Pluma Contestataria

¡El Dr. Hernández es Nuestro! A propósito de su Beatificación

Viernes, 30/04/2021 09:30 AM

"Enseñadme a hacer tu Voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guía a tierra de Rectitud"

"Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos y destruirás a todos los adversarios de mi alma, porque yo soy tu Siervo".

SALMOS 143:10 - 12

"Para ser un Gran Médico se requiere de una EXQUISITA VOCACIÓN; una gran SENSIBILIDAD HUMANA, una gran CAPACIDAD INTELECTUAL y sobre todo de una MORAL a toda prueba".

Fidel Castro Ruz

In Memoriam de mi Compadre, Amigo y Hermano JOSÉ GREGORIO (Goyo) en el 5to Aniversario de su fallecimiento 27 - 01- 2016 (QEPD).

Siento particular complacencia, en compartir la enorme satisfacción y resonante algarabía del pueblo venezolano, que en medio de ésta terrible pandemia que ha azotado no sólo al país sino a la humanidad entera, ha sido BENDECIDO una vez más por la providencia con la grata noticia qué: Uno de sus más eximios hijos será llevado a los altares de la santidad.

El coronamiento de una vida ejemplar entregada a sus semejantes, se convierta en el refrescante bálsamo a tantas almas afligidas en esta hora tan aciaga que vive la República, su intercesión ante Dios se traduce en súplica agradecida, en hora buena llegó el tan anhelado MILAGRO. Un siglo entero tuvo que transcurrir para que el Vaticano admitiese, a través de los protocolos establecidos que rigen este tipo de acontecimiento y que dicha institución exige para la materialización del proceso de beatificación y posterior santificación.

Referirme a tan excelso personaje no es una tarea que me resulte fácil, dado el abanico de enormes cualidades que adornan la singular figura de este maravilloso ser humano. Les confieso que carezco la facultad de arrogarme el calificativo de Biógrafo, ni cosas por el estilo, simplemente me siento motivado a enaltecer a través de éstas líneas, máxime, por la infinita admiración que le guardo al Dr. Hernández.

Este insigne médico venezolano nacido un 26 de octubre de 1864 en la población de Isnotú, pueblito trujillano enclavado en los andes venezolanos, dónde el candor y la sencillez de la vida campesina envuelve a muy temprana edad al niño José Gregorio; quién sería educado en una formal y recia fe cristiana, que se vería marcada insistentemente por una profunda religiosidad, que de manera fervorosa profesó a lo largo de su vida.

Siendo adolescente se traslada a Caracas dónde ingresa al colegio Villegas para iniciar su bachillerato, etapa que culmina satisfactoriamente y en la que la Universidad Central de Venezuela (UCV) certifica dichos estudios, para luego ser admitido posteriormente en la Facultad de Ciencias Médicas. Allí va a transcurrir como universitario por un período de seis (06) años la carrera de medicina que culminará brillantemente y en la que obtendría finalmente el título de Doctor en Ciencias Médicas en el año de 1888.

Hizo de la medicina un verdadero sacerdocio; lo situaba en las antípodas del mercantilismo, nunca la asumió crematísticamente ni como oportunidad de negocio. Su apego por el dinero es prácticamente inexistente - situación contraria la que ha devenido en la actualidad, acrecentándose escandalosamente - se consagró con tanta vehemencia al sagrado cumplimiento del deber, que cuándo se trataba de asistir a enfermos y personas convalecientes, su cansancio del día a día se evaporaba con asombrosa rapidez.

Sus inicios en los arcanos ministeriales del sacerdocio desvanecieron estrepitosamente, intentó en tres oportunidades incursionar sin éxito en la carrera religiosa, la cual debió abandonar por motivos de salud, frustrando de esta manera su inocultable vocación sacerdotal. Desistió por completo de aquella atesorada idea, hasta que por fin, cumplió cabalmente la voluntad de Dios de dedicar su vida plenamente al loable ejercicio de la medicina.

La Venezuela de ayer y de hoy; muchas veces mancillada, ultrajada y vilipendiada por una clase política nefasta, corrupta, perversa y mediocre(...) ésa Venezuela profunda que busca afanosamente salir de éste infernal abismo, lleva hondamente en sus venas la savia de la lucha permanente por su redención; las imborrables huellas de hombres y mujeres que la enaltecieron con gallardía y patriotismo, también lleva la heroicidad de civiles de una ejemplar vida personificada en la figura del Dr. José Gregorio Hernández.

