Cuento o razón

“La lluvia es un payaso que hace sonreír a las plantas”

Martes, 26/11/2019 01:56 PM

La mata de mango apenas llegó el periodista al conuco, lo saludó sonriente y le dijo: "La lluvia, Juancho, es un payaso que hace sonreír a las plantas y por eso uno se alegra, al igual que tú, que ya veo que vienes contento, pues eres de lo que, apenas observas la sequía con su pincel mustio, pintando tristezas en los rostros de las matas, te pones muy triste".

Juancho Marcano, asomó una sonrisa con las ocurrencias de su amiga vegetal y señaló: "Es que sucede, amiga, que considero que dentro de los seres vivos, el reino vegetal es el más indefenso, porque no puede gritar, ni ladrar, ni maullar, ni trinar, ni nada por el estilo para señalar su sed. Por eso mi angustia y mi desesperación cuando los árboles muestran sus delirios a través de sus hojas secas".

- Razón tienes, Juancho, nuestra vida es triste y aparte de eso, hay hombres que no tienen piedad a la hora de talar y en cuestiones de segundos o minutos acaban con una vida, que duró años en desarrollarse con bastante sacrificios, a través de la sequía que precisamente es producida por el hombre y que se siente más en este momento, por el recalentamiento climático que hay en el mundo; dijo, con mucho énfasis, la mata de mango.

Juancho Marcano, antes tal exposición, guardó palabras y sólo le dijo a la planta que tenía razón, y siguió su camino hacia el conuco de Evaristo, quien con el chubasco, se entusiasmó e iba a sembrar unos cuantos surcos de maíz.

El periodista, tomó la totuma con los granos remojados y empezó su tarea de echar cinco semillas en cada hoyo y ahí se fue a su niñez y recordó cuando ayudaba a su abuelo a sembrar en un pequeño conuco que tenía cerca de la calle principal de la Tacarigua de Margarita.

Su amigo Evaristo, al verlo retraído, lo alertó y Juancho Marcano, volvió a la realidad y apuró el paso porque la lluvia, asomaba su tierna y blanquecina cara en la cabecera de los cerros.

Una vez terminada la siembra ambos amigos se despidieron y Juancho Marcano, pensó: ¿Cuántas veces habrán sembrado nuestros antepasados este bendito y fértil suelo de este pueblo de Tacarigua?

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