En medio de este mundo, de prolongado estado pandémico y confinamiento de la vida, de la existencia, donde no sabemos hasta dónde y cuánto viviremos, tras el surgimiento de cada nueva mutación viral…
Hombre, ¡yo de ciencias naturales!, atribulado por el negacionismo, la ignorancia, la mezquindad, la ambición…, imperfecciones que nos caracterizan y definen como humanos…
Como destinataria de este recóndito y atesorado monólogo, frenesí de mi existencia, te pido que:
No te enojes…
No tengas miedo al infortunio, a la adversidad…
No te desalientes…
No te sientas agobiada, acosada, acorralada…
Por el contrario, como el más sublime de los propósitos, desde este, secreto rincón, mi espacio vital, quiero que te sientas:
Protegida…
Mimada…
Complacida…
Amada…
¡Si…!
Amada; desde la profundidad del alma y la imperfección humana.
Desde mi tiempo vital, en aparente declive, vísperas indicativas del cenit de la existencia, con mayor probabilidad de sucumbir ante tan portentoso e imperceptible enemigo, amante; yo la escritura, la narrativa, la lectura, la conversa, y sobre todo, el disfrute de la buena compañía:
Te veo…
Te pienso…
Te idealizo…
Como la más hermosa diosa
Divino ángel
Enviada del Olimpo…
Inspiradora, desde toda tú, de los más sublimes, osados e idílicos pensamientos.
Musa divina.
Sensualmente encantadora.
Salvadora de ilusos y simples mortales.
¡Lástima que, solo sea un monólogo!
Peor aún, en conversa virtual, desde la distancia, por confinamiento social.
¡Ay, Cumaná! Mariscala, Primogénita del continente nuestro americano, hacia la eternidad, de tiempos futuros, cómo deseo verte, asentada en el trono de tu grandeza, y enaltecida; en pedestal de la gloria.
¡Ay, Cumaná, de mis amores!
¡Ay, Cumaná, de mi existencia!