Cualquier mortal que se precie de ser auténtico Venezolan@, no debiera omitir e inhibirse de relatar, reseñar, cantar, declamar, pintar o sencillamente escribir sobre éste ínclito personaje, el más querido y popular entre los venezolanos del siglo XX. La pesada carga mítica que acompaña al Venerable (como sucede con la de Bolívar) ha ido progresivamente llenando el enorme vacío según las necesidades espirituales de incrédulos y de creyentes diversos, bajo el paragua de nuestra idiosincrasia venezolanista.

El Dr. Hernández llegó a distinguirse como un eminente Clínico entregado a sus cotidianas labores profesionales, sin proponérselo, pudo apoderarse de una notable fama entre sus colegas, por lo acucioso y atinado en sus irrefutables criterios a la hora de establecer un diagnóstico más certero. Dada su colosal inteligencia, logró captar el más grande respeto y admiración de maestros, alumnos y cercanos colaboradores. Significó un inequívoco referente y hábil mentor de su generación, pudo infundir en el corazón de sus discípulos el más noble sentimiento de Amor por el apostolado.

Su enorme reputación científica acaparó las miradas de propios y extraños, destacó por ser un

excelente investigador, la dimensión de sus conocimientos científicos despertó numerosas simpatías, fue un meticuloso y exigente docente universitario. Los valiosísimos aportes al campo de la ciencia fueron bien acogidos en el entorno científico, tanto nacional como internacionalmente, ganándose los más merecidos elogios.

Era evidente su infinita sed de saber, sus generosas virtudes de hombre probo, su inigualable cualidad filantrópica, sus irrebatibles aciertos en la terapéutica, su inagotable talante caritativo, su impronta innovadora. El Dr. Hernández fue pionero en la modernización de la medicina científica y experimental, de allí, que le valió el título de ser considerado el Padre de la Microbiología y la Anatomía Patológica en Venezuela, su entera disposición para interceder por los presos políticos de la época - mayormente estudiantes - que se oponían al cierre definitivo de las universidades, para lo que la oprobiosa dictadura de Gómez se ensañó con suma crueldad.

Por estas razones y muchas más... es que merece sobradamente la gloria de los altares, motivo suficiente y de gran peso para su santidad. Su personalidad referencial y aglutinante sirva para impulsar esos valores, que logró encarnar en otras figuras y seudónimos que trascendieron ese complejo e ilustrativo proceso de configuración de la vida social, como por ejemplo: La del Científico, la del Docente, el Maestro, el Venerable, el Hermano Gregorio, el Señor Misterioso, el Siervo de Dios y la del Médico de los Pobres.

La última clase que impartió el Dr. Hernández como Docente versó sobre el AGENTE CAUSAL DE LA LEPRA, ¡Quién lo diría! que años más tarde otro eminente médico venezolano como lo fue el Dr. Jacinto Convit desarrollaría la vacuna contra dicha enfermedad. Llegó a publicar textos, no sólo de medicina, sino de otras áreas de obligatoria consulta entre ellos: ELEMENTOS DE BACTERIOLOGÍA y ELEMENTOS DE FILOSOFÍA.

Muy conocida y difundida fue la controversia que sostuvo muy respetuosamente con su colega y entrañable amigo el Dr. Luis Razetti, sobre la teoría de la creación y evolución. No estableció para nada distinción alguna entre sus pacientes, jamás anidó sentimientos de rencor, odio o resentimiento, no se vio envuelto nunca en diatribas políticas, pese a las diferencias y cuestionamientos que mantenía hacia el gobernante de turno.

Un ciudadano invaluable de una intachable conducta, que le valió el Sillón XVIII en la Academia Nacional de Medicina, de la cual sería miembro fundador. Su repentina y prematura muerte fue de gran conmoción nacional, un inusual y aparatoso accidente entre las esquinas de Amadores a Urapal en la muy querida parroquia La Pastora, cegó la vida fecunda y apagó definitivamente la luminosa carrera de aquel insigne galeno trujillano.

