios y favores, donde se puede conseguir “mucho eficiencia” y “buena disposición” al precio adecuado, y “casi nada o nada” si no hay dinero de por medio. El Estado se disolvió en el charco ácido del gobierno, donde no gobierna Maduro sino el juego de la libre oferta y la demanda. Lo que parece una “apertura económica”, ofertando el país a aquellos que mejor paguen por él, es solo una fracción del gran mercado, del Mega Mall de la administración pública. En él se consigue, desde “sacar la cédula en tiempo record”, hasta comprar media Isla de la Tortuga, petróleo con descuento o gratis, oro, cárceles, etc…
Muchos maduristas y chavistas honestos no creen que la naturaleza del capitalismo sea irrefrenable, piensan en su ingenuidad que se puede domeñar; no se dan cuenta que todo lo que toca lo descompone. La producción irracional y la anarquía de la competencia; la devastación de los recursos naturales, invasiones y guerras; la acumulación y concentración del capital, la tiranía de los monopolios, dirigidos por cuatro gatos, que quieren escapar con sus familias a Marte. Y detrás de ellos una inmensa masa explotada y esclavizada, y otra masa matándose entre ellos para alcanzar el éxito fatuo de vivir, un rato, como ricos y famosos. El capitalismo es la peor pandemia de la historia, la peor que ha padecido la humanidad hasta hoy, por eso hay que acabarlo de raíz, en él no se puede creer “ni tantico así”
Cada vez más nos convencemos de la necesidad de avanzar sin pausa en dirección del socialismo, de la necesidad de re-moralizar a la sociedad. Nuestro futuro como especie está en resolver desde la raíz el peligro de seguir alimentando el señorío del capitalismo sobre el alma y la obra humanas, sobre la civilización humana. Estamos muy cerca del colapso total, de la extinción de nuestra especie por la estupidez que genera el capitalismo sobre los humanos…, sin que los seres más conscientes hagan resistencia.
RESISTIR luchando es nuestra obligación, no podemos acostumbrarnos a la decadencia, hacer apología a la decadencia, hacer filosofía de la decadencia, arte de la decadencia, y convertir todo en mercancía porque lo que vale es el dinero, ¡hasta la misma decadencia humana hoy es mercancía! No podemos percibir al capitalismo y su decadencia como una fatalidad, con abatida normalidad, ver con indiferencia cómo se idiotizan nuestros jóvenes buscando el éxito en el dinero o se degradan por él; ver cómo se insensibilizan frente a la desdicha y fracaso de sus hermanos... Nuestra consigna es resistir y luchar; vencer a la resignación, a la ignorancia, a la lógica del capital.
¡NO A LA ANARQUÍA CAPITALISTA! ¡VOLVAMOS AL PLAN DE LA PATRIA DE CHAVEZ!