¿Frida Kahlo, Gandhi, Hitler, Michael Jackson y Kim Kardashian son influencers por antonomasia o son solo iconos históricos del espíritu de una época?
Para que exista un influenciador deben existir a priori personas influenciables que a consecuencia del auge de las redes sociales cual SHARKNADO propician que una persona común sin grandes sobre saltos en su vida un día tenga más likes que de costumbre y se convierta en influenciador, la gente come lo que él o ella come, visten como viste y seguramente ven lo mismo en Netflix antes de dormir.
Pero no, en realidad no funciona así, aunque este proceso esté constituido por un complejo mecanismo de funcionamiento, hay ejemplos que ayudan a entenderlo; si una persona tiene 20k seguidores en Instagram (lo cuantitativo) y menos del 10% interactúa con ella por mensajes directos y visualizaciones de historias (lo cualitativo), realmente no se está influenciando a nadie, los likes se compran y los comentarios también, un influencer se crea, no se nace influencer, hasta ahora formalmente no existe un manual para influencers aunque si existen patrones para tratar de serlo, reglas básicas que cientos, miles y millones siguen y que finalmente son muy pocas o pocos los que lo logran, y a pesar de no ser un demanda social el ser influencer hay cierto poder que atrae y que real o no sirve como placebo para muchas personas que les gusta jugar a ser reyes y reinas.
Figuras políticas, deportistas y artistas; así se constituye el reino, la posrealidad incluyo a un gato malhumorado, un perro ruso y una joven asiática que por alguna razón ama a un país suramericano como Venezuela, ¿son parte realmente de ese reino o del marketing digital y el oscuro mundo de la neurociencia que se conjuga en nuestros cerebros?
No lo sé, solo creo que las redes sociales no son una bicicleta tradicional que solo se mueve pedaleando hacia adelante, explorando nuevos mundos, las redes sociales son mecanismos bidireccionales en donde la forma en la que se interactúa es un reflejo de nosotros, en la medida en la que buscamos información también la entregamos, otro ejemplo claro es a quien seguimos o que nos gusta, pídele a alguien cercano que te muestre su Feed y lo conocerás realmente.
Escuelas psicológicas completas se coexisten en la aplicación de la camarita y un influencer no necesariamente debe saberlo pero se aprovecha de ello y del Social Graph que se va entretejiendo digitalmente, detrás de un influenciador hay maquilas de bots, no existe reciprocidad en el marketing que ejercen y lo demuestran grandes empresas y marcas que cada vez reportan menos índices de ganancia al patrocinarlos porque no hay retorno de la inversión, además de los influencers falsos que se están haciendo tendencia.
Ahora, si se puede cohesionar un Grafo Social a partir de una subcultura, la fidelidad en el contenido no la da promocionar 100 marcas de zapatos, pero si lo da una administración coherente de los gustos del propietario de la cuenta y evita que esta se diluya en más de lo mismo, por otra parte, no está claro si la sociedad hace al influencer o el influencer perfila a la sociedad, lo que sí está claro es que la influencia se estima en un tiempo finito, es temporal, es una tendencia que gráficamente genera un punto alto y luego se va desvaneciendo porque otra tendencia toma su lugar, son muchas influencias atomizadas que sin pretender caer en lo liquido de Badiu nos señala que en este mercado de interaccionismo social se oferta más de lo que estamos dispuestos y en capacidad de consumir.
En cambio, un referente es atemporal, incide en la esfera pública y se mantiene en el tiempo histórico (sin pretender meternos en los intríngulis de István Mészáros), incluso se convierte en un elemento de consulta porque se vinculó con lo que hace orgánicamente, es cierto que existe una comunidad y muchas comunidades en redes sociales pero estas solo se van a ir fortaleciendo en la medida en que nos mostremos más humanos y humanas allí y en la realidad.
Los influencers no hacen cultura, los referentes inspiran la historia.