La inconmensurable fatalidad de la noticia de inmediato cubrió la Patria con su manto negro de duelo, la ciudad capital era estremecida por la inminente ausencia de su genuino curandero de a pié, el pueblo entero gritaba al unísono ¡El Dr. Hernández es Nuestro! se volcó a las calles a llorar y a cabalgar sobre la tristeza reinante, millones de rosas y flores inundaron el féretro del Venerable. Muy oportuna resultaron las palabras de otro gran venezolano, como lo fue el notable escritor Don Rómulo Gallegos cuando manifestó:

"Toda Caracas estaba presente, cada cual había concurrido con lo mejor de sí mismo, con su Dolor los que lo amaron, con su Gratitud los que recibieron de él dones o enseñanzas, con su Justicia los que lo admiraron, con su desfallecimiento tantos para quiénes su virtud fue horma de perfeccionamiento espiritual. NO ERA UN MUERTO A QUIÉN SE LLEVABAN A ENTERRAR, ERA UN IDEAL HUMANO, que pasaba en triunfo electrizándonos los corazones; puede asegurarse que en pos del féretro del Dr. Hernández todos experimentamos el deseo de ser BUENOS". Sencillamente un Varón de virtudes.

El Dr. Hernández; un franciscano seglar, un laico sobresaliente por sobre muchos religiosos, su ya conocido fracaso en llevar una vida religiosa, confirma ese apotegma Paulino de que "los caminos de Dios son inescrutables". En esa perenne devoción auténticamente ejercida por miles de fieles - entre ellas la madre de Yaxury - que lograron invocar el tan añorado Milagro, que hizo posible que la Niña YAXURY SOLÓRZANO ORTEGA, una humilde guariqueña desafiara a la ciencia, sobreviviendo a la fatalidad de un inesperado accidente, dónde clínicamente el grupo de especialistas que atendieron el caso, manifestaron su Diagnóstico con características de Pronóstico Reservado. Inexplicablemente los avances de la medicina no lograron descifrar una vez más el enigma de los sucesos sobrenaturales que envuelven a la humanidad.

Finalmente, aquella fatídica tarde del 29 de junio de 1919 un gran venezolano ascendía al Olimpo de la eternidad, fue llamado tempranamente por el Arquitecto del Universo, coincidencialmente aquel mismo día se sellaba el Pacto de Versalles que daba por terminada la Primera Guerra Mundial. Nuestro querido país dolorosamente ofrendaba con la vida del Dr. José Gregorio Hernández, la conquista de la PAZ entre las naciones en conflicto. La sociedad venezolana podrá ver en sus virtudes ciudadanas el MODELO DE PAÍS que anhelamos tener. Así de sublime y misericordiosa fue la obra del Venerable.

Comentario Final

Quiero compartir con ustedes mis queridos lectores este Link: https://musics.link/aquilesfernandez-sbysjgh y https://m.youtube.com/watch?v=P7-PM5NK2m0 hermosa interpretación cargada de bellas notas musicales que realzan nuestro folklor venezolano, de mi paisano y amigo Aquiles Fernández (ganador del Silbón de Oro 1991) que dedicara con ese fervor venezolanista que nos caracteriza a los merideños, al hoy homenajeado Dr. José Gregorio Hernández. Y que éste 2021 sea para Venezuela, el preámbulo de BUENOS AUGURIOS que se anuncian en el Horizonte. Porque momentáneamente nuestra amada patria se ha cubierto del tráfago de grises nubarrones que la han ensombrecido. Éste año, cuándo conmemoramos el bicentenario (200 años) de la Batalla de Carabobo, episodio decisivo que selló nuestra independencia; podamos los venezolanos de aquí y de allá, festejar por todo lo alto la entrada de Omar Vizquel al Salón de la Fama del Béisbol rentado, que el triple-coronado Miguel Cabrera logre la hazaña de los 500 home-run y/o los 3000 mil Hits, la Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, la coronación de nuestra Yulimar Rojas en Salto Triple en las venideras Olimpíadas y el buen posicionamiento de nuestra querida Vinotinto en la Copa América y eliminatorias rumbo a Qatar 2022. Hacemos votos porque así sea...

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